Refugios de animales en Cuba: una alternativa para nuestros “callejeros”

Refugiar o acoger animales abandonados requiere de responsabilidad, la buena voluntad no es suficiente para garantizar el bienestar de los desamparados.

Ilustración: Claudia Margarita Guillén Miranda.

El “Bienestar Animal” se propone satisfacer plenamente las necesidades físicas y psicológicas de un animal, de acuerdo con su especie y raza. Es importante que los propietarios sepan cómo satisfacer esas necesidades de la mejor manera, ya que nuestros animales son seres vivos capaces de amar y sentir dolor, y nos han acompañado a lo largo de nuestra historia. Por estas razones, compartimos con ellos los mismos derechos naturales.

No obstante, y tal vez por pertenecer a la cumbre de la cadena evolutiva, hemos abusado un poco de la buena voluntad de nuestras mascotas. Gran parte de la población de animales de compañía en Cuba es condenada a diversas formas de maltrato, como la cruda vida callejera; fenómeno que crece a lo largo del tiempo, y ha llegado a convertirse actualmente en uno de los problemas más significativos de nuestros tiempos, cuya necesidad apremiante de resolución toca ya —afortunadamente— la consciencia de muchos.

Tras derrocar la ignorancia, la solución para esta problemática se divide en partes, pues no hablamos de una situación actual sino de un cáncer cultural de décadas.

La noción de tenencia responsable de mascotas, que se basa en el cumplimiento pleno de las necesidades básicas de los animales, puede consistir en adoptar, brindar acogida temporal, o apadrinar en una propiedad a varios “callejeros”, como sucede con los refugios. Ocurre que, si difícil es brindar un buen cuidado a un único animal, resulta de un alto grado de responsabilidad y compromiso encargarse de un número mayor. 

Los animales abandonados deben ser encaminados a lugares que puedan cubrir sus necesidades y reubicar su destino en el seno un hogar digno, pues la vida ambulante es triste y denigrante y ningún ser vivo debería ser expuesto a tal maltrato.

Construir y administrar un refugio para animales desamparados consta como un compromiso casi irreversible dentro de las políticas que engloba el “Bienestar Animal”. Para albergar un número amplio de animales y garantizarles comodidad se requiere esfuerzo y, sobre todo, ingresos financieros estables que permitan realizar un buen trabajo.

Aunque no resuelve la situación del todo — de hecho construir refugios para animales callejeros no es una solución, pues siempre habrán animales abandonados que terminarán en las calles o en los mismos refugios, llevando al máximo el cupo de los mismos y trayendo problemas que convierten a los albergues en campos de hacinamiento—, puede aliviar la causa y facilitar las soluciones al intentar controlar la situación de los “callejeros”, siempre que se cumplan debidamente las medidas, para que los refugios ejerzan su papel correctamente.

La verdadera solución para los animales callejeros está en el enriquecimiento cultural de las sociedades mediante campañas a favor del bienestar animal y el respeto por el ecosistema y el medio ambiente. Inculcar la tenencia responsable mediante campañas de esterilización, adopción, vacunación, desparasitación, entre otras, erradicaría la situación de los callejeros y aliviaría la necesidad de crear refugios al punto de extinguir esa idea.

Insistimos en que la labor de construir albergues para animales es un paso inicial que ofrece estabilidad para procesar soluciones. Se trata de un trabajo ordenado y repensado, de buena fe y sacrificio. No debe tomarse a la ligera, ni como una cuestión moral de brindar ayuda, pues el remedio puede resultar peor que la enfermedad.  

Es importante conocer las necesidades básicas de los animales, las cuales pueden agruparse en cinco:

Un concepto desarrollado inicialmente por el Consejo de Bienestar para los Animales de Granja (Farm Animal Welfare Council, en inglés), ha sido usado para formar la base para la evaluación del bienestar animal en situación de confinamiento. El concepto señala cinco libertades esenciales para un buen cuidado de los animales de compañía con referencia a los refugios u hogares de acogida:

Considerando que en Cuba no contamos con refugios para animales, ante la sobrepoblación callejera muchas personas de buena voluntad acogen en sus propiedades a los gatos y perros que pueden. Estos refugios improvisados van desde los patios de casas habitables, hasta apartamentos, terrazas o azoteas. No obstante, en ocasiones las personas no poseen las condiciones para el cuidado de muchos animales, no conocen un límite adecuado de albergados ni cuentan con buena financiación. Son apenas personas con la necesidad humana de brindar amparo a los animales que puedan. Pero, cuando se trata de bienestar animal, no basta con la buena voluntad.

Ilustración: Claudia Margarita Guillén Miranda.

Problemas sociales, insalubridad, hacinamiento, mal cuidado de casos especiales, escasez de providencias y sobrecarga de trabajo son algunos de los desafíos a los que un protector puede enfrentarse ante el mal manejo de su hogar de acogida. Al ser tantos los requisitos para garantizar un refugio adecuado a los animales, podemos afirmar que muchos de los voluntarios que los acogen no tienen las herramientas ni las condiciones para la tarea. Otros comienzan por apiadarse de uno o dos gatos y acaban con las plazas llenas. Si se trata de una vivienda común, deben tenerse en cuenta los siguientes elementos:

A pesar de ciertas condiciones económicas y sociales, nuestra comunidad hace todo lo que está al alcance para proporcionar una mejor calidad de vida a nuestros callejeros, tocando muchas veces los límites e incluso rebasándolos alarmantemente. Si bien para la situación de abandono y maltrato animal en nuestro país se necesitan cientos de esfuerzos y manos, los refugios constan como una alternativa que debe sanarse, pues extraer animales de la calle para pasar las mismas incomodidades en sitios descontrolados no es la idea. Ayudar a esas vidas animales a través del trabajo duro y la concientización del pueblo mientras que hogares de acogida, bien ordenados y lúcidos, alivian las calles, es la alternativa.

 

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