Para que, aunque imperfecta y bienhechora, la democracia florezca, se necesitan demócratas, principalmente líderes que crean en ella, la fomenten y la completen con valores positivos. Tal vez la ausencia de esos promotores explica el enorme atraso político de países de Oriente Medio y África del Norte y el colapso del socialismo real.
Aunque cada país aporta las peculiaridades de sus estructuras políticas, tradiciones y conceptos reguladores, la democracia es un producto cultural universal que, como realidad o aspiración, está presente en todas las culturas y civilizaciones y como tal contiene elementos comunes a épocas y latitudes diferentes.
La democracia requiere de la independencia nacional, existencia de instituciones, vigencia de los derechos civiles y humanos y mecanismos de control social del poder, entre ellos la sociedad civil y la prensa. La democracia necesita niveles de pluralidad y sobre todo de elecciones, inequívoca expresión de la soberanía popular.
Hay países relevantes donde los parlamentos no funcionan o lo hacen con demasiadas limitaciones, nunca se han efectuado elecciones creíbles, los códigos jurídicos se basan en documentos sacros, no se ha logrado separar la religión de la política, la administración de justicia es excesivamente primitiva y no se han desarrollado las instituciones y las mujeres y las niñas son objeto de discriminación y para castigar delitos se mutilan o flagelan a las personas. Incluso recientemente se han constituido estados teocráticos.
En el Oriente Medio, África subsahariana y otras latitudes, fuerzas políticas retrógradas, agrupadas en decenas de entidades, invocan credos religiosos para tratar de relanzar antiguos conflictos entre culturas y civilizaciones y fomentar otros mediante crímenes de odio y prácticas terroristas.
Experiencias como el holocausto judío y más recientemente Al-Qaeda, el Estado Islámico y entidades como Boko Haram y otras de perfil análogo, pretenden hacer retroceder a la humanidad. Algunas como el Talibán, por medios violentos se hacen con el poder y empujan a los países a edades trascendidas.
El progreso general no es una categoría exclusivamente económica, política ni jurídica, tampoco social ni cultural, sino una compleja y fecunda mezcla de todas ellas que se integran, yuxtaponen o se imbrican en constante interacción, regidas por la tendencia a lo gregario y un humanismo esencial.
Con avances, retrocesos y diferentes grados de madurez, la democracia se ha establecido en más de 100 países que, aunque con dificultades avanzan por el lado correcto de la historia. Una muestra de ellas es que, en 2024, más de 50 naciones pobladas por unos 4 mil millones de personas, más de la mitad de la población mundial, están convocadas a las urnas.
Se trata del mayor número de países, partidos y personas que participan en elecciones desde que existen registros. Entre ellos hay democracias firmemente establecidas y emergentes, algunos son pequeños estados y otros inmensamente grandes y poblados. Los hay occidentales y orientales, católicos, protestantes e islámicos, también repúblicas y monarquías. Unos treinta elegirán presidentes y veinte a primeros ministros.
Debido a la condición de principal potencia económica y financiera y por ser el país con mayor influencia política, las elecciones presidenciales en Estados Unidos en noviembre del presente año revisten una considerable importancia. Por su parte en Europa habrá comicios en: Rusia, Reino Unido, Portugal, Bélgica, Austria, Finlandia, Lituania, Croacia, Bielorrusia y probablemente Ucrania. Este año se elegirá el Parlamento Europeo en el cual están representados 27 estados.
También se efectuarán en la India el país más poblado del mundo y en Indonesia la mayor de las naciones musulmanas donde funciona la democracia liberal. Además, en Asia están convocados: Irán y Taiwán y en África en Senegal.
En América Latina son de la mayor relevancia las elecciones en México de las cuales, por primera vez emergerá una presidenta, Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez. Por las tensiones internas y las repercusiones regionales, serán importantes las de Venezuela. También se efectuarán en Panamá, República Dominicana, Uruguay y El Salvador.
En términos generales, pese a las coyunturas difíciles a las agresiones, las guerras y las masacres como la que tiene lugar en Gaza, desde una visión optimista, se puede diagnosticar la buena salud de la democracia que, sin universal ni perfecta avanza como la mejor alternativa para las sociedades humanas. Allá nos vemos.