Por Daniella Vellone, University of Calgary
A menudo se piensa que la demencia es un problema de memoria, como cuando una persona mayor hace una y otra vez las mismas preguntas o pierde cosas. Pero la realidad es que las personas con demencia no solo experimentan problemas en áreas de la cognición como la memoria, el aprendizaje, el pensamiento, la comprensión y el juicio: también pueden experimentar cambios en el comportamiento.
Yo misma no me imaginaba que los extraños comportamientos de mi abuela fueran una señal de alerta temprana de una enfermedad mucho más grave. Se alteraba con facilidad si algo no salía como esperaba mientras cocinaba. Decía ver a una mujer por la casa, aunque estuviera sola. También desconfiaba de los demás y escondía cosas en lugares extraños.
Estos comportamientos persistieron durante algún tiempo hasta que, finalmente, se le diagnosticó demencia. Por eso creo que es tan importante entender qué es esta enfermedad y cómo se manifiesta.
Deterioro cognitivo y conductual
Cuando un individuo sufre cambios cognitivos y conductuales que interfieren en su independencia funcional, se considera que sufre demencia. Sin embargo, cuando los cambios cognitivos y conductuales no interfieren en la independencia de una persona, pero siguen afectando negativamente a sus relaciones y a su rendimiento laboral, hablamos de deterioro cognitivo leve (DCL) y deterioro comportamental leve (DCoL), respectivamente.
El DCoL y el DCL pueden darse juntos, pero, en un tercio de las personas que desarrollan demencia de Alzheimer, los síntomas conductuales aparecen antes que el deterioro cognitivo.
Detectar estos cambios de comportamiento, que surgen en edades avanzadas (a partir de los 50 años) y representan un cambio persistente respecto a patrones anteriores, puede ser útil para aplicar tratamientos preventivos antes de que aparezcan síntomas más graves. Mi investigación se centra en los comportamientos problemáticos que indican un mayor riesgo de demencia.
Cinco señales de comportamiento que hay que tener en cuenta
Existen principalmente cinco conductas que deberían ponernos sobre aviso si las observamos en amigos y familiares mayores de 50 años.
1. Apatía
La apatía es una disminución del interés, la motivación y el impulso.
Una persona apática puede perder el interés por los amigos, la familia o las actividades. Puede desaparecer su curiosidad por temas que normalmente le interesaban, perder la motivación para cumplir con sus obligaciones o volverse menos espontánea y activa. También puede dar la sensación de que carece de emociones que le eran propias, o de que ya no le importa nada.
2. Desregulación afectiva
Un individuo que experimenta desregulación afectiva puede desarrollar tristeza o inestabilidad del estado de ánimo, pero también volverse más ansiosa o preocupada por determinados acontecimientos o por recibir visitas.
3. Falta de control de los impulsos
El descontrol de impulsos implica una incapacidad para retrasar la gratificación. Una persona con descontrol de impulsos puede volverse agitada, agresiva, irritable, temperamental, discutir mucho o frustrarse con facilidad. También puede volverse más obstinada o rígida, de modo que no está dispuesta a ver otros puntos de vista e insiste en salirse con la suya. A veces puede desarrollar conductas sexualmente desinhibidas o intrusivas, mostrar conductas repetitivas o compulsiones, empezar a robar en tiendas, o experimentar dificultades para regular el consumo de sustancias como el tabaco o el alcohol.
4. Inadecuación social
La inadecuación social se refiere, principalmente, a la dificultad para adherirse a las normas sociales en las interacciones con los demás.
Las personas socialmente inadecuadas pueden perder el criterio social que tenían sobre qué decir o cómo comportarse. Es posible que se preocupen menos por cómo sus palabras o acciones afectan a los demás, discutan abiertamente asuntos privados, hablen con extraños como si les fueran familiares, digan cosas groseras o carezcan de empatía en las interacciones con los demás.
5. Percepciones o pensamientos anormales
Una persona con percepciones o pensamientos anormales puede sospechar de las intenciones de los demás o pensar que otros planean hacerle daño o robarle sus pertenencias. También puede describir que escucha voces o habla con personas imaginarias, y actuar como si viera cosas que no existen.
Antes de considerar cualquiera de estos comportamientos como indicador de un problema más grave, es importante descartar otras posibles causas del cambio de conducta, como drogas o medicamentos, infecciones, conflictos interpersonales o estrés, o la reaparición de síntomas psiquiátricos asociados a un diagnóstico psiquiátrico previo. En caso de duda, puede ser el momento de visitar al médico.
El impacto de la demencia
Muchos de nosotros conocemos a alguien que ha padecido demencia o ha cuidado a alguien con demencia. Aunque las personas de entre 20 y 40 años pueden pensar que esto no va con ellas porque faltan décadas para que la demencia les afecte, es importante ser conscientes de que no es un viaje individual. En 2020, en Canadá, los cuidadores —incluidos familiares, amigos o vecinos— dedicaron 26 horas a la semana a ayudar a mayores que viven con demencia. Esto equivale a 235 mil empleos a tiempo completo.
Se espera que estas cifras se tripliquen en 2050, por lo que es importante buscar formas de contrarrestarlas previniendo o retrasando la progresión de la demencia.
Aunque actualmente no existe cura para la demencia, se ha avanzado hacia el desarrollo de tratamientos eficaces, que pueden funcionar mejor en fases más tempranas del curso de la enfermedad.
Identificar a las personas con riesgo de padecer demencia mediante el reconocimiento de los cambios en la cognición, las funciones y el comportamiento a lo largo de la vida podría ayudar a prevenir la enfermedad y su progresión.
Daniella Vellone, Medical Science and Imaging PhD Candidate, University of Calgary
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.