En Argentina la educación pública ha sido un pilar de la identidad nacional y el desarrollo social y económico. Existe arraigado consenso en torno a garantizar el acceso universal a una educación de calidad, gratuita y laica, que forme ciudadanos comprometidos con el bienestar colectivo.
Las amplias bases de este consenso quedaron a la vista en la marcha federal universitaria que tuvo lugar este martes en varios puntos del país, como respuesta a las políticas de ajuste impulsadas por el presidente Javier Milei.
Ha sido una de las movilizaciones más multitudinarias registradas en mucho tiempo en Argentina, y la más contundente y plural en contra del mandatario desde que asumió el cargo hace seis meses. Este hecho es reconocido tanto por partidarios como por detractores.
Encolumnados detrás del lema “En defensa de la universidad pública”, en todo el país se contabilizó una participación de más de un millón de personas. Solo en la capital, epicentro de la jornada, acudieron cerca de 800 mil personas, según los cálculos proporcionados por la Universidad de Buenos Aires (UBA), la única casa de estudios públicos, masivos y gratuitos argentina en alcanzar el top 100 global, destacándose en puestos de empleadores globales (20°) y ámbito académico (36°).
La marcha es ya un acontecimiento histórico, no solo por su masividad, sino porque logró además unir a múltiples sectores del sistema universitario, incluidas universidades privadas que se sumaron, junto con el sindicalismo, la sociedad civil y hasta partidos políticos de la oposición que, por lo general, mantienen diferencias irreconciliables con el resto del espectro político. Participó gente de muy diverso signo ideológico, incluso votantes de Milei.
La crisis en el sistema universitario se desencadenó a principios de año cuando la UBA advirtió que los fondos disponibles no serían suficientes para cubrir el ciclo lectivo. El Gobierno hizo caso omiso a la advertencia y, como parte de su política de ajuste, optó por prorrogar el presupuesto del año 2023. Sin embargo, el monto asignado, en pesos, resultó insuficiente debido a la alta inflación que experimenta el país, que rondó el 270 % interanual, con un aumento del cerca del 60 % en el primer cuatrimestre de 2024.
Ricardo Gelpi, rector de la UBA, dijo hace poco en una entrevista radial que en la práctica la institución se encuentra operando con 60-70 % menos del presupuesto habitualmente asignado. Más del 90 % de la inversión estatal en Educación Superior se destina al pago de salarios de docentes y personal no docente en las universidades, lo que significa que el recorte de fondos afecta directamente el poder adquisitivo de estos trabajadores.
El hachazo presupuestario ha impactado además las otras 57 universidades nacionales en todo el país; las cuales, como la UBA, se han declarado en emergencia económica.
La situación es en extremo grave. En las últimas semanas los rectores han alertado que, debido a la falta de fondos, las instituciones podrían no ser capaces de mantenerse funcionando.
La semana pasada la crisis alcanzó un punto crítico cuando, por ejemplo, la Facultad de Medicina de la UBA se vio obligada a suspender el suministro eléctrico a parte de su edificio debido a elevadas tarifas de la electricidad imposibles de pagar dadas las circunstancias.
La comunidad universitaria ha solicitado la actualización de los recursos educativos, pero Milei ha respondido con confrontación. “La educación pública se ha convertido en un centro de adoctrinamiento marxista”, declaró meses atrás. En pleno conflicto, lejos de buscar un diálogo, avivó la llama al afirmar en X: “La disonancia cognitiva causada por el lavado de cerebro en la educación pública es tremenda”.
Ante estas declaraciones y en respuesta a la falta de recursos se llamó a una marcha federal. La manifestación la convocaron gremios docentes, estudiantes universitarios y responsables de instituciones educativas públicas. Los organizadores fueron precisos en la prohibición de utilizar cartelería partidista y solicitaron a los participantes que llevaran banderas argentinas y un libro que representara a cada cual.
La convocatoria atrajo a una multitud que desbordó la Plaza de los Dos Congresos, donde inició la marcha en dirección a Plaza de Mayo, donde está la Casa Rosada.
La marea humana se movía con determinación. En alto se veían como olas los libros; en ese contexto, mucho más que páginas impresas. Podían distinguirse algunos desgastados por el tiempo y otros relucientes, al parecer recién adquiridos. Desde clásicos de la literatura argentina como Borges y Cortázar hasta obras de análisis político y ciencias exactas, cada ejemplar era un reflejo del variado bagaje cultural de los participantes.
Algunos se sumergían en una lectura en voz alta, compartiendo fragmentos de sus libros con los que estaban alrededor; otros preferían intercambiar ejemplares con desconocidos. En medio de la marcha, los libros se convirtieron en símbolos de resistencia y unidad, uniendo a portadores de distintas edades, ocupaciones y orientación política en torno a la defensa de la educación pública: un derecho inalienable.
Contra eso no pudo el Ministerio de Seguridad, bajo la gestión de Patricia Bullrich, que intentó implementar el protocolo antipiquete y desplegó a la Policía Federal Argentina, la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval Argentina y la Policía de Seguridad Aeroportuaria en la zona del Congreso Nacional. Sin embargo, la multitudinaria concurrencia rebasó a las fuerzas de seguridad y fue por encima de la orden de retirada.
La marcha universitaria no hizo a Milei abstenerse de su postura confrontacional. Al finalizar la movilización, el presidente argentino publicó en Instagram y X la foto de un León bebiendo de una taza que reza “Lágrimas de zurdos”. En el texto que acompaña la foto generada con inteligencia artificial como es costumbre, escribió:
“Día glorioso para el principio de la revelación. Quien quiera oír (ver) que oiga (vea). Viva la libertad carajo”.
En el corazón de la Plaza de Mayo, ante la mirada atenta de miles de manifestantes, Piera Fernández De Piccoli, presidenta de la Federación Universitaria Argentina (FUA), fue la encargada de leer un documento central que contenía las esperanzas y los reclamos de toda una comunidad educativa. Al finalizar, expresó:
Todos los problemas que enfrentamos pueden hallar solución en la educación y la universidad pública, en la inversión en ciencia y tecnología. Queremos que nuestras instituciones sean el motor del cambio, que nos conduzcan hacia un futuro de igualdad y desarrollo, hacia una Argentina soberana. La educación nos libera, nos salva. Llamamos a toda la sociedad argentina a defenderla.