El emperador de Japón, Naruhito, heredó el miércoles la espada y las joyas imperiales que marcan la sucesión en el Trono del Crisantemo. En su primer discurso público dijo que seguirá el ejemplo de su padre dedicándose a la paz y a compartir las alegrías y pesares de la gente.
Naruhito, el primer emperador moderno que estudió en el extranjero y el primero nacido en Japón tras la derrota del país en la Segunda Guerra Mundial, ascendió formalmente al trono a medianoche tras la abdicación de su padre, Akihito, en la víspera.
“Cuando pienso en la importante responsabilidad que asumí, me siento lleno de solemnidad”, dijo Naruhito en su discurso.
Al tiempo que reconoció la devoción de su padre por rezar por la paz, Naruhito apuntó que “reflexionará profundamente” sobre el camino recorrido por Akihito y los emperadores anteriores. Además prometió obedecer la Constitución, que despoja a los emperadores de poder político, y cumplir con su responsabilidad como símbolo nacional mientras “tengo siempre a la población en mente y estoy con ella”.
“Rezo sinceramente por la felicidad del pueblo y por el mayor desarrollo de la nación así como por la paz en el mundo”, agregó.
Se considera que Naruhito forma parte de una nueva generación de monarcas que tienen una visión forjada en el desafío a las tradiciones de sus progenitores. El emperador emérito Akihito dedicó sus tres décadas de carrera a las reparaciones por la guerra librada en nombre de su padre, al tiempo que acercó a una distante familia imperial al pueblo. La madre de Naruhito, Michiko, era una plebeya educada en el catolicismo. Juntos, llegaron al pueblo, especialmente a las personas con discapacidad, a quienes sufrían discriminación o eran víctima de desastres naturales.
Naruhito recibió la espada imperial y las joyas de la corona, cada una en una caja envuelta en tela, por la mañana en una ceremonia que fue su primer acto oficial.
Su esposa y su hija, la emperatriz Masako y la princesa Aiko, de 17 años, no pudieron acudir al acto, que está reservado a los varones adultos de la familia real. Los testigos del traspaso de poder fueron el hermano de Naruhito, el ahora príncipe heredero Fumihito, y su tío el príncipe Hitachi. Entre los invitados al acto había sin embargo una ministra del gobierno ya que las leyes de la Casa Imperial no tienen disposiciones sobre el género de los plebeyos asistentes.
Japón festejó una sucesión imperial motivada por el retiro en lugar de por un deceso, como ocurre tradicionalmente. Muchos hicieron guardia en el exterior del palacio el martes para recordar el mandato de Akihito, mientras que otros se les unieron a medianoche, cuando se materializó la transición. Muchos más se unieron para celebrar el inicio del reinado de Naruhito el miércoles.