La interrogante no es si la explosión del gasoducto Nord Stream, una tubería de 48 pulgadas de diámetro y 1 230 Km de largo, tendida por el fondo del mar para llevar gas desde Rusia hasta Alemania, ocurrida el 26 de septiembre de 2022, fue un sabotaje o un acto de guerra, sino quién lo hizo.
Cinco meses después, luego de dilaciones, investigaciones inconexas y parciales llevadas a cabo por Suecia, Noruega y Alemania, especulaciones de diversa índole y ninguna acción concreta, el 8 de febrero de 2023, el laureado periodista estadounidense Seymour Hersh famoso por revelar los pormenores de la matanza de Mi Lai en Vietnam y las torturas en la cárcel a Abu Ghraib en Irak, publicó en su blog una inquietante versión del hecho.
Según el reportero, quien declara que su fuente es un individuo que posee conocimientos sobre la operación y cuya identidad, obviamente no revelará, la planificación de la operación comenzó en diciembre de 2021, los explosivos pueden haber sido colocados por buzos de la marina americana el pasado mes de junio durante las maniobras BALTOPS 22 de la OTAN que, tres meses después fueron detonados por la armada de Noruega.
De modo inmediato y categórico, la Casa Blanca y el gobierno noruego negaron las imputaciones, Hersh no aportó prueba alguna ni reveló su fuente, mientras Rusia, en principio dio por válida la afirmación y reiteró el pedido de una investigación internacional a cargo del Consejo de Seguridad de la ONU.
Antes de que se apagaran los ecos de las revelaciones de Seymour Hersh que, por carecer de evidencias, tiene pocos efectos prácticos, el diario británico Times, reveló, que un grupo pro ucraniano, sin relación con el Gobierno de Volodímir Zelenski, habría sido el autor de las explosiones.
En los días posteriores han aparecido informaciones que recuerdan un “culebrón”. Una de ellas cuenta que el pasado mes de enero se registró un yate propiedad de una empresa polaca operada por ciudadanos ucranianos sospechosos de participar en el sabotaje realizado por cinco hombres y una mujer.
Según esta especie, del grupo formaban parte un oficial, dos buzos,dos asistentes y un médico, todos de nacionalidad desconocida y con pasaportes falsos. La versión cuenta que el comando pudo haber partido el 6 de septiembre del puerto alemán de Rostock, Alemania y navegado hasta la isla danesa de Christian. Se afirma que en la embarcación se encontraron restos de explosivos semejante a los utilizados para el sabotaje.
Rusia, que asume la versión de Hersh, ha rechazado esta historia considerándola una maniobra diversionista que intenta desviar la atención de los hechos y reclama una investigación internacional independiente a cargo del Consejo de Seguridad de la ONU.
Según reportes de diferentes medios de prensa, el gobierno ucraniano ha tomado distancia de la historia, alegando que no tiene conocimientos del hecho ni información alguna al respecto, por su parte, Alemania por intermedio de su ministro de defensa ha recordado que las investigaciones siguen en marcha y ha pedido no sacar conclusiones precipitadas…”
Entretanto, Estados Unidos ha dicho que: “Debemos dejar que las investigaciones terminen”. Igual posición ha asumido el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, mientras Josep Borrell, representante de la Unión Europa para las relaciones internacionales, afirma que: “…Se trata de especulaciones, que se investiga y que aún no se cuenta con conclusiones definitivas, aunque dejó claro que “ha habido un sabotaje…”
En mi opinión, ante la falta de evidencias, se debería aceptar la propuesta de Rusia y desplegar una investigación a cargo del Consejo de Seguridad, lo cual no creo que ocurra debido a que los países occidentales y Rusia son parte del conflicto y como ha ocurrido hasta ahora, unos vetarán las propuestas de los otros, y la parálisis de la ONU continuará.
Probablemente lo ocurrido con los gasoductos Nord Stream permanecerá en el misterio por mucho tiempo, tal vez para siempre. En la guerra la primera baja es la verdad. No hay excepciones. Allá nos vemos.