“Después de 214 años logramos un gobierno del pueblo, un gobierno popular, el gobierno de la gente de las manos callosas, el gobierno de la gente de a pie, el gobierno de los nadies y las nadies de Colombia.”
Francia Márquez
“El cambio significa que llegó el gobierno de la esperanza”
Gustavo Petro
La noche antes de las elecciones, Gustavo Petro participó de una ceremonia en la Sierra Nevada de Santa Marta, donde líderes y lideresas espirituales Arhuacos, desde el “ombligo del mundo”, le afinaron con poderes ancestrales y naturales para ser presidente. Luego de que el dúo dinámico del “Pacto Histórico”, Petro para Presidente, y Francia Márquez para Vicepresidenta, obtuviera el mayor número de votos en una primera vuelta en toda la historia colombiana, el 29 de Mayo, con 8.5 millones, fueron tres semanas de alta tensión, de voluntades en contienda y afilado suspense.
De inmediato, los medios de comunicación corporativos de Colombia comenzaron una campaña a favor del candidato presidencial Rodolfo Hernández. Lo presentaron como posible ganador, a pesar de que había obtenido 2.5 millones votos menos que Petro, sumando sus 6 millones a los 5 de Federico Gutiérrez, candidato de la derecha que rápidamente apoyó a Hernández en la segunda vuelta. El corifeo derechista fue continuado por el ex-presidente y cacique político Álvaro Uribe, en concierto con las legisladoras María Fernanda Cabal y Paloma Valencia del Uribista Partido del Centro Democrático, levantando la bandera del “Rodolfismo”.
La revista Semana y grandes cadenas de televisión y radio como Caracol y RCN proyectaron positivamente a Rodolfo Hernández como un outsider de la clase política, esgrimiendo un programa contra la corrupción y obviando que Hernández tuvo que renunciar a la alcaldía de Bucaramanga por casos de corrupción que han de dilucidarse en los tribunales el próximo 21 de Julio. En gran medida, invisibilizaron a Francia Márquez de los medios corporativos, mientras presentaban a Marlene Castillo, la formula vicepresidencial de Hernández, como una mujer Afrodescendiente “educada”, con títulos de posgrado y experiencia administrativa en el mundo universitario, sin dar relieve alguno a su inexperiencia y carencia de discurso y argumento político.
El clímax de la dimensión mediática de la campaña giró alrededor de los mal llamados “Petrovideos”, una serie de “clips” filtrados de reuniones privadas del Pacto Histórico donde se planteaban tácticas para derrotar a los contendores políticos. Estos fueron denunciados por los medios corporativos y los opositores del Pacto Histórico como ejemplos de una “campaña sucia” y hasta descritos como de “carácter criminal”. Pero no tuvieron el efecto previsto al no demostrar ningún acto ilegal, hasta el punto que Petro ofreció renunciar a la candidatura si podían probar alguna falla ética. La polémica se avivó en los medios sociales, donde muchas personas criticaron a los medios corporativos por practicar una especie de “sicariato político” contra Petro y Francia.
Los medios sociales se tornaron en un campo de batalla político e ideológico donde la polarización del país se desplegó con fuerza. Hernández había hecho su campaña en Tik Tok, pero ahora todas las redes se inundaron de memes y diálogos desencontrados, donde afloraron miedos anticomunistas al supuesto “castrochavismo” de Petro, y hasta videos de Hernández declarando admiración hacia Hitler o bailando en un lujoso yate en Miami con un grupo de mujeres jóvenes. Se debatieron temas como el modelo económico, el carácter de la democracia, las posibilidades de la paz, el racismo, el sexismo, y los caminos del cambio. La banalidad se combinó con el debate argumental en una praxis cotidiana de polémica política que nutrió el polarizado escenario electoral colombiano hasta el grado que todos los sectores políticos han expresado preocupaciones ante un percibido ambiente de guerra civil.
El arresto de jóvenes activistas de la llamada “primera línea” en varias ciudades, unos días antes de las elecciones, junto a un supuesto simulacro de prueba donde la registraduría electoral de Colombia anunciaba a Hernández como ganador un día antes, avivó los temores de fraude. Se respiraba un aire de vigilancia colectiva para hacer respetar la voluntad popular. La campaña de Petro y Francia se había convertido en una suerte de consulta y vinculación de la pluralidad de territorios y regiones que componen el país. En estas últimas semanas, Petro viajó a varios lugares, desde el Chocó a Los Llanos, de la Amazonía a la Sierra Nevada, para reunirse con mineros, productores de panela (azúcar moreno), ganaderos, cafeteros, etc., durmiendo en hogares populares, escuchando sus reclamos y pedidos, conociendo la Colombia profunda que, por eso, celebró su victoria con entusiasmo y esperanza el 19 de junio. En Bogotá, la gente se abrazaba en las calles y en el Chocó salieron en comparsa a bailar bunde a ritmo de chirimía.
Petro y Francia obtuvieron 11.281.013 votos en la elección final, la mayor en la historia del país. Como vemos, escuchamos y leemos a través del mundo, Petro es el primer presidente de izquierda y Francia la primera mujer Afrodescendiente vicepresidenta en Colombia. Su alianza revela la riqueza del Pacto Histórico, la coalición de comunidades, corrientes, movimientos, y partidos más poderosa que haya habido en este país. Una mirada a vuelo de pájaro de las trayectorias de Petro y Francia nos ayuda a dibujar un boceto del carácter y composición del Pacto Histórico.
Contrapunteo colombiano: Petro y Francia
Gustavo Petro ha recorrido un largo camino político, que va desde ser organizador de comunidad urbana y luego militante del M-19, hasta ser alcalde de Bogotá, senador de la República y, ahora, Presidente. El M-19 fue una organización político-militar conformada como una “guerrilla” sui géneris, que se rebeló contra el fraude electoral en 1970 en su búsqueda por restituir el orden democrático; luego se integró a la institucionalidad estatal, constituyendo una fuerza gestora del cambio constitucional del 1991. Como senador, Petro fue voz cantante contra el “régimen de corrupción” que conjuga a la derecha con el paramilitarismo y la narco-política, hecho que lo convierte en archi-enemigo por excelencia de la élite conservadora. Desde la alcaldía de Bogotá hasta su liderato en el Pacto Histórico lanzó la consigna por una “Colombia Humana” traducido en la reciente campaña como “Colombia potencia mundial de la vida”.
Colombia: ¿potencia mundial de la vida o pilar neo-fascista?
Por su parte, Francia Márquez Mina ha sido activista desde su adolescencia, destacándose como lideresa de su Consejo comunitario en Suárez, Cauca. Se formó en el Proceso de Comunidades Negras-PCN, un movimiento social de alcance nacional, y a través de las Américas. Su liderato político e intelectual le han llevado a obtener el Premio Nacional de Derechos Humanos en 2015, el Premio Goldman de Justicia Ambiental en el 2018, y la presidencia de la Comisión Nacional por la Paz en el 2020. En el 2014 dirigió la “Marcha de Mujeres por la Vida y en Defensa de sus Territorios Ancestrales”. Durante el Paro Nacional del 2021 se hizo vox populi del grito de protesta y pliego por el cambio de afrodescendientes, indígenas, mujeres, LGTBQ+, jóvenes, estudiantes, artistas, intelectuales, barrios urbanos, campesinos. Esta amplia constelación de luchas nutrió el movimiento “Soy Porque Somos” que impulsó su candidatura presidencial.
Francia y Petro midieron su aspiración a la candidatura presidencial del Pacto Histórico en las elecciones de marzo 13 de 2022, donde se eligieron puestos legislativos y las candidaturas al ejecutivo de los partidos. Mientras Petro, con 4.5 millones de votos, fue el candidato con mayor votación de cualquier partido, Francia llegó segunda en el Pacto Histórico. Sus 800,000 votos fueron el fenómeno electoral más innovador, rebasando los números de políticos establecidos como Sergio Fajardo del “Centro Esperanza”, ganando así el derecho ético y político a ser la fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro como candidato del Pacto Histórico.
Una vez declarada su candidatura a la vicepresidencia, Francia Márquez se convirtió en la figura política más debatida en Colombia. La contundente presencia de una mujer negra de origen rural, que enuncia un discurso vernáculo denunciando el racismo estructural, el patriarcado y el modelo neoliberal de desarrollo como móviles del conflicto armado en Colombia despertó expresiones racistas y clasistas en la esfera pública, como también un creciente cúmulo de admiración y respeto. En su continua cruzada a través del país, Francia se erigió como voz articuladora del archipiélago de comunidades y movimientos que constituyeron la base del Pacto Histórico. En ese andar, transformó el lenguaje político nacional y el proyecto mismo de país, popularizando expresiones como “los nadie” como sujetos políticos de la nueva democracia con su consigna “de la resistencia al poder hasta que la dignidad se haga costumbre”.
La pareja Petro y Francia redefinió el escenario político. Mientras Petro aglutinó las energías políticas de las izquierdas y el centro, Francia se volvió portavoz de grupos y territorios excluidos del poder social y político. A partir de su identidad como mujer negra de territorio ancestral y sector popular, Francia levantó la bandera de los/las nadies como proyecto democrático radical de nación. Juntos, Francia y Petro convocaron un bloque histórico capaz de derrocar más de dos siglos de gobiernos de élite en Colombia.
El memorable “Bogotazo” con el asesinato del líder populista radical Jorge Eliécer Gaitán en 1948, inaugura un repertorio de aniquilamientos de candidaturas viables encabezando coaliciones de carácter nacional-popular. En los noventa, a la Unión Patriótica y al M-19 les asesinaron miles de militantes. A contracorriente, Petro y Francia sobrevivieron jornadas electorales bajo constantes amenazas de muerte, con cautelosa custodia y rigurosos operativos de seguridad. Les custodiaron no sólo sus escoltas sino también la guardia indígena, la guardia cimarrona, y la vigilancia pública. Literalmente, se venció una antigua maldición de la muerte con una robusta política de la vida.
Programas y horizontes de la Política del Amor y la Vida
El programa del Pacto Histórico se representó en dos consignas hacia el futuro, el llamado de Petro a transformar Colombia en “una potencia mundial de la vida” y la invitación de Francia a construir un país donde podamos “vivir sabroso”. En concierto, tanto Petro como Francia han caracterizado su praxis y proyecto como una “política del amor”. ¿Cuáles son sus propuestas concretas y sus principios ético-políticos, y cómo corresponden a dichos títulos y consignas?
Ante el mar de mentiras y cortinas de humo sembradas por la derecha continental sobre el programa del Pacto Histórico, es imperativo un inventario mínimo de sus propuestas. En su discurso de victoria, Petro resumió su proyecto en tres principios: paz, justicia social y justicia ambiental. En su propuesta programática, dichos principios se traducen en una serie de cambios estructurales entre los que destacamos: 1) asumir compromisos por construir la paz, esto implica implementar los acuerdos del 2016 comenzando con una reforma agraria, diálogos con la guerrilla del ELN, combatir el paramilitarismo y la narcopolítica, cultivar la justicia reparativa y la reconciliación; 2) moverse de una economía neoliberal extractivista a una economía ecológica productiva, fundamentada en el conocimiento, la soberanía alimentaria y el cuidado; 3) promover la agricultura e industria nacional con base en el proteccionismo comercial, la tributación progresiva, transición energética de combustibles fósiles a energías limpias y renovables, desarrollo regional y emprendimientos locales, gestar la salud y educación universal; 4) extender la franquicia ciudadana y los derechos humanos con políticas de representación y recursos a sectores excluidos por su identidad étnico-racial, género, generación, sexualidad, territorialidad, y clase social; 5) políticas sociales redistributivas para afrontar la pobreza y el hambre con medidas estatales a corto plazo como comprar cosechas, y estrategias a mediano alcance para generar riqueza y pleno empleo.
En un país en que ocurren más de 90 masacres anuales (en el 2022 van 44), donde se asesinan más líderes y lideresas sociales y sindicales en las Américas, que tiene uno de los índices de desigualdad y cantidad de desterrados internos mayores del mundo, este programa representa un esquema para una política de la vida a contracorriente de la imperante necropolítica a cuenta del poder despótico del estado en maridaje con el capital, en su era neoliberal. En esa clave, cuando Petro le apuesta a convertir Colombia en “una potencia mundial de la vida” marca un cambio de época en el país de gran pertinencia para las Américas y el planeta. Por eso, los ojos del mundo están mirando atentamente la nueva era que inicia la elección de Petro y Francia.
Posibilidades y desafíos del Gobierno del Pacto Histórico
Durante la llamada Cumbre de las Américas en Los Ángeles, convocada por el Presidente estadounidense Joe Biden, Gustavo Petro observó que pertenece a una corriente emergente que incluye a México, Chile y el posible gobierno de Lula en Brasil. Se habla de un “nuevo progresismo” al cual se suman Perú y Honduras. Aquí es necesario no caer en generalizaciones que no distinguen escenarios nacionales y proyectos históricos, como sucedió en gran parte de los análisis de la llamada “ola rosada” de gobiernos progresistas de principios del Siglo XXI. También hay que reconocer el surgimiento de una tendencia en el péndulo político que derrota derechas y elige gobiernos comprometidos con un nuevo latinoamericanismo que defiende la soberanía nacional y regional sin enunciar fuertes discursos antimperialistas. En esa veta, Petro habló de una relación “de iguales” con los Estados Unidos y de un orden interamericano “sin exclusiones”, en clara alusión a la negación de invitar a Cuba, Nicaragua y Venezuela a la “Cumbre de Biden”. A la vez, el hecho de que Biden haya llamado a Petro un día después de haber sido electo, para sostener una conversación “amistosa” y “de iguales”, —como dijo Petro en su primera entrevista televisiva luego de su elección— revela resultados de la política exterior “realista” de la nueva administración colombiana.
El programa del Pacto Histórico es una combinación de realpolitik y un conjunto de principios del deber ser, de la política de lo posible con la política de lo deseable. El realismo en la política exterior se conjuga con un sesgo neo-desarrollista en las políticas económicas. Cuando Petro dijo en su discurso de victoria que iban a “desarrollar el capitalismo en Colombia” contra regímenes de servidumbre y esclavitud pre-modernos, además de dar una señal de no-expropiación al capital nacional para evitar anunciadas fugas de capitales, afirmó una visión de los caminos del cambio. El desarrollo económico nacional capitalista ha probado históricamente que tiene sus límites. La viabilidad del desarrollo nacional, por la vía que Samir Amin llamó “acumulación autocentrada” en el Estado-Nación,1 es uno de los grandes desafíos para la realización del programa del Pacto Histórico. Lidiar mínimamente con el problema del hambre, el desempleo y la desigualdad, a corto y mediano plazo, será una de sus pruebas de fuego. Sobre todo, en medio de una crisis civilizatoria global y una espinosa situación económica en Colombia.
Una cuestión clave en el programa de gobierno del Pacto Histórico será el rol de Francia Márquez. Humberto de la Calle, respetada figura que fue vicepresidente de la república, una vez dijo que en Colombia la vicepresidencia es un puesto sin poderes comparable a “una porcelana en el congelador”. Francia rompe ese molde por lo que encarna, representa, enuncia y propone. Su arraigo popular, visión transformativa, e integridad ética, dan una dimensión propia a su liderato. Su alocución, apuesta y propuesta es más de un deber ser situado y realista, esgrimiendo un proyecto de liberación, enraizado más en las necesidades y aspiraciones de las mayorías que en una política pragmática. Como arguye William Mina, su política aspira a la “radicalización de la democracia racial”2 transformando los términos de la política, no solo con su presencia, que transgrede las representaciones de clase, raza y género que presiden el escenario nacional, sino con el lenguaje, las categorías y los contenidos de su discurso y propuesta.
En su discurso de triunfo, Francia Márquez dijo: “Después de 214 años logramos un gobierno del pueblo, un gobierno popular, el gobierno de la gente de las manos callosas, el gobierno de la gente de a pie, el gobierno de los nadies y las nadies de Colombia”. Aquí Francia enarbola un populismo radical cuyo sujeto político, “las/los nadie”, irrumpe como huracán para cambiar de manera sustantiva el carácter de la política colombiana en búsqueda de transformar las relaciones de poder y el contrato social. Con su verbo vernáculo, franco y genuino, poderoso y creativo que cuestiona claramente el orden de poder invocando “el abrazo ancestral”, al promover el “vivir sabroso”, Francia se eleva como voz articuladora de lo nacional-popular buscando reinventar el proyecto de país. Cabe destacar su formación y vocación en el feminismo negro decolonial de base popular —como dicen muchas mujeres del Proceso de Comunidades Negras— con su política interseccional, que conjuga luchas de liberación contra todas las opresiones.
Concretada en agenda de políticas públicas, la gestión contra desigualdades entrelazadas, construyendo lazos de liberación, se agenciará a través de un nuevo Ministerio de la Igualdad y la Mujer que será encabezado por Francia Márquez. Entre las tareas iniciales de dicho ministerio están la regulación y remuneración del trabajo doméstico, y crear un fondo y programa nacional de Afroreparaciones que sería el primero asentado en un estado. Algunos referentes, ya extintos, con sus lecciones positivas y negativas son la Secretaría de Equidad Racial de Brasil, la Secretaría de Pueblos y Ciudadanía del Ecuador, el Ministerio de Descolonización y Despatriarcalización de Bolivia, y el Ministerio de Derechos Sociales del Uruguay. Deseamos que este Ministerio de la Igualdad y la Mujer, llegue a ser un laboratorio del “vivir sabroso”.
El llamado a “vivir sabroso”, tan banalizado y folclorizado en los medios corporativos, enuncia un proyecto de “buen vivir” en clave de Africanía, de cultivar armonía entre humanos y con la naturaleza. Es una apuesta maternal por el cuidado de la “casa grande” —como le llama Francia—, de solidaridad plural para construir escenarios de paz y justicia a nivel nacional y a escala planetaria. Expresa una búsqueda por vincular la satisfacción de necesidades básicas —educación, salud, alimentación, seguridad, territorio— con el cultivo de la alegría y el goce. Con una expresión afrocolombiana del Chocó, se plantea con humor y picardía un vitalismo radical, una política del eros, de la vida, el deseo y la esperanza. Por eso, Colombia votó por “vivir sabroso”.
En un país donde los medios corporativos han normalizado el homicidio social y político, en el cual la ubicuidad de la violencia motivó la creación de un campo del conocimiento denominado “violentología”, la apuesta por convertirlo en una “potencia mundial de la vida” para “vivir sabroso” es una propuesta revolucionaria en el sentido que implica cambios estructurales.
Tocando ese tambor, Gustavo Petro caracteriza su praxis y proyecto como una “política del amor”. En consonancia con su tradición católica de teología de la liberación, Petro plantea que “la política del amor es una política de la solidaridad” que busca forjar la paz con justicia social. Por eso, busca “derrotar el odio y el miedo al cambio” y “acabar la enorme desigualdad que existe entre los colombianos”. En esa clave, Petro arguye que “en los tiempos del odio solo vendrá la tiranía”, en contraste a su compromiso con una “democracia multicolor”.
La policromía política de Petro se debe en gran medida a los valores pedagógicos del feminismo negro decolonial de Francia Márquez. El gran relieve de la crítica al racismo, el sexismo, y la heteronormatividad en el discurso actual de Petro, expresa cambios refrescantes en sus caminos de la política del amor. Cómo construir esa democracia multicolor, una nación que articule el pluriverso territorial, étnico-racial, sexual, generacional, etc., que componen el pueblo colombiano, es uno de los grandes retos de la nueva era abierta con el triunfo del Pacto Histórico.
La convocatoria a un diálogo nacional del presidente Petro es un comienzo significativo. En un país profundamente polarizado ideológicamente, donde todavía prima la violencia a través del territorio nacional, donde casi el 50 % del electorado no votó, no hay garantías de que se sostenga la suerte de hegemonía que Antonio Gramsci describió como “un equilibrio inestable de compromisos”. Después de la luna de miel que viene con la victoria llegan los desafíos de mantener vivo el bloque histórico que eligió a Petro y Francia, que ahora es alianza de gobierno.
Es innegable que ganamos. Las y los amantes de la democracia radical y el poder popular en Colombia y en el mundo obtuvimos un gran triunfo, encarnados en la autoridad ejecutiva de Francia y Petro. Para la derecha colombiana, y en particular para la figura de Álvaro Uribe y su mal llamado “centro democrático”, estas elecciones marcaron el “otoño del patriarca”.
En un documental titulado Gustavo Petro: La Política del Amor, el ahora presidente colombiano electo dice que su papá le enseñó a leer a Rousseau, quien aún es uno de sus referentes principales en su concepción de la democracia. En su discurso de victoria, Petro afirmó que el proyecto de cambio real del Pacto Histórico busca edificar una “República multicolor”, inclusiva, igualitaria, y pacífica. En dicho camino, la política del amor, se fundamenta en un republicanismo radical que facilite las condiciones de posibilidad para un proyecto de país donde podamos vivir sabroso. Esto implica, como diría Jane Gordon, una especie de “criollización de la teoría política”, para “leer a Rousseau a través de Fanon”.3 Establecer un diálogo dinámico entre la “Colombia potencia mundial de la vida” de Petro y el “vivir sabroso” de Francia.
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Notas:
1 Samir Amin (1974). Accumulation on a World-Scale: A Critique of the Theory of Underdevelopment. Monthly Review Press.
2 William Mina Aragón (2022). “Francia Márquez Mina: La radicalización de la democracia racial”.
3 Jane Gordon (2014). Creolizing Political Theory: Reading Rousseau through Fanon. Fordham University Press.