La laica católica argentina María Antonia de Paz y Figueroa, conocida popularmente como Mama Antula, será canonizada este domingo por el papa Francisco en El Vaticano. Se convertirá, así, en la primera santa del país suramericano.
Durante esta semana, el jefe de la iglesia romana sostuvo audiencias con peregrinos argentinos llegados a Roma, ante quienes elogió a la beata santiagueña.
“La caridad de Mama Antula, especialmente en el servicio a los más necesitados, se impone hoy con gran fuerza, en una sociedad que corre el riesgo de olvidar que el individualismo radical es el virus más difícil de vencer”, manifestó el sumo pontífice, en línea con su discurso humanista.
[NUEVO] ¿Qué es una canonización, la ceremonia por la cual “Mama Antula” se convertirá en la primera santa argentina?
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— Chequeado (@Chequeado) February 10, 2024
Antes de proponerla para santa, Francisco promovió la beatificación de Mama Antula en 2016.
En el expediente llevado por la Congregación para las Causas de los Santos aparece como milagrosa la salvación, en 1905, de una monja gravemente enferma perteneciente a la orden religiosa que quedó a cargo de la Casa de ejercicios espirituales fundada por Mama Antula en Buenos Aires.
El segundo milagro que viabilizó su canonización ocurrió en 2017. Un ex seminarista jesuita, que estaba a punto morir por un accidente cerebrovascular, fue trasladado por un amigo al hospital con una estampa de Mama Antula, cuya imagen fue colocada por el socorrista en el monitor de signos vitales.
El paciente infartado mejoró y salió de terapia intensiva. Los propios médicos, estupefactos, dieron testimonio al Vaticano.
Los biógrafos de la religiosa de sobrenombre quechua coinciden, aunque sin evidencias documentales, en que Villa Silípica, una pequeña localidad de menos de cien habitantes, situada a unos cincuenta kilómetros de la capital provincial de Santiago del Estero (noroeste de Argentina), fue el lugar en el que nació la beata.
A fines de los años 90, en el sitio se levantó un pequeño templete de culto, con paredes de ladrillo y techo de chapa, a instancias de la docente, poeta y documentalista Fany Ledesma, toda una institución en Santiago del Estero y una de las responsables de la revalorización de la futura santa.
En el centro del espacio figuran varias imágenes de Mama Antula, ofrendas, velas, flores y retratos de personas “ayudadas por sus milagros”, dice Ledesma.
Sus investigaciones dan cuenta que en Villa Silípica comenzó la actividad misionera de la beata, vinculada a la Compañía de Jesús, que después se extendió a otras provincias del noroeste argentino y la llevó finalmente a Buenos Aires, donde fundó la Santa Casa de Ejercicios Espirituales y falleció el 7 de marzo de 1799, a los 69 años.
Según textos elaborados por instituciones católicas y en una biografía que el mismo papa Francisco reconoció, se cuenta que María Antonia de Paz y Figueroa descendía de una familia acomodada y que desde muy pequeña desarrolló una vocación religiosa y se acercó a los jesuitas.
La orden, fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola, no sólo evangelizaba a indígenas y esclavos, sino que también sostenía un programa social en el vasto territorio colonial español en América.
A los 15 años, Mama Antula abandonó el hogar y los privilegios de su clase para sumarse a la Compañía de Jesús como beata.
Cambió el apellido paterno por el de San José y bajo el liderazgo de los jesuitas educó, cuidó y ayudó a los pobres e indígenas de su provincia natal, quienes la consideraban su protectora y la apodaron Mama Antula, nombre en quechua derivado de Antonia.
“Ella era una rebelde, como Jesús”, dijo a la agencia AP la periodista y biógrafa Cintia Suárez.
“Se impuso al padre y le dijo ‘no me voy a casar, ni me voy hacer monja’. No quería obedecer a ninguna orden. Por eso también tenía esta libertad de moverse sola. La Iglesia tenía una estructura muy verticalista, no quería obedecer a nadie”, explicó la coautora de la biografía Mama Antula, la primera Santa Argentina.
En la práctica de los ejercicios espirituales basados en la metodología de San Ignacio de Loyola, en la que se borraban las diferencias sociales, un esclavo y su amo, y los ricos y los pobres, eran tratados por igual.
Cuando la corona española expulsó a los jesuitas de América en 1767 por considerarlos una amenaza a sus intereses, la activista laica, a riesgo de ser encarcelada, prosiguió expandiendo los rituales ignacianos, teniendo que soportar lapidaciones y tratamientos despectivos.
A pesar de su destacada obra social, Mama Antula fue invisibilizada probablemente por su condición de mujer laica hasta que, precisamente, la elección del primer papa jesuita y latinoamericano en 2013 la rescató del olvido.
“No fue una feminista en el sentido contemporáneo del término, pero sí tuvo que abrirse camino en un mundo donde el prestigio, la identidad y el lugar se alcanzaba por la pertenencia o referencia a un hombre”, reconoció, admirativo, el obispo de su natal Santiago del Estero, José Luis Corral.
La primera santa del continente americano fue la peruana Isabel Flores de Oliva, canonizada como Santa Rosa de Lima en 1671 por el papa Clemente X. Murió a los 31 años y fue proclamada excelsa patrona de Lima en 1669 y del Nuevo Mundo y las Filipinas en 1670. En virtud de la enfermedad que le produjo la muerte, es la patrona de los tuberculosos.
Milei: del insulto al panegírico
La canonización de Mama Antula tendrá lugar en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, un acto que marca el primer encuentro del pontífice con el presidente argentino, Javier Milei, ultraderechista y confesado judío, quien años antes de ser mandatario espetó que el papa Francisco era el “representante del maligno en la Tierra”.
Llegado a Roma este fin de semana, proveniente de Israel, el mandatario adelantó a Radio Mitre que espera tener este lunes un “diálogo muy fructífero” con el Santo Padre, a quien calificó como “el argentino más importante de la historia”.
Milei, quien tuvo que retirar su criticada ”Ley ómnibus” ante la negativa del Congreso a su aprobación, hizo votos para que el pontífice pueda visitar este año a la Argentina, a la que no ha vuelto desde su entronización papal hace más de una década, y saludar a sus compatriotas en un país donde el 60 % de la población se estima católica.