¿Cómo tratar los tipos más comunes de sarna?

Son enfermedades curables, siempre que se siga un tratamiento adecuado. Abandonar el animal jamás será la solución.

Ilustración: Claudia Margarita Guillén Miranda.

Muchos de los perros que deambulan por nuestras calles están contaminados con sarna, la mayoría en pésimo estado. Animales con mal olor, pérdida de pelo y picazón… La sarna sarcótica y la sarna semodécica se pueden ver a diario en consulta, sobre todo en animales abandonados. De hecho, se asocian a animales con malnutrición, inmunodeprimidos y convalecientes.

Es muy frecuente encontrar cierta ingenuidad por parte de la población al respecto. También cierto salvajismo, al tomar la decisión de desterrar al animal del hogar, tratarlo como algo repugnante e incluso matarlo despiadadamente por tener simplemente algún tipo de sarna.

Solemos encontrarnos a ese dueño no tan irresponsable, pero igual de salvaje que intenta, con una completa falta de conocimientos veterinarios, restaurar la salud de la piel de su perro con métodos poco prácticos o amigables a los que orgullosamente llama “remedios caseros”. Entre estos, está el famoso baño con aceite quemado de motor, el más común, antiguo y torpe de todos. Este producto es exitoso aparentemente porque puede ahogar el ácaro, pero también puede dañar la piel del animal.

Por supuesto, existen remedios mucho más efectivos y amigables que ese. Para tratar adecuadamente la enfermedad, es necesario entenderla y desmitificarla.

¿Cuál es el agente causante de estos tipos de sarna?

Los ectoparásitos o parásitos externos incluyen una gran variedad de artrópodos parásitos, que pertenecen taxonómicamente a la subclase Acari (garrapatas y ácaros) y a la clase Insecta (pulgas, piojos picadores y masticadores, mosquitos y moscas).

Los parásitos externos son importantes en la salud de nuestra mascota porque pueden causar lesiones cutáneas. También pueden inducir una respuesta inmunopatológica y transmitir agentes patógenos. Incluso pueden ser zoonósicos o transmitir infecciones zoonósicas y así interferir en la relación entre humanos y animales. Su control forma parte del mantenimiento de la salud de los animales de compañía.

Las lesiones cutáneas pueden favorecer infecciones secundarias por bacterias o por hongos (Malassezia spp) y producir diversos tipos de dermatitis. La respuesta inmunitaria, inducida especialmente por la saliva del ectoparásito, puede dar lugar a reacciones alérgicas.

Los artrópodos pueden actuar como vectores de patógenos, causando las enfermedades vectoriales o enfermedades transmitidas por vectores (ETV). En la mayoría de los casos, la importancia clínica de las ETV es mayor que la infestación por los vectores que las transmiten.

Las mascotas infestadas por ectoparásitos pueden constituir una fuente de infestación para sus propietarios y resultar una verdadera molestia (ej. las pulgas).

En infestaciones masivas por ciertos ectoparásitos, no solo se producen lesiones cutáneas, si no anemias graves debido a su carácter hematófago.

Sarna demodécica

Este tipo de sarna es causada sobre todo por una especie, Demodex canis, que se conoce como ácaro folicular. En los gatos, la demodicosis la causa principalmente la especie Demodex cati.

Los ácaros del género Demodex se consideran parásitos comensales de los perros, ya que se encuentran en un número reducido en su piel, sin que estos presenten signos clínicos. La mayor parte de su ciclo lo pasan en la luz del folículo piloso y en casos de infestaciones masivas pueden invadir las glándulas sebáceas. Los ácaros de este género no pueden sobrevivir fuera del hospedador.

Los cachorros recién nacidos adquieren los ácaros por contacto directo con la piel de sus madres, a los pocos días de vida, sin presentar signos clínicos de infestación. La demodicosis felina es una parasitosis poco frecuente. El ciclo biológico de D. caties, similar al de D. canis. D. gatoise, se ubica principalmente en el estrato córneo.

La demodicosis canina (sarna demodécica) producida por D. canis es una parasitosis que afecta sobre todo a los animales jóvenes. Los cachorros recién nacidos se contagian por contacto directo durante la lactación y así, las infestaciones y lesiones iniciales aparecen en la región facial (labios, párpados, puente nasal y orejas). Con el tiempo, los ácaros pueden colonizar la piel del resto del cuerpo.

Algo muy importante: Demodex Spp es específico del hospedador y, por tanto, no parasita a otras especies, incluidos los humanos. La enfermedad no se considera contagiosa, ya que la mayoría de los animales enfermos presentan también una predisposición genética a padecer alguna inmunosupresión.

La inmunopatología de esta parasitosis no se conoce completamente y en muchas ocasiones se desconocen las causas que la provocan. Sin embargo, se ha vinculado el desarrollo de demodicosis en animales adultos al tratamiento prolongado con corticoesteroides, la quimioterapia, un cáncer subyacente y endocrinopatías. Así, en perros adultos deben evaluarse las potenciales causas subyacentes.

Signos clínicos

Perros

La demodicosis se presenta de forma local o generalizada. Clínicamente se pueden distinguir la demodicosis localizada leve o la demodicosis pustulosa grave.

En los casos menos complicados, el animal no suele presentar prurito (picazón o comezón), aunque en algunas ocasiones esto va unido al desarrollo de un pioderma bacteriano secundario.

La demodicosis canina localizada suele presentarse en animales menores de seis meses. Sin embargo, también se han observado pequeñas alopecias no inflamatorias en el puente nasal y la punta de las extremidades anteriores, en perros mayores de dos años y en perros adultos.

Muy a menudo, las lesiones en los párpados y la región periorbital dan al perro el aspecto de “llevar gafas”. La mayoría de los casos de demodicosis juvenil localizada se presenta en forma de demodicosis escamosa, caracterizada por zonas alopécicas, con descamación, eritema, foliculitis y engrosamiento de la piel. En casi todos los casos, esta forma no es prurítica. La demodicosis canina localizada no es grave y suele resolverse sin tratamiento, en seis a ocho semanas. Las recidivas no son frecuentes porque el animal parasitado se hace inmunocompetente.

La forma juvenil es frecuente en animales desde los dos hasta los 18 meses, aunque no hay una edad límite. Según el estado de salud del animal, la demodicosis puede resolverse de forma autolimitante, si bien en la mayoría de los casos requiere un tratamiento específico para evitar que evolucione a una enfermedad grave.

La demodicosis generalizada en los adultos suele presentarse en perros mayores de cuatro años y no es grave, salvo excepciones. Se desarrolla tras la multiplicación masiva de los ácaros debido a un fenómeno de inmunocompromiso secundario a una enfermedad sistémica (ej. hiperadrenocorticismo, hipotiroidismo, neoplasias, otras infecciones sistémicas o una inmunosupresión prolongada), la cual debilita el sistema inmunitario del animal afectado.

Aunque no se ha demostrado que la demodicosis generalizada juvenil sea una enfermedad hereditaria, no se recomienda utilizar para la cría a hembras que la hayan padecido o que hayan tenido una camada afectada.

Los perros afectados desprenden mal olor debido a la elevada destrucción de glándulas sebáceas. Requieren tratamientos prolongados debido a la gravedad de las lesiones cutáneas. El éxito del tratamiento estriba en la detección de cualquier enfermedad subyacente, que pueda estar empeorando el cuadro clínico o impidiendo su resolución.

Gatos

La demodicosis no es muy frecuente en los gatos. Normalmente se presentan formas descamativas, con alopecia en los párpados y la zona periocular. Algunas veces se desarrolla la demodicosis generalizada, principalmente en aquellos animales afectados por otra enfermedad sistémica grave (ej. diabetes mellitus e infección por Virus de Leucemia Felina).

Los gatos infestados por D. gatoise acicalan y lamen las zonas afectadas excesivamente. No se asocia esta demodicosis a ninguna enfermedad subyacente y se ha demostrado la transmisión directa de los ácaros de gato a gato.

¿Cómo se diagnostica? 

La demodicosis se diagnostica mediante la observación microscópica de raspados de las lesiones alopécicas.

En los casos en los que exista un pioderma instaurado, los ácaros pueden observarse directamente a partir del exudado obtenido de las pústulas y/o fístulas.

Ilustración: Claudia Margarita Guillén Miranda

Tratamiento en perros

La mayoría de los casos de demodicosis localizada se resuelven de forma espontánea, a las seis u ocho semanas sin tratamiento. El hecho de no tratar la demodicosis permite identificar a aquellos pacientes en los que la enfermedad progresa. Si se decide tratar al animal, se recomienda antibioterapia tópica y/o sistémica para el tratamiento de las infecciones bacterianas secundarias, pues no hay estudios que demuestren que el uso de acaricidas acelere la curación de la demodicosis localizada.

Está contraindicado el uso de productos con glucocorticoides o con cualquier fármaco que actúe a través de sus receptores, como la progesterona, porque puede agravar la enfermedad y provocar una demodicosis generalizada. Debe evaluarse el estado de salud del animal, sobre todo en lo que respecta a desórdenes del sistema inmunitario (condiciones de cría, malnutrición o parásitos internos). Se aconseja un examen clínico regular, que incluya la realización de raspados cutáneos cada dos o cuatro semanas, una vez realizado el diagnóstico para evaluar la resolución o progresión de la demodicosis.

Demodicosis generalizada

Esta requiere un tratamiento agresivo y prolongado. Deben determinarse y tratarse todos aquellos factores que afecten al estado general de salud del animal, antes de aplicar las medidas terapéuticas. Es necesario hablar con el propietario sobre el pronóstico y la probable necesidad de realizar un tratamiento costoso y largo.

Un tratamiento integrado debe incluir el uso de acaricidas, la evaluación y el tratamiento de cualquier enfermedad subyacente y el uso de antibióticos cuando se declaren signos de pioderma cutáneo. Se recomienda prolongar el tratamiento durante ocho semanas, tras el primer resultado negativo en el raspado. Se considera curación clínica cuando el animal no presenta signos en los siguientes 12 meses, una vez terminado el tratamiento. Las recidivas son frecuentes si no se realiza un tratamiento completo.

En Cuba hay dos fármacos fundamentales para el tratatamiento: el amitraz y la ivermectina. El primero se aplica de forma tópica y la segunda puede usarse de forma oral o inyectada subcutánea.

Para incrementar el contacto con la piel, es imprescindible recortar el pelo en los perros de pelo largo. También se recomienda el uso de champú antiséptico, para retirar las costras y reducir la carga bacteriana cutánea, antes de iniciar el tratamiento. Los perros deben secarse al aire libre o con un secador tras cada aplicación, y no pueden mojarse entre aplicación y aplicación.

Gatos

La mayor parte de los casos de demodicosis localizada en los gatos remite de forma espontánea, mientras que la demodicosis generalizada requiere tratamiento. No hay productos registrados para el tratamiento en los gatos, pero se ha descrito que la pulverización con sulfuro de cal es efectiva. Debe aplicarse al gato entre cuatro y seis semanas, a una concentración del 2%. De igual forma que en la demodicosis canina, en los gatos se trata de una infestación asociada a enfermedades subyacentes, que deben diagnosticarse previamente y tratarse de forma adecuada.

Muy importante: el amitraz, registrado para el tratamiento de los perros, no debe utilizarse en los gatos, por su intolerancia a este compuesto.

Sarna sarcóptica

El Sarcoptes scabei (var. canis) es el ácaro productor de la sarna sarcóptica en los perros.

Aunque ha desarrollado una alta especificidad de hospedador, temporalmente puede infestar a otros mamíferos, hecho que explicaría la zoonosis entre los perros y sus propietarios.

Esta transmisión es muy conocida entre los profesionales de la salud y en las personas se la denomina escabiosis.

La transmisión a los nuevos hospedadores a partir de animales infestados se produce por contacto directo o indirecto, en la mayoría de los casos por la transferencia de larvas que están en la superficie de la piel.

Las localizaciones más comunes para S. scabei son las orejas, los codos y los corvejones, aunque en infestaciones graves, las lesiones pueden generalizarse por todo el cuerpo. Las lesiones iniciales son en forma de eritema, y pápulas, seguidas de la formación de alopecias y costras. Se trata de lesiones muy pruríticas, por lo que los animales se autolesionan.

Los perros empiezan a rascarse antes de que las lesiones sean visibles y se ha sugerido que el prurito aumenta debido al desarrollo de una hipersensibilidad a los ácaros. Sin tratamiento, la enfermedad progresa y las lesiones se distribuyen por toda la superficie corporal, a la vez que los perros se debilitan.

El signo clínico más relevante de la sarna sarcóptica es el prurito. Los bordes de las orejas son la región más afectada y el 90 % de los perros se rascan el pabellón auricular.

El diagnóstico clínico debe confirmarse mediante la observación de los ácaros mediante raspado.

Dado que los ácaros, por la naturaleza de su ciclo biológico, eligen zonas de difícil acceso y, con el objetivo de eliminar todos los parásitos, los tratamientos sistémicos han demostrado ser los más eficaces.

El amitraz y la ivermectina también son eficaces para la sarna sarcóptica.

El tratamiento debe ir precedido de baños antisépticos, para eliminar las costras e higienizar la piel. En los animales con una infestación grave, que presentan prurito y se autolesionan al rascarse, puede reducirse con la administración de corticosteroides durante un periodo corto de tiempo (de tres a cuatro días), junto con el tratamiento acaricida.

La sarna sarcóptica es muy contagiosa y los animales afectados deben aislarse mientras están siendo tratados. En los criaderos y albergues, se recomienda el tratamiento de todos los animales que hayan tenido contacto con un perro enfermo.

Aunque este tipo de sarna no es frecuente en los gatos, se han descrito algunos casos.

Otros métodos y productos para tratar ambas sarnas

Como estas enfermedades están asociadas a animales mal nutridos e inmunodeprimidos, es importante tratar también las causas subyacentes.

Una buena nutrición y un tratamiento con suplementos vitamínicos ayuda mucho en el control de la sarna. El animal también debe encontrarse en un ambiente libre de estrés.

La esterilización es otro detalle a tener en cuenta en caso de sarna demodécica.

El uso del aceite de Neem y los baños con hojas hervidas de este árbol resultan efectivos para el control de los ácaros.

Otro producto que se usa mucho en estos tiempos y que brinda excelentes resultados es el aceite de coco, empleado de forma tópica.

El aceite de salmón y el Omega 369 también se han usado y han ayudado mucho en los tratamientos.

No es imposible curar la sarna, aunque tome tiempo y dedicación. Es increíble y hermoso ver cómo renacen tras un simple tratamiento, cómo el pelaje vuelve a ser el del perro que vivía bajo ese enjambre de ácaros.

Por supuesto, no arreglará nada dándole la espalda al animal.  

Nota de la editora

La clínica está abierta a temas sugeridos por ustedes. Déjennos sus dudas en los comentarios, y las tomaremos en cuenta para próximas entregas.

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