Jair Bolsonaro prestó juramento este martes como presidente de Brasil, tomando las riendas de la nación más grande y poblada de América Latina, con la promesa de reformar innumerables aspectos de la vida cotidiana del país.
Luego de la ceremonia en sesión extraordinaria en el Congreso, Bolsonaro prometió grandes cambios en su primer discurso como presidente de la república. Dentro del recinto, el presidente pidió a los congresistas que lo ayuden a “rescatar Brasil de la corrupción, la criminalidad y la sumisión ideológica”.
El ultraderechista, que ganó en el segundo turno al izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) en un escenario polarizado, dijo que intentará construir “una sociedad sin discriminación ni división”.
“Comenzamos un trabajo arduo para que Brasil inicie un nuevo capítulo de su historia y se convierta en la gran nación que todos queremos”, aseguró Bolsonaro.
Para el excapitán del ejército de extrema derecha, la ceremonia de toma de posesión culminó un viaje de un congresista marginado e incluso ridiculizado a un líder que muchos brasileños esperan que pueda combatir una corrupción endémica, así como la violencia que rutinariamente le da a la nación la dudosa distinción de ser líder mundial en total de homicidios.
Un admirador del presidente estadounidense Donald Trump, el congresista de 63 años de edad subió al poder con una agenda anticorrupción y a favor de las armas que ha revitalizado a los conservadores y a los partidarios de la derecha, después de cuatro triunfos consecutivos en las elecciones presidenciales por parte del PT, del encarcelado mandatario Lula Da Silva.
Bolsonaro es el más reciente de varios líderes de extrema derecha que han llegado al poder en todo el mundo gracias a las olas de resentimiento hacia el poder establecido y con la promesa de reformar el statu quo.
Las festividades del martes en la capital de Brasilia comenzaron con una caravana a lo largo de la vía principal que conduce al Congreso y a otros edificios gubernamentales. Bolsonaro y su esposa, Michelle, se pararon en un Rolls-Royce descubierto y saludaron a miles de espectadores.
Estaban rodeados de decenas de guardias a caballo y de guardaespaldas vestidos de civil que corrían al lado del vehículo.
Brasilia fue blindada para el acto con 3 mil policías. Además se desplegaron tanques, aviones de combate e incluso misiles antiaéreos.
El incremento de la seguridad responde a un pedido del nuevo presidente. En septiembre, un hombre armado con un cuchillo lo apuñaló perforándole el intestino en un acto de campaña y desde entonces tiene que usar una bolsa de colostomía. Sus hijos, que también son políticos, insisten en que su padre podría ser el objetivo de radicales, pero funcionarios de seguridad no han hablado de amenazas.
Bolsonaro no se ha moderado desde su elección en octubre, y progresistas y liberales critican posiciones que consideran antihomosexuales, sexistas y racistas.
El nuevo mandatario, que pasó casi tres décadas en el Congreso, también recibió críticas desde el extranjero por sus planes para revocar legislación sobre el Amazonas y por su desinterés en los programas sociales en uno de los países más desiguales del mundo en cuanto a ingresos.
En el frente económico, se desconoce hacia dónde guiará Bolsonaro a la mayor economía de Latinoamérica ya que durante la campaña cambió el rumbo de las posturas de estadistas anteriores con promesas para emprender reformas favorables a los mercados. También se comprometió a revisar el sistema nacional de pensiones y a privatizar varias empresas estatales, lo que le valió un amplio respaldo entre los actores financieros y críticas de la izquierda.
Bolsonaro informó que priorizará la lucha contra la delincuencia en una nación que lleva años registrando la mayor tasa anual de homicidios del mundo. Más de 63 mil personas fueron asesinadas el año pasado. Los grupos de defensa de los derechos humanos temen que su defensa de la violencia policial pueda proteger a los agentes de investigaciones por mala conducta y provocar más muertes extrajudiciales.
Siete de los 22 ministros del gobierno de Bolsonaro formaron parte del ejército en el pasado, más que en cualquier otro gobierno de la dictadura brasileña (1964-1985). Esto elevó el temor entre sus opositores a una vuelta a un gobierno autocrático, pero el presidente insistió en que respetará la Constitución. El vicepresidente del país será el general retirado Hamilton Mourao.
El Partido Liberal y Social de Bolsonaro controlará 52 escaños de los 513 que conforman la cámara, el segundo mayor grupo tras el PT.
Michael Shifter, presidente del centro de estudios Dialogo Interamericano, cree que Bolsonaro tendrá problemas para conseguir cambios importantes.
“Los obstáculos son enormes, incluso en la comunidad empresarial. En algunos casos, las reformas necesarias chocarán con los intereses empresariales y los ingresos de un gran número de legisladores”, dijo Shifter.