Romina Videla murió a los 37 años tras una agonía de varios días con el 80% del cuerpo quemado en un incendio en su hogar. María Sarmiento tuvo el mismo desenlace fatal por un feroz ataque a puñaladas. No se conocían, pero comparten una tragedia común: fueron asesinadas por sus parejas durante la cuarentena obligatoria impuesta en Argentina por la pandemia de coronavirus.
Aunque efectivo para frenar la dispersión del virus, el aislamiento social potenció la violencia contra las mujeres y niñas, advirtió Naciones Unidas.
Su secretario general, António Guterres, alertó el lunes de un “espantoso aumento global de la violencia doméstica”. Agregó que “para muchas mujeres y niñas, la amenaza es mayor allí donde deberían estar más seguras, en sus propios hogares”.
En América Latina, donde la violencia contra las mujeres ya era un flagelo antes de la pandemia, varios países dieron cuenta de un aumento en las denuncias por maltrato, lo cual ha obligado a sus gobiernos a implementar medidas urgentes.
En Argentina 12 mujeres fueron asesinadas desde el 19 de marzo, cuando el presidente Alberto Fernández impuso la cuarentena obligatoria, según un relevamiento de la organización no gubernamental Casa del Encuentro.
El estudio fue hecho hasta el 2 de abril y promedia un femicidio cada 28 horas.
“Es evidente que en los hogares, cualquiera sea su integración, donde hubo antes violencia, al estar todos conviviendo siete días por 24 horas contribuye a que surjan episodios de violencia y, al estar confinados, éstos tienen tendencia a ser más graves”, explicó la médica Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM). “En los hogares donde no había violencia puede aparecer por la convivencia y esto es impredecible”.
Argentina, donde se gestó el movimiento Ni Una Menos, que ha protagonizado multitudinarias movilizaciones desde 2015, el gobierno reforzó el personal para la atención de la línea telefónica gratuita destinada a denuncias por violencia doméstica. Desde entonces hubo un 30% más de llamados.
En Chile las llamadas por violencia intrafamiliar subieron un 70% en la última quincena de marzo, pero la ministra de la Mujer y Equidad de Género, Carolina Cuevas, pidió “tener mucho cuidado en cómo interpretar las cifras en momentos como éste”, ya que “si estamos en cuarentena total, la gente no va a poder salir a denunciar, pero no significa que la violencia haya disminuido”.
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Antes de la pandemia, México había reportado que 3 mil 825 mujeres murieron de forma violenta en 2019, un 7% más que el año anterior. Eso representa un promedio de más de 10 femicidios por día, lo que lo hace uno de los países más peligrosos del mundo para las mujeres.
Ana Yeli Pérez Garrido, asesora jurídica del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, que agrupa a 40 colectivos de México y trabaja con las autoridades, dijo a AP que aunque todavía es pronto para tener datos oficiales, ya se ven indicios de que la violencia está aumentando. Por caso, los refugios para mujeres en la capital del país están a su máxima capacidad.
La Red Nacional de Refugios (RNF) confirmó que en las últimas tres semanas hubo un incremento del 5% en ingresos de mujeres y del 60% en las consultas para orientación a través de llamadas telefónicas, redes sociales o correo electrónico.
Garrido alertó que el personal de los centros de atención para mujeres se ha visto afectado por la coyuntura sanitaria. Por ello pidió a la sociedad civil estar alerta e intervenir en caso de escuchar agresiones o gritos y “no tolerar que existan estas formas y llamar a las autoridades”.
La realidad en Cuba es otra. El aislamiento voluntario u orientado por las autoridades debido al auge del coronavirus no ha desencadenado una respuesta institucional especifica sobre la violencia contra la mujer, porque tampoco existen líneas instituciones específicas para el tema.
“Hasta el momento existen dos servicios habilitados, una línea telefónica desde la sociedad civil, la plataforma Yo si te creo, de acompañamiento a victimas; y otro, un coreo electrónico desde el centro Oscar Arnulfo Romero”, dijo la psicóloga Ailynn Torres Santana en conversación online con el periodista mexicano de La Jornada, Gerardo Arreola y la editora de OnCuba, Milena Recio.
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En tanto, en Bolivia, la fiscal Mirna Arancibia confirmó que se “ha incrementado la violencia familiar o doméstica por encima de otros delitos como el robo a la propiedad privada”. No dio cifras precisas, pero alertó que “la convivencia obligatoria está generando que exista más violencia intrafamiliar”.
El gobierno de Colombia dijo este lunes que durante el período de aislamiento obligatorio se han registrado mil 221 reportes de violencia intrafamiliar. A su vez, el director general de la Policía Nacional, el general Oscar Atehortua, señaló que hubo un aumento de 39% en llamadas por violencia doméstica.
En algunos países como Guatemala y Panamá, llamativamente, las cifras de violencia doméstica disminuyeron. Los especialistas advierten que esto obedece a que la convivencia con los agresores amedrenta a las víctimas.
“Insto a todos los gobiernos a hacer de la prevención y reparación de la violencia contra las mujeres una pieza clave de sus planes de respuesta nacional para el COVID-19”, pidió el secretario general de Naciones Unidas.
En actual marco de emergencia, los gobiernos latinoamericanos reforzaron el servicio de asistencia telefónica gratuita y se ha dado mayor difusión a las campañas de concientización. También se pusieron a disposición más viviendas y se amplió la capacidad de los refugios para asistir a las víctimas.
A su vez el ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de Argentina lanzó la campaña “barbijo rojo” en coordinación con las farmacias de todo el país. Si una víctima de violencia llama o se presenta en una farmacia y solicita un barbijo rojo sus empleados la ayudarán para que se contacte con las fuerzas de seguridad.
Chile a su vez pondrá en práctica una nueva modalidad para que las mujeres puedan comunicarse de manera “silenciosa” a través de WhatsApp o mensajería de texto mientras conviven con su agresor.
Sin embargo, la experta Bianco advirtió sobre el riesgo que corren las víctimas dado que las fuerzas de seguridad tienen otras prioridades en el actual contexto de emergencia sanitaria.
“El problema es que las fuerzas de seguridad están muy atareadas u algunas minimizan o se niegan a atender estos pedidos porque creen es más urgente lo del COVID-19”, sostuvo. “Son dos pandemias, una nueva y otra vieja pero que continúa matando y enfermando a miles de mujeres en todo el mundo”.
(AP, OnCuba)