Los balleneros japoneses regresaron el lunes a puerto con sus primeras presas tras reanudar la caza comercial de estos cetáceos por primera vez en 31 años, logrando un viejo objetivo de los tradicionalistas que es percibido por muchos como una causa perdida debido a la demanda cada vez menor de su carne y el cambio en las posturas sobre la conservación.
Una flota de cinco embarcaciones partió del puerto de Kushiro, en el norte de Japón, y regresó con dos ballenas minke. Los ejemplares fueron levantados con una grúa y colocados lentamente en la parte trasera de un camión para su traslado a una fábrica cercana para su procesamiento. Empleados vestidos con sobretodos azules de plástico vertieron sake sobre la primera ballena en un gesto de gratitud y celebración.
Fue la primera cacería comercial de ballenas desde 1988, cuando Japón asumió lo que describió como prácticas de investigación después de que la Comisión Ballenera Internacional (IWC por sus iniciales en inglés) prohibió la caza comercial. Japón anunció su retiro de la IWC con seis meses de antelación, que se cumplieron el domingo.
La Agencia Pesquera japonesa dijo que se continuará con la cacería dentro de la zona económica exclusiva del país, y que la cuota para el resto del año será de 227 ejemplares, menos de los 637 que solían cazar los japoneses en la Antártida y el noroeste del Pacífico durante su programa de investigación en años recientes. El anuncio de la cuota, que originalmente estaba planeado para finales de junio, se postergó al lunes en un intento aparente por evitar las críticas durante la cumbre del G20 realizada el pasado fin de semana en Osaka.
A medida que los barcos salían de los puertos, los balleneros, sus familiares y las autoridades locales de dos grandes localidades balleneras, Shimonoseki en el suroeste y Kushiro en el norte, celebraron el nuevo inicio con la esperanza de un viaje seguro y una buena pesca. Shimonoseki es el distrito electoral del primer ministro Shinzo Abe.