Maydely vive un mundo de fantasía. No sabe si es por todas las películas de Estudio Ghibli que ha visto desde pequeña, o porque se aburre con facilidad y necesita recrear una realidad diferente a la que ve a diario. Desde pequeña jugaba con los amigos en su natal Cruces, en Cienfuegos, a disfrazarse y tomarse fotos, “ponía a mis vecinitos como modelos”, confiesa a OnCuba esta fotógrafa, quien desde hace muchos años nadie la conoce como Maydely Pérez.
“Hay gente que no sabe mi nombre”, confirma.
May Reguera ( Cruces 1990) es una de las fotógrafas más conocidas en Cuba, gracias a su trabajo en el mundo de la moda y la publicidad, así como por sus coloridos retratos y algún que otro polémico desnudo publicado en redes sociales, donde se puede encontrar buena parte de sus materiales fotográficos. Su página en Facebook está precidida por una frase de Balzac, que resumen su filosofía de vida: “Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia.”
La actriz y modelo comentó a OnCuba detalles de su más reciente trabajo, así como de otros pormenores de su vida y su trabajo. “De niña siempre tuve cámaras compactas y era muy común que anduviera tirando fotos en los cumpleaños, disfrazaba a mis amiguitas y jugaba un poco con eso. Para un niño es fascinante capturar una imagen e imprimirla”.
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Pero una etapa en particular marcó a May, una especie de bache al graduarse de actuación en La Escuela Nacional de Arte (ENA). “Estuve cuatro años haciendo teatro, me gradué de la ENA y luego del ISA en curso por trabajadores. Hice teatro para niños también, pero hubo un momento de vacío. En ese lapso me planteé, ¿qué más puedo hacer? ¿Cómo expresar cosas que quiero decir? Estaba el deseo de crear, pero no encontraba cómo.
“Mi hermana me regaló una camarita, una Canon 1000 y empecé a hacerme fotos con una lamparita de noche, también con mi amiga Laura Treto. Nos vestíamos y hacíamos varias cosas. Esas fotos las entregaba ella en castings y así se sumaron varios amigos. Esos trabajos llegaron a la revista Garbos y comencé a trabajar con ellos.
“Fue muy bueno porque creaba mucho, el reto era como hacerlo diferente y atractivo. Ahí se volvió la cosa seria porque mientras más haces, se convierte en algo real y entonces te dices ‘bueno sí, soy fotógrafa’.
“No he estudiado en ninguna escuela de fotografía, siempre se me ha hecho difícil combinar esos estudios con el trabajo, que es no es poco. Estuve cerca de un mes en la Escuela de Fotografía Creativa de La Habana y ese primer curso donde di manejo de cámara si fue súper útil. Lo demás que sé es intuición, conocimientos a partir de cosas que leo, y siempre pregunto si me surgen dudas.
Si ya desde pequeña te gustaba la fotografía, ¿por qué el teatro?
De niña realmente quería ser bailarina. En Cruces empecé en baile y gimnasia hasta que me diagnosticaron escoliosis y problemas en las rodillas y me desalenté. Llegué al teatro como una alternativa.
Comencé en Cruces en un grupo de aficionados y me gustaba mucho, íbamos a festivales de aficionados en Cienfuegos y La Habana y en 9no grado sacaron la convocatoria para estudiar en la escuela de arte, me aprobaron y cursé el primer año en Santa Clara y luego me trasladé para La Habana.
¿Cómo fue el cambio de la vida de Cruces a La Habana?
Cruces es un pueblo pequeño y en un momento hubo cierto esplendor porque estaban las semanas de cultura, venían muchos artistas de la capital y eso me fascinaba. Iba mucho al teatro también. Luego me mudé a Santa Clara y fue como un escalón. Aunque no lo creas, se siente la diferencia.
Venir para La Habana fue difícil al principio. Mucho. Sentía un vacío cultural muy grande, incluso en el lenguaje. También sentí que las personas no eran exactamente iguales. Me adapté y siento que de alguna manera me ha gustado siempre el cambio, imponerme nuevos retos, objetivos que me impulsen a moverme. Me aburro muy fácil de las cosas, así que estar cambiando me resulta atractivo. Fue un proceso difícil, pero enriquecedor.
¿Extrañas Cruces?
Una vez que terminas la escuela y comienzas a trabajar, la vida cambia, el ritmo cambia y cuando tengo la necesidad de un poco de paz y tranquilidad, voy a Cruces a menudo. También cuando te acostumbras a cierto ritmo sería difícil volver a vivir a mi pueblo. Pero regresar es una experiencia estimulante, incluso para mi trabajo.
May también comenta de su trabajo actual como actriz, profesión que nunca ha abandonado, a pesar de algunos momentos difíciles que ha pasado.
“Me he mantenido más en el teatro, con Ludi hice Bosques, con Teatro La Perla hice Cinco atardeceres para piano y ahora mismo estoy incluida dentro del elenco femenino de Las amargas lágrimas de Petra Von Kant, que se incluirá al cierre de la temporada que repara Carlos Díaz con Teatro El Público, que me tiene muy entusiasmada.
“El cine y el teatro me encantan, sobre todo el último porque el trabajo directo con el público es delicioso. El cine es otro proceso, hay más chance al error. No sabía decirte cuál de los dos me gusta más. Ahora voy a trabajar en la novela de Lester Hamlet, espero mejorar las experiencias que he tenido en televisión, donde tuve pocas y no muy buenas”.
A primera vista, May no parece cubana. De tez pálida y pelo rojizo, tiene un aspecto peculiar, atípica para alguien nacido en esta isla tropical. “La mayor desventaja que he tenido como actriz es lucir así en este país. En los castings que hice para la televisión me dijeron que parecía extranjera, que no encajaba en el perfil físico que estaban buscando.
“Algo positivo a señalar es que me permitió entrar en esta otra faceta de May, hacer fotografías, también el trabajo como modelo. Creo que cuando las personas son diferentes tienen la posibilidad de encontrarse con situaciones interesantes y eso es una suerte. Lo fue para mí.”
Como fotógrafa y actriz, ¿te resulta más cómodo trabajar con modelos y actores o con personas no profesionales?
En realidad me es cómodo con cualquiera. Siempre hay un trabajo con la persona a retratar, en el proceso de montar el set le pregunto cosas triviales para relajar a la persona. Indistintamente cada cual tiene obstáculos para abrirse o entregarse en una sesión de fotos. Los modelos tienen vicios que crean por la propia rutina profesional y trato de evitar eso a veces, para que luzca más natural. Igual si es trabajo de moda es muy fácil con los modelos, por supuesto.
Con quienes no son modelos es más importante el trabajo para relajarlos, porque estar delante de la cámara es aterrador. Yo empecé a hacer fotos porque como actriz iba a muchos casting y parte del proceso era hacerse fotos delante de todo el mundo y eso me provocaba pánico.
Realmente creo que estar delante de una cámara provoca una sensación de estar expuesto. Supongo que ese es el pánico que tienen muchos, pensar además que no son fotogénicos, concepto que creo que no existe. De la fotografía eso es de lo que más me satisface, hacer que las personas se sientan confiados y satisfechos consigo mismas.
Me fijo mucho en las personas, que tengan algo en particular. Por la calle veo personas con características peculiares que quisiera retratar. Pasa todo el tiempo. En un principio me les acercaba a preguntarle su teléfono, pero me di cuenta de que era un poco invasivo, ahora me presento, les digo que sigan mi trabajo en las redes sociales y les dejo mis contactos en una tarjeta.
En una sesión fotográfica pasa de todo. Piensas hacer algo que y tenías programado de cierta manera y a la hora de la verdad se da un resultado totalmente diferente; esto evito que pase sobre todo con clientes que esperan un resultado determinado. Me gusta lo espontáneo, no me gusta presionar nada.
Sin embargo tienes muchos autorretratos…
Así empecé a hacer fotografía, todavía los hago porque hay cosas que solo yo permito y son muy difíciles pedirle a otra persona que lo haga, como los desnudos. No todo el mundo está tan dado a exponerse de esa manera. También debe ser por esa necesidad, como actriz que soy, de estar delante de la cámara y expresar cosas directamente, aunque con los retratos que hago a otras personas también expreso cosas mías.
¿Te resulta fácil o complicado el tratamiento del desnudo?
En realidad, nunca fue algo que me llamara mucho la atención. Los desnudos que yo he hecho son como crudos, respecto al tratamiento artístico que les he dado, ya sea como modelo o como fotógrafa. Como actriz si me cuido mucho más, me cercioro de qué manera se va a mostrar, si en la historia es necesario. Hay mucho tabú aquí en Cuba y en el mundo en general.
De ahí surge Libre, el proyecto en el cual estoy trabajando, a partir de una foto censurada en mis redes sociales, por el mecanismo de Instagram o por un seguidor que me denunció la imagen. En ese entonces desconocía de la política de publicación y fue algo que me impactó. Con tantas cosas horribles que se ven y se publican en Iinternet y no pasa nada con eso, nunca pensé que mi foto pudiera ser censurada.
La serie comenzó en un principio por la idea de retratar mujeres y luego pensé que no podía hacer eso pues si quieres defender la idea de tener los mismos derechos, no puedes excluir. Todos tenemos ese derecho de expresar algo si lo necesitamos.
No sé hasta qué punto pueda cambiar algo exactamente este trabajo a nivel social, pero sí estoy segura que lo hizo en las personas que vinieron aquí a hacerse retratos. No se si les dura un día o una semana o siempre, pero algo les cambió. Después de las fotografías de Libre, las personas me llaman y me escriben cosas bonitas, algo perciben luego de pasar esta experiencia.
Hay un trabajo con las emociones, más bien con las experiencias vividas por la gente y ha sido impactante, algo que no esperaba. Hice una convocatoria abierta en redes sociales y en realidad pensé que no iban a venir muchas personas porque es de desnudos. Va de quitarte un suéter y quedarte desnudo del torso hacia arriba.
A partir de la convocatoria que hice a aceptarte como eres y sin filtros, vinieron un montón de personas y el trabajo con cada uno fue impactante. La gente tiene muchos dolores y reservas. Quienes vinieron a exponerse es porque de verdad lo necesitaban. El proceso me ha estimulado mucho.
¿Cómo llegas a trabajar con Vogue?
La plataforma de la revista tiene en la web un espacio donde cualquier persona puede inscribirse y hacerse un portafolio. En realidad no es que trabaje directamente con ellos, puede hacerlo cualquier fotógrafo, incluso he guiado a algunos que lo hacen actualmente.
Te abres tu portafolio o carpeta y regularmente subes imágenes que ellos deciden escoger, que viene siendo lo más difícil. No sabría decirte cual es el criterio de selección, igual es una sensación muy agradable porque ves que tu portafolio aumenta y que te elijan es genial porque reconocen tu trabajo y sabes que lo que estás haciendo está bien.
¿Cuánto te ayuda incorporar elementos de otras artes a tu trabajo como fotógrafa?
Me nutre muchísimo. La música me inspira mucho, las películas de animación de Estudio Ghibli me fascinan, no solo por los mundos de fantasía que muestra, también por los colores. Las artes plásticas también, sobre todo aquellas obras más clásicas por el trabajo que tenían respecto a la iluminación, eran unos genios. También el tratamiento del color en ciertas pinturas me resulta instructivo.
Cuando yo choqué con los colores, fue algo adictivo. El otro día me inventé aquí cualquier cosa y llamé a una muchacha que me reconoció por la calle y me dejó su contacto para una sesión de fotos. Llevaba tanto tiempo haciendo retratos en blanco y negro para Libre y extrañaba el color, necesitaba contrastar. A mí me cuesta mucho trabajo llevar una foto en blanco y negro.
Incluso en tu imagen se ve ese colorido intenso…
Es curioso porque mientras estudiaba en la ENA pasé por una etapa, supongo que sea muy recurrente en los adolescentes, que fue totalmente gris… negra. Todo mi closet era negro. Un día abrí el closet y me dije “esto no puede ser”. Hasta ese día. Me gustan todos los colores, no tengo preferidos.
La obra de esta artista no se limita solo a la fotografía de publicidad y modas. En algún momento exploró la fotografía documental, incluso aun lo hace, aunque en menor medida. Admite que le parece poco atractivo “retratar algo que es así y ya. Me estimula mucho más recrear o crear otra realidad diferente a la que vemos todos los días, o la que puede ver cualquiera que va caminando por la calle.
“Aunque hay fotografía documental hermosísima, aquí en Cuba también, prefiero crear la realidad que a mí me gustaría. El haber estudiado actuación te permite crear personajes, historias, no es la realidad lo que más me atrae, sino la ficción dentro de esa realidad.
“La imagen es muy transformable. Tu cambias tu color de pelo, vistes de otra manera, son cambios normales. Es muy superficial pensar algo diferente. Por eso me atrae el cambio.”
¿Te molestan las etiquetas?
Mucho. también que la gente trate de definirte por conceptos o por palabras o que traten de encasillar tu trabajo cuando al final tú tienes el poder de transformarte y hacer cosas diferentes. Todos tienen la posibilidad de crecer, de moverse, nada es estático. Las etiquetas de que si eres esto o eres lo otro, haces fotos de tal tipo, eso te deja sin posibilidades de desarrollarte, siempre puedes crecer de alguna manera. Eso me parece injusto, innecesario, aburrido.
Sin embargo, en tu área de trabajo tienes que lidiar con ciertos cánones o códigos de belleza establecidos.
Independientemente del trabajo que he tenido para alguna revista o cliente, hago las cosas que me gustan. He tenido esa suerte. Mi trabajo nunca se va a resumir sólo a lo que me pida el cliente, puedo hacer otras cosas y ampliar mis horizontes.
¿Cuánta importancia crees que tenga para un fotógrafo las redes sociales?
En lo personal ha sido crucial e indispensable. Empecé en las redes hace mucho tiempo cuando en algún punto, era una “actriz que hacía fotografías” y que quería exponer en un espacio. Tuve que chocar con varias galerías donde descubrí que cada galería, sobre todo las institucionales, pero también las particulares, tienen una nómina de artistas.
Toqué muchas puertas y pasé por varios momentos tristes donde tuve que entender que mis posibilidades eran muy pocas pues no pertenecía al Registro del Creador y tampoco tenía papel que me avalara como fotógrafa, cosa que no existe en Cuba. Decidí en ese momento, inconscientemente, a compartir mi trabajo en las redes sociales.
Al principio fui muy juzgada, incluso por amistades que decían que las redes no eran un espacio para publicar arte o que publicaba todo en las redes, cosa que no era muy normal aquí. Para mí fue una fortuna que la gente viera mi trabajo y se fuera relacionando con eso, tener un público que sigue lo que hago y aportan criterios que me ayudan mucho a medir que contenidos se asimilan más o menos. Ha sido el espacio que he tenido para establecerme, mi galería particular.
May confiesa que le estimula mucho hacer cosas aquí, en Cuba. “Desde aquí. A lo mejor sería más fácil, o no, irme a otra parte y tratar de hacer mi trabajo en otro lugar. Me gusta mucho mi entorno. Un director me dijo alguna vez que mi imagen no permitía mucho contar sobre nuestra realidad. Yo soy de Cruces, del campo, crecí jugando descalza con mis amigos, soy real, cubana.”
Conozco a Maide hace más de 16 años,más como actriz que como fotógrafa. Ahora mismo después de leer este artículo genial estoy doblemente orgullosa de haber compartido con ella como, persona, artista y creadora muchas veces. Esta mujer es cubana, actriz y fotografa al 200 % y tiene una sencibilidad a flor de piel que contagia al momento. Todos hemos visto lo rápido que ha crecido como fotógrafa.Hace algunos años en la escuela de Cine le dije el día que un buen director de Cine o TV ponga los ojos en tí ,te perdemos… Creo que llego la hora mi niña. Sinceramente, cosas como tú y tu talento es de lo que mejor se alimenta nuestra hizla.
Interesante perspectiva de la vida y el arte. Necesita se divulguen más sus exposiciones en la isla.