Los norcoreanos conmemoran el aniversario luctuoso de su líder Kim Jong Il, quien murió hace siete años, con visitas a estatuas y juramentos de lealtad a su hijo y sucesor, Kim Jong Un.
Mientras nevaba el domingo, decenas de miles de personas ofrecieron flores y presentaron sus respetos al fallecido líder en Mansu Hill, en el centro de Pyongyang, en donde se ubican estatuas de bronce del “Querido líder” y el fundador nacional Kim Il Sung.
Se espera que los eventos del aniversario luctuoso continúen hasta el lunes a lo largo del país.
La muerte de Kim Jong Il el 17 de diciembre de 2011, colocó a su hijo en el poder cuando todavía no cumplía los 30 años y era prácticamente desconocido afuera de Corea del Norte.
A pesar de los pronósticos de expertos externos de que no estaría dispuesto para tomar el control, Kim Jong Un ha consolidado su poder, apuntalado la economía del país ante fuertes sanciones internacionales y logrado un objetivo del cual sólo soñaron su padre y abuelo: es el primer líder norcoreano en poseer un arsenal de armas nucleares y misiles de largo alcance capaz de llegar a Estados Unidos.
Con la atención puesta en el aniversario, hubo poca mención en la prensa oficial de los temas que han recibido mayor atención en otras partes, incluida la especulación en Corea del Sur de que Kim podría visitar Seúl para finales del año.
Con la base de poder de Kim aparentemente más fuerte que nunca, su reciente esfuerzo de colocarse en el escenario mundial a través de cumbres con Trump y otros políticos, los observadores de Corea del Norte han estado en busca de señales de que su propio culto a la personalidad se haya reafirmado.
Prácticamente todos los hogares y oficinas públicas en el país tienen retratos del padre y abuelo de Kim, quienes también son recordados en innumerables estatuas, mosaicos y cenotafios alrededor del país. Los adultos norcoreanos utilizan prendedores sobre su corazón con imágenes de Kim Il Sung, Kim Jong Il o ambos.