Getting your Trinity Audio player ready...
|
Aunque aún joven, Carlos Fernández ha sabido consolidar una presencia sólida en la televisión cubana, construida con talento, entrega y una sensibilidad poco común. Su proyección ahora cruza fronteras gracias a Tiguere, su primer protagónico en el cine internacional, bajo la dirección del dominicano José María Cabral.
Estrenada en enero durante el Festival de Cine Global de Santo Domingo y aclamada en otros eventos como el de Sao Paulo y la sección Copia Final de Ventana Sur en Buenos Aires, la cinta explora los conflictos de identidad y masculinidad desde la mirada de un adolescente sensible, interpretado por Fernández con una madurez sorprendente.
Su personaje, Pablo, es un joven artista atrapado en un campamento donde se pretende formar “tigueres”, hombres duros y dominantes, bajo la rígida mirada de su padre, el instructor Alberto (Manny Pérez).

Antes de llegar a este importante papel, Carlos Alberto ya había demostrado su talento en la televisión nacional, con actuaciones en el episodio “Decisión”, de la serie Rompiendo el silencio y la telenovela Los hijos de Pandora, donde su naturalidad frente a las cámaras y su capacidad para trabajar las emociones fueron elogiadas por la crítica.
Tiguere marca un punto de giro en su carrera, no solo por ser su debut en el cine, sino por el nivel de exigencia del papel y el contexto internacional de su producción.
“El proceso de casting fue riguroso, porque la película se filmaría en República Dominicana y tuve que hacerlo a través de un teléfono celular, por WhatsApp”, contó el actor a OnCuba.
“Las escenas del casting eran muy complicadas y cruciales para la película. Por suerte, conté con la ayuda de los actores Jazz Vilá, Carlos Solar y Yeni Soria —y Jazz, que es además un director maravilloso—. Los tres me ayudaron muchísimo, me dieron consejos para cuidar la iluminación, los encuadres y otros detalles importantes”.
Carlos recuerda con especial emoción el momento en que supo que había sido elegido: “Estaba en casa de un amigo cuando mi mamá me llamó y me dijo: ‘Ven, que Jazz quiere hablar con nosotros’. Cuando llegué y me dieron la noticia de que iba a hacer mi primera película, cine, y además a nivel internacional, fue una emoción enorme. La verdad, fue algo muy bonito. No me lo podía ni creer”.

¿Qué te atrajo inicialmente del personaje cuando por fin tuviste el guion en tus manos?
El personaje de Pablo me llegó, inicialmente, porque es una historia personal de mi director, José María Cabral. Él pasó por ese campamento militar, y eso le dio mucha autenticidad al guion.
Me encanta que Pablo atraviese varias fases: al principio es un niño muy introvertido y, a partir de todo lo que vive —incluidos los maltratos de su padre—, va transformándose en el “tiguere” que él mismo quería ser.
¿Cómo te preparaste para interpretar el personaje?
Tuve muchas conversaciones con el director sobre su experiencia y, como era un papel bastante traumático, recibí acompañamiento psicológico.
Además, como practico equitación, me tocó reforzar el entrenamiento con el caballo, porque había escenas importantes que requerían estar muy en sintonía con el animal.
Fue un proceso intenso, lleno de aprendizajes y vivencias súper interesantes.

Fue fácil acercarse emocionalmente a la historia…
Sí. Conecté muy bien con el grupo de adolescentes que conforman el elenco de Tiguere. Son chicos maravillosos, y fue un verdadero placer trabajar con ellos.
Pero la experiencia sí fue bastante intensa a nivel emocional, sobre todo por la preparación del guion y todo a lo que estábamos sometidos durante el proceso. Aunque, sinceramente, fue una vivencia muy enriquecedora y que disfruté muchísimo.
¿Cómo fue trabajar con el director José María Cabral y el equipo de producción?
El equipo de producción fue maravilloso. Muy trabajador, siempre en su lugar, cumpliendo cada uno con sus funciones.
Y José María Cabral es un director polifacético. Le gusta improvisar, experimentar, probar cosas nuevas… Eso hizo que el proceso fuera súper enriquecedor. Tuve la gran suerte de trabajar con este magnífico director, que me enseñó muchísimo.
Tiguere fue seleccionada para la sección oficial del Festival de Cine de Guadalajara 2025. ¿Qué significó para ti y para el proyecto?
Fue una gran satisfacción que nuestra película pudiera recorrer más el mundo del cine internacional, especialmente en el Festival Internacional de Guadalajara, que es importantísimo.
Allí tuve experiencias muy lindas y recibí una calurosa bienvenida y acogida por parte del público. Significó muchísimo para mí.

¿Crees que Tiguere refleja o cuestiona aspectos sociales relevantes para la juventud iberoamericana? ¿Qué mensaje esperas que el público se lleve?
La película también quiere mostrar una crítica al machismo, que plantea que los hombres no pueden mostrar vulnerabilidad ni ceder su fuerza frente a las mujeres. Son ideologías que predominaban en esa época y que, por desgracia, todavía existen.
Lo que queremos transmitir al público, y lo que quise transmitir directamente con esta película, es que uno nace siendo como es. En el caso de Pablo, por ser más sensible que los demás, trataron de forzarlo a ser un hombre que él no quería ser, lo cual trajo consecuencias inesperadas, pero que también generaron mucha reflexión y aceptación.
El camino se empieza andando… y actuando
“Decisión”, uno de los episodios de Rompiendo el silencio, y Los hijos de Pandora fueron tus primeros trabajos en televisión. ¿Qué aprendiste y cómo te prepararon estas experiencias para papeles más desafiantes?
Rompiendo el silencio y Los hijos de Pandora fueron muy importantes para mí. Agradezco haber tenido la suerte y el placer de trabajar en esos proyectos, que me enseñaron muchísimo. La verdad, todos los directores y actores aportaron muchísimo a mi formación actoral.
En Rompiendo el silencio, por ejemplo, trabajé con Carlos Solar y Yeni Soria, dos personas que quedaron conmigo para toda la vida; mientras que en Los hijos de Pandora recibí, además de popularidad, el cariño del público, que es lo más importante.
Es un orgullo para mí haber formado parte de esos dos proyectos.
¿Cómo haces para balancear tu vida personal con la exigencia de tu carrera actoral?
He logrado balancearla muy bien, porque la actuación es algo que amo. Para mí es un placer dedicarme a lo que realmente me gusta, así que no tengo ningún problema en ese sentido.
¿Qué sueños y metas tienes para tu futuro en la actuación?
Simplemente seguir formándome como actor, continuar aprendiendo y trabajar en todos los proyectos que vengan. Trataré de ser mejor en cada uno y siempre dar el cien por ciento.
Mis objetivos son seguir trabajando en la Televisión Cubana y, por qué no, en la internacional. Amo muchísimo el cine, el teatro y todo lo que tenga que ver con la actuación.
¿Qué mensaje o consejo les darías a jóvenes que quieren comenzar esta carrera?
Si realmente aman lo que hacen, deben entregarse al cien por ciento. Que siempre se mantengan trabajando, documentándose, viendo muchas películas y estudiando. Y, sobre todo, que le pongan ese toque de amor y pasión para sentirse cercanos a todas las personas que nos siguen y nos quieren.

Después de su aplaudido debut internacional con Tiguere, Carlos Fernández regresa a las pantallas cubanas con renovadas energías y nuevos personajes que siguen desafiándolo como actor.
Recientemente, el público pudo disfrutar su participación en el telefilme Después del abrazo, donde encarnó a Yosbel, un joven que, según él mismo confesó, “no tiene similitud alguna con el Carlos de la vida real; más bien es cobarde, ya que huyó de la situación en la que se vio inmerso, cuando lo correcto era afrontar su responsabilidad y jugar el papel que le correspondía”.

Asumir ese rol, añadió, fue una experiencia reveladora: “Nunca había pasado por nada parecido en mi vida; vivirlo a través de la actuación, adoptando la posición de un personaje, te prepara y siempre deja una enseñanza para el futuro”.
Sin ofrecer muchos detalles, Carlos adelantó que próximamente lo veremos en Las reglas de Rodo, una serie de comedia dramática escrita por Amílcar Salatti y dirigida por Magda González Grau, que abordará el Trastorno del Espectro Autista (TEA) desde una mirada cercana y sensible.
“Es otro personaje que me ha exigido mucho, y eso me encanta. Precisamente de eso se trata la actuación: asumir retos que te hagan desdoblarte y crecer profesionalmente”, comentó con entusiasmo.
La serie, que llegará a la pantalla en septiembre por Cubavisión, marca un nuevo capítulo en la carrera de este joven talento que no deja de sorprender.
Carlos Fernández encarna hoy el significado de crecer sin renunciar a uno mismo. Aunque se prepara para iniciar la carrera de Contabilidad y Finanzas en la Universidad de La Habana, mantiene firme su compromiso con la actuación, una pasión que lo impulsa a seguir formándose y desafiándose.
“Continúo mi formación como actor, pues, aunque ahora me toque crecer en otro escenario académico, el arte y la actuación siempre serán una parte indispensable de mi vida”, afirma con la humildad y convicción de quien sabe que crecer también implica mantenerse fiel a la esencia propia.
En su día a día, comparte con su familia y amigos, disfruta del fútbol y lleva una vida sencilla y feliz. Así, con los pies en la tierra y la mirada puesta en el futuro, Carlos sigue construyendo su camino, donde crecer y ser auténtico no son opciones separadas, sino una sola verdad.