Los países de la OTAN reunidos en una cumbre en Washington apuntaron este miércoles que Ucrania se encuentra en “camino irreversible” hacia el ingreso a la Alianza Atlántica.
Se trata de una postura que supone un franco desafío a Rusia, entre cuyos objetivos de la invasión a territorio ucraniano está impedir que tal adhesión suceda en el futuro.
“Seguiremos apoyando (a Ucrania) en su camino irreversible hacia la integración euroatlántica total, incluida la adhesión a la OTAN”, afirmaron los 32 países miembros en una declaración final que aún debe ser adoptada formalmente por los líderes del tratado, según el canal de noticias RT.
Además, la organización calificó a Rusia como “la amenaza más significativa y directa para la seguridad”, elevando el tono y la tensión entre ambas partes.
Los F-16 y los Patriot en camino
Entretanto, los miembros de la OTAN comenzaron a enviar a Ucrania aviones de combate F-16, anunció el secretario de Estado, Antony Blinken. Ello supone otro paso más para reforzar las capacidades de ataque de Kiev, incluso dentro del territorio ruso.
“Tal como acordamos, la transferencia de los jets F-16 está en curso, provenientes de Dinamarca, provenientes de Países Bajos”, dijo Blinken durante la cumbre.
Asimismo, la alianza militar decidió crear la Unidad de Asistencia y Adiestramiento en Seguridad de la OTAN para Ucrania (NSATU) con el fin de coordinar el suministro de equipo militar y adiestramiento a las tropas de Kiev.
La NSATU, que operará en los países aliados, “apoyará la autodefensa de Ucrania de acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas”, sin convertir a la OTAN en parte del conflicto, indicó la entidad.
De igual forma, se anunció un Compromiso de Ayuda a la Seguridad a Largo Plazo para Ucrania que incluye el suministro de equipamiento militar, asistencia y adiestramiento.
Bajo ese compromiso, los aliados occidentales proporcionarán a Kiev una financiación básica mínima de 40 mil millones de euros (43.330 millones de dólares) durante el próximo año.
El martes, en el inicio de la cumbre en el Auditorio Mellon, en donde se firmó por primera vez, hace 75 años, el Tratado del Atlántico Norte en 1949 que creó a la OTAN, el presidente Joe Biden anunció un “donativo histórico de equipamiento antiaéreo para Ucrania”.
En ese sentido, Estados Unidos y otros miembros de la OTAN enviarán a la nación europea decenas de sistemas antiaéreos en los próximos meses, incluidos al menos cuatro baterías Patriot que Kiev ha pedido para ayudar a repeler los avances rusos en el frente.
La OTAN y las elecciones en EE.UU
Por su parte, el hasta ahora secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo este miércoles en Washington que espera que Estados Unidos siga siendo un “aliado firme” del tratado, sea cual sea el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre.
El saliente jefe de la alianza enviaba así un mensaje al equipo de Donald Trump, quien está al frente en las encuestas por la conquista de la Casa Blanca, y cuyo credo aislacionista ya puso en vilo a la OTAN durante su primer mandato en la oficina oval (2017-2021)
Los países de la OTAN concertaron un compromiso para acelerar aún más la modernización de su defensa colectiva, incluyendo la renovación de sus capacidades nucleares y reforzar su capacidad de planificación nuclear “adaptándose según sea necesario”.
Condenas hacia aliados de Moscú
El bloque militar también se pronunció contra aliados de Moscú en su campaña en Ucrania y en los actuales rejuegos geopolíticos que algunos analistas consideran como una nueva “Guerra Fría”.
En este sentido, la OTAN condenó a Bielorrusia por “poner a disposición su territorio e infraestructuras” para el despliegue de capacidades y personal militar rusos avanzados.
Igualmente, afirmó que Corea del Norte e Irán “están alimentando la guerra”, proporcionando a Rusia “apoyo militar directo”, al tiempo que aseguraron que la profundización de la asociación estratégica entre China y Rusia es “motivo de profunda preocupación”.
Según la OTAN, Pekín se ha convertido en “un facilitador decisivo” de las fuerzas rusas en Ucrania, lo que supone un desafío para el bloque atlántico y un nuevo punto de confrontación entre Occidente y una China cada vez con más peso en el concierto internacional.