La buena vibra de Alberto Yoel García es innegable. El actor, nacido en La Habana, ha demostrado durante su carrera que la dedicación y el esfuerzo son esenciales para ganarse un espacio en el mundo artístico.
Su recorrido por el cine, el teatro y la televisión es largo. Ha dejado su impronta en la profesión a través de las experiencias que ha recolectado dentro y fuera de Cuba. Todas, sin embargo, le han permitido permanecer en la memoria colectiva de los cubanos.
Estudió Ingeniería Naval influenciado por su padre, pero en el transcurso de su vida encontró en el arte su verdadera pasión. Se enfrascó entonces en consolidar una trayectoria actoral que abarca películas como El loco soñador, Habana Blues, la serie Lucha contra Bandidos (LCB) y las telenovelas En fin, el mar, Cuando el amor no alcanza, Tan lejos y tan Cerca, entre otras.
Habías realizado otros trabajos antes, pero el público cubano asocia el inicio de tu carrera con Habana Blues (2005). Antes de aparecer en este largometraje ¿cómo se desarrollaba tu vida?
Me asocian con Habana Blues por el éxito de la película y la acogida que tuvo, a pesar de que en Cuba se proyectó solo una vez en el contexto del Festival Internacional de Cine Latinoamericano de La Habana.
Mis inicios fueron en el teatro, de la mano del gran director que es Humberto Rodríguez. Continué desarrollándome en otras compañías hasta que me surgieron propuestas para hacer cine. Entre las primeras oportunidades de mi carrera estuvo mi participación en la película El loco soñador, con el cantante mexicano Pablo Montero.
¿Qué supuso para ti la popularidad repentina? ¿Cómo la gestionaste?
Habana Blues fue una película polémica; pero gracias a la apropiación que hizo la gente de ella llegó a todas partes, tuvo gran alcance y eso nos impactó a todos los que participamos en el rodaje, no solo desde el punto de vista profesional sino también desde el económico.
Han pasado años desde que se estrenó la película y todavía a esta altura muchas personas se refieren a mí como Ruy. Aunque he participado en otras producciones, me siguen identificando con el personaje.
Recuerdo con mucho agrado el respaldo que nos brindó la gente y las muestras de cariño que nos llegaron por diferentes vías.
El público conectó con la historia del largometraje, que nos brindó la posibilidad de participar en algunos de los festivales más importantes del mundo, como Cannes, y de codearnos con actores y personalidades relevantes de la industria cinematográfica.
Después de la película tuviste la oportunidad de trabajar en países como Colombia e Inglaterra. ¿Para un cubano desarrollar esta carrera es más difícil fuera de Cuba?
Es complicado por muchos motivos. Por un lado, compites con actores de otros países que tienen una trayectoria consolidada y un equipo de trabajo que les gestiona su carrera, los orienta y representa.
Uno llega de cero a la escena internacional. No se conoce la obra que tenemos en Cuba. Luego está el tema del acento. Por suerte Habana Blues fue una carta de presentación para mí y pude formar parte de las series Quién manda a quién en Colombia, y Hollyoacks y Coronation Street en Inglaterra.
La telenovela Cuando el amor no alcanza te volvió a poner en contacto el gran público cubano. ¿Cómo se dio esta oportunidad?
A mi regreso a Cuba, el director Jorge Alonso Padilla me propuso trabajar en la telenovela. Era una buena oportunidad para regresar a la pequeña pantalla.
Cuando leí los primeros guiones, supe que estaba frente a una buena historia y decidí ser parte del proyecto que, como dices, me volvió a acercar a la audiencia nacional. El público cubano llevaba un tiempo sin verme en pantalla.
Pudimos disfrutarte en la telenovela En fin, el mar y la serie Lucha Contra Bandidos (LCB). ¿Qué destacarías de cada una?
Ambas me aportaron muchas vivencias. En la telenovela En fin, el mar conviví por un largo periodo de tiempo con personas que se dedican a este oficio y fui parte de todo el proceso como si fuera un trabajador de la cooperativa pesquera que recreaba la novela.
La serie Lucha Contra Bandidos (LCB) también demandó mucho sacrificio. Trabajamos en la serranía y teníamos jornadas de grabación largas; pero todo el esfuerzo fue gratificado por el resultado final de estas producciones.
Recientemente formaste parte del elenco de Tan lejos y tan cerca. ¿Cómo fue el ambiente de trabajo en la telenovela?
Mi personaje requirió mucha preparación. Tuve que asesorarme en las grabaciones con una especialista del tema por mi poca familiaridad con las rutinas de un enfermero.
El personaje era parte del triángulo amoroso que definía la trama central de la novela. Por eso algunas personas lo vieron con malos ojos; pero era un hombre dedicado a su profesión, que creía en el amor y estaba dispuesto a asumir todo lo que traía aparejado su relación.
A pesar de que trabajamos en un contexto sanitario complicado (por la pandemia), nos esforzamos para que la telenovela saliera y se preservara la salud de todo el elenco. No hubo escenas de mucha interacción afectiva. La prioridad era que los actores estuvieran en perfecto estado y que se pudiera finalizar el proyecto con la mayor calidad posible.
¿Has sentido en algún momento que te han escogido para un personaje solo por tu presencia física?
La presencia física abre puertas a algunas personas, sin duda, pero hay directores a los que los actores con estas características tienen que demostrarles el doble de talento.
La imagen es una carta de presentación, pero considero que tiene que venir acompañada por el esfuerzo, la preparación, la constancia y la dedicación.
En mi caso, a lo mejor me ven como una persona con buena presencia, pero siempre he tenido que esforzarme para obtener las metas que me he planteado en la vida.
La actuación y la música están íntimamente relacionadas en tu vida. ¿Cuándo comenzaron a unirse? ¿Cómo compaginas estas dos pasiones?
La música siempre ha estado presente en mi vida; de hecho, comencé en el arte por esta manifestación. A los 19 años de edad estudié guitarra y canto en la escuela de música de Guanabacoa. En esa época hice música tradicional. Trabajaba en las cercanías de la Catedral hasta que dejó de funcionarme. Es cuando me vinculo de manera fortuita a la actuación.
La música quedó en pausa; hasta que, más adelante, en España, grabé un disco con Sony BMG. Cuando regresé a Cuba, después de este periplo internacional, la retomé, y he seguido vinculado a esta manifestación artística. La música no puede faltar en mi vida.
Y la conducción, ¿qué lugar ocupa en tu carrera?
La conducción de espacios televisivos y centros nocturnos fue apareciendo en el camino. Es algo que disfruto, porque me permite desdoblarme y que me vean en otras facetas. Me encantan los retos.
Cuando me invitaron a hacer locución decidí encararla. Cada día me preparo para defenderla dignamente. Siempre he contado con la asesoría de buenos colegas que me han transmitido sus experiencias.
Has trabajado al lado de grandes actores cubanos. ¿Esto ha favorecido tu creatividad?
He tenido la suerte de aprender de grandes actores de nuestro país, que han sido mis referentes. Enrique Molina, Manuel Porto, Rubén Breña, Rogelio Blaín, Alicia Bustamante, Roberto Perdomo, Osvaldo Doimeadiós, Fernando Hechavarría… y muchos otros.
Estar con ellos en el mismo set de grabación ha sido una escuela en la que aprendí muchos de los preceptos de la profesión. Trabajar con estos maestros fue un reto y una motivación. Me impulsó a estar a la altura del momento y crecerme como profesional.
Soy de los actores que abogan por el trabajo en equipo; busco las vías para interactuar, no solo con los actores, sino con todo el equipo técnico, para nutrirme de los conocimientos de los que me rodean.
Si Humberto Rodríguez no te hubiera dicho que para ir a sus ensayos tenías que probarte como actor, ¿se te habría ocurrido dedicarte a la actuación?
No se me habría ocurrido. Llegué hasta la Casa de la Cultura de Plaza acompañando a un amigo que estaba interesado en participar en los talleres de actuación. No pasaba por mi mente la idea de vincularme con el mundo artístico.
Tenía otras prioridades y ese instante cambió el rumbo de mi vida. Fue el detonante para que me encaminara hacia esta profesión. Humberto Rodríguez, con esa gran visión suya, percibió primero que yo que tenía las aptitudes y me convidó a trabajar para desarrollar las habilidades que se necesitan para dedicarse a esta carrera.