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El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva lanzó una advertencia contundente en la apertura de la Cumbre del Mercosur celebrada en Foz do Iguaçu: una intervención militar de Estados Unidos en Venezuela sería “una catástrofe humanitaria” y un “precedente peligroso para el mundo”.
Sus palabras remiten a la creciente preocupación en Sudamérica ante la escalada de tensiones entre Washington y Caracas, luego de que el presidente estadounidense Donald Trump ordenara un bloqueo a los petroleros vinculados al gobierno de Nicolás Maduro.
La alarma de Lula: soberanía y memoria histórica
En su discurso, Lula evocó la Guerra de las Malvinas para subrayar que, cuatro décadas después, Sudamérica vuelve a sentirse amenazada por la presencia militar de una potencia extrarregional. “Las verdaderas amenazas a nuestra soberanía hoy se presentan en forma de guerra, fuerzas antidemocráticas y crimen organizado”, afirmó.
El mandatario brasileño insistió en que los límites del derecho internacional están siendo puestos a prueba y que una acción armada en Venezuela no solo desataría una crisis humanitaria en el hemisferio, sino que abriría la puerta a nuevas formas de intervención en otras regiones del mundo.
Su mensaje buscó reforzar la idea de que la integración regional debe ser un escudo frente a presiones externas, y que el Mercosur debe priorizar la cooperación en temas como el combate al crimen organizado y la defensa de los derechos humanos.
El presidente brasileño se ha ofrecido como mediador entre Trump y Maduro, manteniendo conversaciones telefónicas con ambos líderes.
Sin embargo, su posición ha generado tensiones dentro del Mercosur: Brasil se negó a respaldar una resolución propuesta por Argentina y Paraguay para condenar las violaciones de derechos humanos en Venezuela, lo que evidenció las diferencias internas del bloque.
México: árbitro dispuesto a evitar la guerra
Mientras Lula advertía sobre los riesgos de una intervención, la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum reiteró la disposición de México para actuar como moderador en el conflicto.
Desde su conferencia matutina en Palacio Nacional, Sheinbaum subrayó que su gobierno siempre apoyará “evitar cualquier solución armada” y que la política exterior mexicana se rige por el principio constitucional de la no intervención.
“Nosotros no estamos de acuerdo con intervenciones ni querencias y estamos a favor de la solución pacífica de los conflictos, eso lo hacemos por convicción y por constitución”, declaró la mandataria para refrendar la doctrina Estrada, formulada en 1930 por el entonces canciller Genaro Estrada.
Tal principio establece que México no debe emitir juicios sobre la legitimidad de gobiernos extranjeros, ni reconocerlos o desconocerlos oficialmente. En su lugar, se limita a mantener o retirar relaciones diplomáticas según convenga, respetando el principio de no intervención y la autodeterminación de las naciones.
Sheinbaum recordó que existen mecanismos establecidos por la ONU para resolver disputas internacionales y que México, fiel a su tradición diplomática, está dispuesto a facilitar el diálogo. Aunque aclaró que no ha recibido una solicitud formal para mediar, aseguró que mantiene comunicación con ambas partes a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores.











