Según el Anuario Estadístico de Cuba 2016, el empleo privado representaba en 2016 el 24.8% del total de ocupados. Sin embargo, de acuerdo con la edición 2017 del anuario, el empleo privado en 2016 era solamente de 19.2%.
En cifras absolutas, según la edición de 2016, se contabilizaron ese año 1139.200 trabajadores privados, pero la edición de 2017 había reducido la cifra a 882.300. ¿Qué se hizo con los 256.900 trabajadores privados que faltan en esa última cuenta?
De una “callada manera” fueron reclasificados como cooperativistas. La razón es que a partir del Anuario Estadístico de 2017, decidió no reportarse la cifra de miembros de las cooperativas de créditos y servicios (CCS) como trabajadores del sector privado –como se había hecho tradicionalmente–, sino que ahora se reportan como trabajadores cooperativos.
Las cifras fueron revisadas hacia detrás, de manera que en la edición 2017 del anuario se dispone de una nueva serie de datos entre 2014 y 2017 que ha transformado en cooperativistas a los productores privados que son miembros de las CSS.
Sin embargo los datos anteriores a 2014 no son compatibles con las nuevas series, pues contabilizan la cifra de miembros de las CCS como trabajadores del sector privado, como se había hecho tradicionalmente.
¿Qué pasa si desea hacerse una comparación de largo plazo en la evolución del empleo privado y cooperativo, digamos desde 2010 hasta 2017?
Pues en realidad no deberíamos perder tiempo en intentarlo. Sencillamente, no podría hacerse ahora.
Es una curiosa “contribución” a la mejoría del análisis económico en Cuba.
¿Cuál es la razón del cambio de criterios y de la chapuza metodológica que limita la comparabilidad de datos?
Habría que adivinarla, pues hasta donde conozco nadie se ha molestado en explicarla.
Aquí va mi modesta opinión:
1. Las estadísticas de trabajadores privados y de cooperativistas en Cuba han sido distorsionadas.
2. La naturaleza de las CCS no se modificó entre 2016 y 2017. Siguen siendo lo que siempre fueron: organizaciones asociativas donde se mantiene la forma individual de propiedad de la tierra y otros bienes productivos, y el trabajo se organiza como economía familiar. Eso establece una notable diferencia respecto al resto de las formas cooperativas. La CCS es una asociación voluntaria mediante la cual se tramita y viabiliza la asistencia técnica, financiera y material que el Estado brinda, pero en la que los agricultores pequeños tienen la propiedad o el usufructo de sus respectivas tierras y demás medios de producción, así como de la producción que obtienen.
3. Ese matraqueo de las cifras puede tener un efecto deformador sobre el análisis económico. Se “desinfla” el segmento de empleo privado y se “infla” el empleo cooperativo, y con ello se oculta un proceso que reflejaba un importante componente de la realidad de la transformación de la economía cubana: el sector privado (trabajadores por cuenta propia, campesinos, arrendatarios) ha sido el único sector donde se ha creado empleo neto en los últimos años y lo ha hecho en una cuantía significativa, 417.400 nuevos trabajadores entre 2010 y 2016. Ese proceso era claramente observable hasta la edición 2016 del anuario. La edición del 2017 no hace comparable las cifras respecto a 2010, pero reduce el peso de los trabajadores privados en el empleo total.
Mi hipótesis provisional, pendiente de alguna nueva evidencia que permita descartarla, es la siguiente:
parece que se ha considerado que la realidad del empleo nacional no era “ideológicamente correcta” y que por tanto había que reducir el peso del empleo privado. Un cambio “metodológico” permitió que tal “magia” pudiese operar y de un plumazo le “sacaron” 256.900 trabajadores al sector privado, más de un cuarto de millón. Así de sencillo.
Mi humilde sugerencia a quienes pudieran estar encargados del asunto: este es el tipo de cosas que devalúa la seriedad del registro estadístico nacional ante los ojos de cualquier analista económico. Desde el momento en que la estadística se utiliza para distorsionar la realidad, la credibilidad de los datos rueda por el fango.
Tomado del blog El Estado como tal. Reproducido con la autorización del autor.
Aquí en México es un “recurso” estadístico muy socorrido cuando se trata de “sacar” personas de la pobreza, “reducir” los índices de violencia o criminalidad y un largo etcétera con la finalidad de blanquear el rosto de las administraciones de los estados o federal.
Bueno, si lo único que se “acomodara” aquí fueran las estadísticas -y su interpretación- estaríamos bien; sería un mal menor aceptable. Aunque el caso del índice de desempleo, creo que he visto que lo sitúan en 1,7 %, es escandaloso. Pero el pseudoautoengaño (y digo pseudo porque creo que la manipulación es muy adrede) abarca una buena parte de la vida nacional. Sobre todo aquella reflejada en consignas y frases hechas y medias verdades y descalificaciones… que son evidentes insultos a la inteligencia de la gente.
SINCERAR LAS COSAS es un paso previo imprescindible para cambiar lo que hay que cambiar; y hay que hacerlo con urgencia porque (aunque pueda parecerles que no a los maquilladores retóricos de la realidad) mina peligrosamente –y cada día más- la credibilidad del establishment y, con ella, su autoridad REAL. De lo que se deriva que ellos seguirían haciendo como que mandan mientras la gente sigue haciendo como que obedece y acata.
Ese proceder abunda hoy en dia, no solo en ese dato estadistico sobre los empleados por cuenta propia, sucede en muchicimas otras esferas y sectores sensibles juengan con ellos, asi no hay especialista que analice esos datos y bueno para que hablar de otros numeros que escuchamos las cifras y nos preguntamos donde estan? simplemente juegan con los numeros y muchas veces van lejos de la realidad.
Quien no sabe que el estado cubano falsea datos y estadísticas,eso no es nuevo.