Una sequía intensa relacionada con el fenómeno de El Niño ha bajado de manera precipitada el nivel del lago Gatún, obligando al Canal de Panamá a imponer esta semana un nuevo ajuste a la profundidad que afecta el tránsito de los barcos a través de la vía recientemente expandida.
Las restricciones en el calado de las embarcaciones para navegar por debajo del nivel del agua implican que los buques grandes, principalmente de Estados Unidos y China –los principales clientes del Canal– deben pasar con menos carga, lo que se traduce en menores ingresos durante sus tránsitos.
El periodo más seco del que se tenga memoria sobre la cuenca hidrográfica del canal también está golpeando a pequeñas aldeas indígenas que viven y dependen del turismo a orillas de los afluentes de la zanja interoceánica.
El impacto económico para los operadores del canal parece ser menor: aproximadamente 15 millones de dólares este año, en comparación con los 2.500 millones en ingresos generados en 2018. No obstante, la sequía y las restricciones resultantes resaltan las dificultades que enfrenta Panamá para satisfacer la creciente demanda de agua dulce para alimentar a los lagos que abastecen el canal y el líquido que reciben por los grifos unas dos millones de personas en la capital del país centroamericano y la provincia norteña de Colón, a medida que el cambio climático genera fenómenos meteorológicos más extremos.
“En este año no creo que haya problemas con el agua potable porque el evento no fue tan severo como pudo haber sido debido a los recursos que tenemos”, afirmó Steve Paton, encargado del Programa de Monitoreo Hídrico del Instituto de Smithsonian de Investigaciones Tropicales.
“En cuanto al futuro es difícil pronosticar, pero estamos observando en el área del canal que los eventos climáticos son cada vez más extremos… las sequías y las ocho o nueve tormentas más grandes han ocurrido en los últimos 20 años, de igual forma 2014 a 2016 fueron los años más secos en la historia del canal”, agregó el experto.
El Niño es un fenómeno climático recurrente en el que las temperaturas cálidas de los océanos en el Pacífico conducen a condiciones más secas de lo normal en algunas áreas y más húmedas en otras.
El vicepresidente de Ambiente y Agua de la Autoridad del Canal, Carlos Vargas, dijo esta semana que el Gatún –uno de los lagos artificiales más grandes del mundo con 436 kilómetros cuadrados– tenía un nivel deficitario de 1,4 metros (4,5 pies) y el otro lago más pequeño que también abastece a la vía –Alajuela– 2,2 metros (7,2 pies) en relación con el nivel que debían reflejar para estas fechas. A inicios de abril, el déficit del Gatún estaba en 1,2 metros, señal de que ha ido decreciendo considerablemente su nivel.
“Estos bajos niveles en el Canal de Panamá son producto de cuatro o cinco meses de casi ‘cero’ precipitación”, señaló Vargas a The Associated Press. “Realmente ha sido la temporada seca más seca que hemos tenido en toda la historia del canal. El flujo de los ríos hacia el lago tienen un 60% de déficits en caudales”.
Desde inicios de abril, la Autoridad del Canal notificó a sus clientes que basado en las proyecciones de los niveles del Gatún se iba a establecer un calado máximo para los barcos Neopanamax de 13,41 metros (44,0 pies) en agua dulce a partir del 30 de abril, un pie menos que el autorizado el 10 de abril, y que representa el cuarto que se aplica en la temporada seca en curso en la multimillonaria vía expandida, inaugurada a fines de junio de 2016.
Por el canal ampliado cruzan un promedio diario de 7,5 Neopanamax, aunque dependiendo de la programación se ha llegado a atender hasta 12 tránsitos por día. Más de 6.000 buques lo han cruzado desde su apertura.
No es la primera vez que las autoridades del canal lidian con patrones extremos en el clima y se ven obligados a poner en marcha medidas de ahorro de agua o autorizar restricciones al calado en temporada de sequía, pero en esta ocasión está impactando mucho más al canal ampliado y subraya los desafíos que le esperan en adelante con los drásticos cambios del clima y la cada vez mayor demanda poblacional del líquido.
Los ajustes de calado no se están aplicando esta vez al viejo canal, aunque éste no ha escapado en el pasado a este tipo de medidas producto de las sequías.
Una temporada seca extrema asociada a un poderoso fenómeno de El Niño impactó en 2015-2016 el cruce de carga en las viejas esclusas y ocasionó una merma en los ingresos de 40 millones de dólares. Esto provocó precisamente que las autoridades aplicasen un calado limitado en el arranque de la vía ampliada, lo que fue variando a medida que los lagos se fueron recuperando.
En tiempos normales y de niveles óptimos en los lagos, el calado máximo que ofrece el canal ampliado a los Neopanamax alcanza los 15,2 metros (50 pies).
Panamá es considerado uno de los países del trópico húmedo con mayores niveles de precipitación anual y el año pasado se registró uno de los años con más lluvias en la historia de la cuenca, lo que según expertos ha ayudado a amortiguar los estragos de la actual sequía.
“Los lagos Gatún y Alajuela han estado por debajo de los niveles óptimos, pero por otra parte pudiera haber sido muchísimo peor”, subrayó Paton.
En medio de la sequía, el Canal de Panamá impulsa a corto plazo medidas de ahorro de agua como suspender la generación de energía hidroeléctrica en, así como seguir con el uso intensivo de las tinas de reutilización o reciclaje de agua en las esclusas nuevas que permiten un ahorro de 60% durante los esclusajes y pasar a dos barcos Panamax en una misma cámara en el viejo canal cuando las condiciones lo permitan, entre otras.
“Nos ha ayudado a paliar por el momento el efecto”, aseguró Vargas. “Un poquito más a mediano plazo continuamos con los programas de reforestación en la cuenca”. Detalló que se han reforestado más de 7.000 hectáreas.
La actual sequía no sólo afectaba la carga en el canal sino también a pequeñas comunidades indígenas dispersas a orillas de afluentes que nutren al Gatún y a donde no pueden atracar fácilmente las lanchas con motor fuera de borda con turistas extranjeros por el bajón de las aguas.
“Esta es la más fuerte sequía que hemos tenido que recuerde”, dijo Telvinia Tascón, una artesana de 34 años en el pequeño poblado indígena de San Antonio Wounaan, donde viven unas 14 familias y está situado a orillas del río Gatún. “Para mí es triste. Nunca nos pasó esto”.
Tascón dice que al menos ocho turistas visitan su aldea al día para comprar artesanías, pero que las lanchas tienen problemas para maniobrar por los troncos y el lodo en los atracaderos.
No tan distante de allí y tras un recorrido por las orillas del Gatún en lancha emerge una imagen ya conocida pero que no deja de sorprender: numerosos troncos secos de los viejos árboles inundados hace más de un siglo cuando se creó el lago se muestran desnudos al cielo en señal de la evaporación del lago.