Todas las campanas de las iglesias de El Salvador redoblaron estedomingo para recibir a su primer santo, San Romero de América, como muchos salvadoreños ahora llaman a monseñor Arnulfo Romero tras haber sido canonizado, en medio de una gran celebración nacional con peregrinaciones, vigilias y creyentes en las calles siguiendo la misa de canonización en vivo desde el Vaticano.
Con una colorida vigilia, acompañada con cantos populares que cuentan el martirio de Romero, miles de feligreses salvadoreños y extranjeros celebraron la canonización en la capital. Más de 10 pantallas gigantes, colocadas en una plaza frente a la catedral de San Salvador, permitieron que los miles de devotos vivieran paso a paso la ceremonia en que monseñor Romero fue elevado a los altares por el papa Francisco en el Vaticano.
Casi 40 años después de su asesinato, Monseñor Óscar Arnulfo Romero, el sacerdote católico más venerado de El Salvador, es canonizado https://t.co/QEBzZ1KDc2
— BBC News Mundo (@bbcmundo) October 14, 2018
“Estoy gozosa, este es el día más feliz de mi vida, por fin monseñor Romero es declarado santo”, dijo a la agencia AP María Tolentina Martínez, que junto a un grupo de amigos se ubicaron en una posición que les permitía ver y escuchar con claridad lo que ocurría en Roma. Por más de diez horas no se movieron del lugar.
La mujer de 45 años y sus amigos llegaron desde la mañana del sábado a la plaza ubicada frente a la catedral de San Salvador, que poco a poco fue ocupada por miles de feligreses. “Nada nos podía detener, nada, ni la lluvia, ni el frío, nada”, agregó.
José Martínez, su esposa Josefa y sus dos pequeños hijos, también expresaron su felicidad por la canonización de Romero.
“No podíamos quedarnos en casa en este momento histórico. Quiero que mis hijos conozcan a monseñor, a nuestro santo, que sepan que él fue un gran hombre, que levantó su voz para defender a su pueblo y por eso lo mataron”, aseguró Martínez.
La plaza lucía esplendorosa y en lo alto del palacio nacional, ubicado a un costado de la catedral, extendieron un inmenso manto en que se leía. “Que mi sangre sea semilla de libertad”, palabras pronunciadas por Romero en marzo de 1980, a pocos días de que lo asesinaran.
Una joven que animaba la vigilia gritó a toda voz: “No lo mataron por amor, lo mataron por odio a la fe, Romero vive”, y todos aplaudieron.
Algunos creyentes llegaron muy temprano y montaron pequeñas tiendas de campaña, mientras que otros no tuvieron más que tirarse al suelo donde sea para descansar hasta que anunciaron que la ceremonia comenzaba, y todos corrieron a buscar los mejores lugares.
“Monseñor es un ejemplo a seguir”, dijo Samuel Omar Vanegas, joven seminarista que participo en una peregrinación en la capital junto a miles de feligreses.
En Ciudad Barrios, un pequeño poblado en el oriente del país donde en 2017 nació Romero, la población se reunió en la plaza frente a la pequeña iglesia del lugar para ver en pantallas gigantes la ceremonia en Roma..
Romero, “La Voz de los sin voz”, como lo llamaron por abogar por los más pobres e indefensos durante la represión impulsada por los militares en los años 70, fue asesinado por un francotirador mientras oficiaba misa en la capilla del hospital La Divina Providencia, el 24 de marzo de 1980, un día después de pedir a los militares en una homilía que cesara la represión. El arzobispo salvadoreño fue beatificado en mayo de 2015 por la Iglesia católica en San Salvador en una emotiva ceremonia que elevó al sacerdote a la categoría de beato y mártir, 35 años después de que fuera asesinado.
Este domingo, el papa Francisco encabezó su canonización junto a la del papa Pablo VI, quien supervisó la modernización de las reformas de la Iglesia en la década de 1960. En señal de la gran influencia que ambos hombres tuvieron en el primer papa latinoamericano de la historia, Francisco celebró la misa de canonización usando el cíngulo manchado de sangre que Romero llevaba cuando fue asesinado a tiros en 1980 así como el báculo, cáliz y estola de Pablo VI.
Unos 5,000 salvadoreños realizaron una peregrinación a Roma para la ceremonia, y miles de personas más se desvelaron toda la noche para verlo en televisores afuera de la catedral de San Salvador, donde yacen los restos de Romero. Presidentes, una princesa y representantes de iglesias cristianas también estuvieron entre los invitados y testigos de la misa.
El papa también elevó a los altares a la monja Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús, que nació en Madrid, pero realizó su mayor labor religiosa en Bolivia. Los seguidores bolivianos de la madre Nazaria Ignacia celebraron su canonización con velas, incienso, oraciones y una misa la madrugada del domingo en una iglesia en el departamento de Oruro, la misma donde pudieron ver la misa de canonización transmitida desde el Vaticano.
AP / OnCuba