Una mujer recuerda que el administrador de un restaurante de Chicago en el que trabajó le dijo que si las cámaras de seguridad lo filmaban metiéndole las manos entre las piernas, él sencillamente “borraría” esas escenas. Otra mujer que trabajó en un restaurante de Atlanta cuenta que su jefe no hizo nada cuando dos lavaplatos hacían comentarios vulgares delante de ella, de modo que dejó de maquillarse para lucir menos atractiva en la esperanza de que dejasen de hablar de ella.
Tras la ola de denuncias de acoso sexual que involucran a personalidades prominentes del mundo del espectáculo, la política y el periodismo, los relatos de mujeres que soportan situaciones incómodas, si no violaciones, en restaurantes, bares y hoteles rara vez reciben atención.
Documentos legales y entrevistas a mujeres y expertos indican que las trabajadoras del sector de servicios sufren constantemente el acoso sexual de sus patrones, compañeros y clientes, y que no se hace nada al respecto. La naturaleza del trabajo, en el que los ingresos de las trabajadoras dependen en buena medida de las propinas, hace que resulten particularmente vulnerables a estos abusos.
“Me sentí humillada”, afirmó Sharonda Fields, quien dijo que el abuso sufrido en un restaurante de Atlanta comenzó casi desde el mismo día en que empezó a trabajar allí el año pasado. “Fue denigrante. Me sentí avergonzada. No pasaba nada cuando los demás me hablaban así, sobre todo cuando mis compañeros y mis jefes sabían lo que estaba pasando. Me sentí sucia”.
Fields demandó a su empleador a mediados de año. Las llamadas de la Associated Press al restaurante no fueron respondidas.
Joyce Smithey, abogada de Annapolis, Maryland, que ha lidiado con varias demandas por acoso sexual, dijo que las personas acusadas de haber cometido abusos “están bien conscientes de quiénes son las víctimas, mujeres que no van a reaccionar, que necesitan el trabajo, a las que les da miedo dar pelea”.
Esto es particularmente cierto en una industria que emplea muchas inmigrantes. En una demanda de 2014 en Nueva York una mujer afirmó que el administrador de un restaurante de comidas rápidas le preguntaba constantemente por su status migratorio, como para recordarle que era “más vulnerable” que el resto, en parte porque no tenía familia en Estados Unidos. Las partes llegaron a un acuerdo en esa demanda.
Poca fe en la justicia
Muchas mujeres piensan que no tiene sentido acusar a quien abusa de ellas. Según un estudio hecho en Chicago, un 49 por ciento de las empleadas de hoteles dijeron que algunos huéspedes les habían “mostrado sus genitales o abierto la puerta desnudos”, pero solo una de cada tres denunció los incidentes a sus jefes.
Sarah Lyons, analista del sindicato Unite Here, que representa a más de 15,000 empleadas del sector de servicios en Chicago y que llevó a cabo el estudio, dijo que la razón principal por la que estas trabajadoras no hicieron denuncias fue que sabían de otras que lo habían hecho sin que se hiciese nada al respecto.
De hecho, cuando una mujer hace una denuncia, con frecuencia su situación en el trabajo empeora. Abogados y activistas dicen que las camareras que denuncian abusos pueden sufrir represalias, como cambio a turnos que les hacen recibir menos propinas o reducción de las horas de trabajo.
En una demanda de 2011 contra un club de yates de Maryland, Victoria Tillbery dijo que su jefe le había dicho que “jamás tendría que preocuparse por sus turnos” si le permitía tener sexo oral con ella. Ella se negó y llevó al caso a una Comisión de Igualdad de Oportunidades Laborales, tras lo cual le cambiaron sus funciones, asignándole tareas por las que no se cobran propinas.
Abogados dicen que el objetivo de estas medidas es que la empleada se vaya por decisión propia. Si eso no funciona, con frecuencia tratan de manchar su nombre.
Después de que Fields, la trabajadora de un restaurante de Atlanta, se negó a irse, comenzaron a circular “razones falsas, inventadas, para despedirla”, según su abogado.
“Consiguieron otra empleada que dijo que ella le había dicho que si aceptaba apoyar su demanda, le pagaría 100 dólares”, expresó el abogado de Fields, Brad Dozier.
Con la ayuda de esa testigo falsa, que esperaba congraciarse con sus jefes y conseguir alguna promoción, el restaurante despidió a Fields, indicó el abogado.
La mujer que dijo que el jefe le había comentado que podía borrar escenas filmadas por las cámaras de seguridad, Vger Williams, indicó que se negó a tolerar abusos y que como represalia el restaurante desistió de darle una promoción de la que habían hablado y la despidió.
Williams radicó una demanda el mes pasado. Los ejecutivos del restaurante declinaron hablar con la AP para este reportaje.
Romper el silencio
Las empleadas que son acosadas por clientes son presionadas para no hablar.
David Craver, presidente de la Asociación Nacional de Bartenders, dice que las empresas no quieren perder clientes y consienten todo lo que ellos quieren.
“Es como si un familiar dice algo inapropiado: Tú no puedes desprenderte de tu familia”, manifestó.
A menudo los blancos de abusos son empleadas que ganan poco, según Saru Jayaraman, cofundadora de Restaurant Opportunities Centers United, una organización nacional que busca mejorar las condiciones de trabajo en el sector de servicios. Dijo que los gerentes con frecuencia sugieren a las camareras que se vistan sexy para recibir mejores propinas, algo que puede ser considerado una conducta inapropiada. Si se le pagase un mejor sueldo, la trabajadora no tendría que verse forzada a vestirse sexy, señaló.
Las denuncias, no obstante, a veces dan resultados.
El celebrity chef John Bech renunció hace poco a la empresa que él mismo fundó luego de que 25 mujeres dijesen que supervisores en los restaurantes de Besh en Nueva Orleans las habían acosado sexualmente. Una de ellas afirmó que el propio Besh la había presionado para que mantuviese una relación sexual con él. Besh asegura que la relación fue consensual.
Otro celebrity chef, Mario Batali, dijo el lunes que tomaría distancia del manejo de su emporio de restaurantes después de que circulasen al menos cuatro denuncias de comportamiento inapropiado. Las denunciantes, entre ellas tres empleadas, dicen que Batali las manoseó de forma inapropiada.
Batali asumió su responsabilidad en un comunicado.
La mayoría de los acuerdos extrajudiciales a que se llega en estos casos impide a las partes hablar en público del tema, por lo que los incidentes rara vez trascienden.
AP / OnCuba