Un público dubitativo, expectante, curioso, pero sobre todo dispuesto a actuar, a ser partícipe y complemento de la obra, es lo que espera el grupo de jóvenes artistas cubanos que integra Una exposición sin espectadores en la librería de Infanta y San Lázaro de La Habana.
Dennis Izquierdo, Orestes Hernández, Yornel Martínez, Tatiana Mesa y Carlos Martiel se entregan a los vericuetos del ser y el estar, a la polémica entre el hombre actuante y el hombre pensante.
Izquierdo, presenta una pieza performática: Cadena de favores, con la que se propone redescubrir al cuerpo humano a través del alcohol.
“Por lo general intento tentar al público, llevarlo a un estado de emoción, de morbo. Así le estoy manipulando toda esa parte reprimida que pueda tener, sea sexual o de cualquier otro tipo de restricción”, comenta el artista.
Por su parte, Orestes Hernández dice no creer que el arte pueda traer un cambio revolucionario ni social, pero sí dialogar con la realidad y reflexionar acerca de ella.
“No creo que la obra empiece por el artista y termine con la recepción del espectador. Los espectadores devuelven algo al artista, que puede servir como inspiración para otras obras”, explica Martínez, quien nos presenta su pieza instalativa Equilibrio compuesta por una mesa suspendida al techo y servida de manjares que el público puede degustar si así lo desea.
“Creo que la vida siempre es mucho más rica que cualquier cosa que uno invente. Las experiencias son entre otra persona y yo, sea un amigo o un desconocido”, asegura Tatiana Mesa.
Mientras que para Martiel, en una obra el espectador tiene el valor que él mismo se otorgue, me gusta la idea del espectador tomado por sorpresa.
La curadora de la muestra, Stephanie Noach una joven holandesa radicada en New York, considera que estos artistas proponen una nueva mirada, y pretenden mostrar algunas de las maneras en que han expandido la identidad del público.
Según Noach, “la intención es demostrar que el público ha dejado de ser simple espectador para convertirse en coartista, cocurador, colaborador y cómplice de la obra”.
“En el mundo del arte, tanto los espectadores como los artistas están cada vez menos obligados a cumplir papeles específicos. A través de obras de arte participativas, ambos pueden salir de sus lugares originarios”.
“La exposición pretende analizar lo que significa la participación del público en la sociedad en general y en Cuba en particular”.
Stephanie también nos explicó que participar en la Bienal es un deseo cumplido, porque le permite intercambiar con un público muy interesante y conocedor. Además dijo sentirse muy a gusto y complacida cada vez que tiene posibilidad de visitar la Isla.
Si lugar a dudas la Bienal de La Habana es una vía de encuentro. Un total de 178 artistas de 43 países participan este año en el evento, considerado una de los principales foros alternativos de arte contemporáneo en Latinoamérica.
*En la imagen: Foto de la obra de Dennis Izquierdo