Vivo en Barcelona pero tengo mi casa en Argentina. La mayoría de la gente que más quiero vive ahí. Ser-de-ahí es también de alguna forma estar-ahí. Anoche me fui a dormir sin ver el discurso de Milei, como quien cierra los ojos en la escenas más violenta de una película de terror. Fue un alivio con culpa: soy de ahí pero no me gobernará Milei. No residir allí, en este momento, me hace sentir a salvo.
Desde Buenos Aires me llegan mensajes de duelo. Mis grupos de WhatsApp son funerales. “Tengo la sensación de haber estado toda la noche en un velorio”, me dice mi amigo Manu. Mi hermana escribe: “esto nunca me pasó: tengo angustia” y mi cuñada le responde “tengo pánico”. “Siento lo mismo que el día que descendió River”, escribe Enzo. “Totalmente, estamos en la B”, le responde Julián.
La gente que gobernará la Argentina en quince días son personas a las que casi nadie les dejaría sus hijos para que los cuiden. Y sin embargo, 12 millones de personas votaron dejarles manejar un país.
Los dirigentes de la Libertad Avanza son personajes bizarros. Eso los hizo famosos, televisivos, disruptivos, virales en TikTok. Fue broma y quedó. Pero lo que viene no es broma.
Milei es fascista. Enmascarado en un discurso liberal, lo suyo es en realidad terrorismo capitalista. Su vicepresidenta reivindica la época en la que los militares desaparecieron a 30 mil personas, y secuestraron a sus bebés. Buscan abrir discusiones saldadas: si vender o no los órganos, si juzgar o no a los genocidas. Sus aliados son los sectores más racistas y elitistas de la sociedad. Sus seguidores más fieles amenazan de muerte a opositores por mensaje privado en las redes sociales.
No todos los que lo votaron son fascistas, mucha gente que en principio no quiere el extremo lo votó porque entienden que tendrá que moderarse, o eso esperan, y prefieren votar cualquier cosa antes que el peronismo, pero tendrán que hacerse cargo: serán cómplices de lo que suceda.
El fascismo de Milei parece político pero se explica en aquella frase de Clinton: “Es la economía, estúpido”. La crisis económica —el Gobierno de Alberto Fernández es responsable de haber llegado a este punto— los llevó a la Casa Rosada. Es verdad que el peso argentino agoniza. Un país serio buscaría resucitarlo, pero la mayoría de la gente votó dinamitarlo.
Parezco dramático, podrán decir; es solo un cambio de gobierno democrático, podrán pensar. Pero creo que no: pienso que lo de ayer es lo más parecido a suicidarse que puede hacerse en democracia.
La solución que propone Milei, como buen facho, es final. Va a matar el peso argentino por medio de una dolarización. Dicen que van a eliminar el Banco Central pero en realidad van a entregarle las llaves a la Reserva Federal de Washington. Además, para dolarizar hay una sola manera: licuar los salarios —ya diluidos— y confiscar depósitos bancarios.
Milei amenazó con llevarse puestos a los que resistan, su mayor miedo es la certeza de que los movimientos populares argentinos siempre han resistido. Los libertarios se anunciaban como un movimiento “anti casta política”, pero al final solo son los antiperonistas de turno.
El economicismo de la gente que gobernará a partir del 10 de diciembre es el corazón de su fascismo. Tienen un discurso económico para cualquier esfera de la vida. La economía, para esta gente, está por encima de la vida. Son lo opuesto al humanismo. Representan lo mismo que representó la dictadura militar: una propuesta política autoritaria para, en realidad, implementar un plan económico neoliberal extremo. Llegan para desmantelar lo que queda del Estado de bienestar. Van hacia eso como una locomotora sin frenos.
Se han hecho en los últimos meses centenares de análisis políticos. Los he leído, los he escuchado, como politólogo he tratado de entender el fenómeno Milei. Y como ciudadano también. He tenido que ir a buscar fuera de mi universo porque en mi entorno nadie vota a Milei ni nadie lo puede entender. Ese fenómeno algorítmico, ese afuera, es, hoy —ayer lo terminamos de saber— tener delante de mí a la mayoría de los argentinos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche, porque vengo a descubrir que desconozco. Esa es la clave de cualquier separación. Desconocerse frente a alguien es dejar de sentirse parte de lo mismo. Todos desconocemos un poco al otro, siempre, pero los vínculos se rompen cuando lo desconocido es mucho más abrumador que lo que hay en común.
Una parte de los argentinos tiene cada vez menos que ver con la otra. El hogar es aquel lugar, como dijo el egipcio Mahfouz, donde los intentos de escapar cesan. A partir de hoy, en Argentina, los intentos de escapar se multiplicarán.
Argentina entra en un nuevo viejo túnel. No sabemos por cuánto tiempo. Pero sí sabemos —no es difícil adivinarlo— que lo que viene es la oscuridad.
Resistiremos. Todo pasa. Pero habrá que pasarla. Como buena oscuridad capitalista, no será gratis.
“Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer, no lo sé”, comienza El extranjero, de Camus. Hoy ganó Milei. O quizá ayer, no lo sé. “Si ellos son la patria, yo soy extranjero”, cantaban Charly García y Nito Mestre en “Botas locas”, una canción que termina diciendo: “¿Te das cuenta, loco? De repente es así”.
Por suerte para Argentina, los siguientes 4 años no será de oscuridad socialista
Cómo pueden los argentinos ser tan masoquistas!???
exactamente …….pareciera que los gobiernos anteriores lo han hecho de maravillas……… a los comunistas como les gusta vivir en el capitalismo beber de sus mieles
Con esos que desaparecieron 30 mil,Cuba hizo negocios y se abstuvo cuando la ONU voto para condenar la dictadura,y dice que viene la oscuridad, Argentina esta en penumbras hace 20 años.
¡Me cago en diez…! El zurderío anda como loco desde que ganó Milei, lanzando más profecías que Nostradamus y sepultando al hombre antes de que tome asiento siquiera en la Casa Rosada.