La rocambolesca fuga del aún presidente de Sri Lanka, Gotabaya Rajapaksa tiene todos los ingredientes para un excelente filme.
Escapó a través de un túnel en el subsuelo del palacio presidencial, donde se vio rodeado de miles de manifestantes pidiendo su cabeza en el mayor alzamiento popular que el país ha documentado. El presidente se personó en el aeropuerto, pero los funcionarios aduanales no quisieron atenderlo.Le mandaron a hacer la cola, como todos los demás pasajeros. Pero a Rajapaksa le dio miedo que estos lo rechazaran violentamente. Perdió tres vuelos comerciales rumbo a Dubai, su primer destino escogido.
Al amanecer terminó refugiado en una base de la Armada que, al fin, le prestó un destartalado Antonov 26 de la era soviética que lo dejó tres horas después en las islas Maldivas. Desde entonces vive en un lugar no revelado y protegido por las autoridades locales.
Realmente a la nación que dejó ya no le importa mucho. Una nación que se tambalea por el caos económico en una mayor agitación política. Los manifestantes que exigían un cambio de liderazgo ahora desplazaron su ira hacia el primer ministro Ranil Wickremesinghe y asaltaron su despacho. Pero este no se amedrantó y permanece en el cargo. Por la Constitución debe ser nombrado presidente provisional.
Aunque Gotabaya Rajapaksa, quien escapó con su esposa y dos guardaespaldas, dejó firmado el documento que nombra a Wickremesinghe presidente interino, la realidad es que según la televisión de Sri Lanka, la oposición quiere tener cartas en el asunto pero, pese a dos días de reuniones, no ha logrado ponerse de acuerdo. El presidente se fugó porque si se queda y presenta su renuncia estando en el país, corría el riesgo de ser arrestado. En Sri Lanka los mandatarios solo tienen inmunidad mientras ocupen el cargo.
Eso pareció enfurecer aún más las pasiones en la isla, afectada durante meses por un colapso económico que ha provocado una grave escasez de alimentos, combustible, empleos y seguridad callejera.
Pero el primer ministro Wickremesinghe apareció en televisión para reiterar que no se iría hasta que se estableciera un nuevo gobierno e instó al presidente del Parlamento a encontrar un nuevo primer ministro, aceptable tanto para el gobierno como para la oposición lo más pronto posible.
Aunque se fugó en la madrugada, Rajapaksa aún tiene que renunciar oficialmente, pero el presidente del Parlamento dijo que le aseguró que lo haría más tarde este miércoles. Al anochecer de este miércoles en Colombo, la capital, esto todavía no había sucedido.
El estancamiento político solo amenazó con empeorar el colapso económico de la nación en bancarrota, ya que la ausencia de un gobierno alternativo podría retrasar el esperado rescate del Fondo Monetario Internacional. Mientras tanto, el país sobrevive con la ayuda de la vecina India y de China.
Policía poco activa
En las calles las fuerzas de seguridad parecieron darse por vencidas, algunos se retiraron del área y otros simplemente se quedaron parados alrededor del complejo presidencial invadido. Dentro del edificio el ambiente era de celebración mientras la gente se acostaba en elegantes sofás, miraba televisión y realizaba reuniones simuladas en salas de conferencias. Algunos deambulaban como si estuvieran recorriendo un museo. Otros se bañaban en la piscina.
“Cocinaremos aquí, comeremos aquí y viviremos aquí. Nos quedaremos hasta que [Wickremesinghe] entregue su renuncia”, dijo a la AP Lahiru Ishara, de 32 años, supervisor de un supermercado en Colombo que ha sido parte de las protestas desde que comenzaron en abril. “No hay otra alternativa”.
El jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general Shavendra Silva, hizo otro llamado a la calma el miércoles y pidió al público cooperar con las fuerzas de seguridad. Comentarios similares en los últimos días irritaron a los legisladores de la oposición, quienes insistieron en que los líderes civiles serían los que encontrarían una solución. Los militares deben mantenerse fuera de las discusiones.
Pero mientras las protestas se intensificaron el miércoles frente al recinto del primer ministro, su oficina impuso un estado de emergencia que otorga poderes más amplios al ejército y la policía, y declaró un toque de queda inmediato en todo el país. No estaba claro qué efecto tendría: algunos lo ignoraron mientras que muchos otros rara vez salen de sus hogares debido a la escasez de combustible.
En su aparición en televisión, Wickremesinghe dijo que creó un comité de jefes policiales y militares para restablecer el orden.
La fuerza aérea dijo en un comunicado que proporcionó el destartalado Antonov que llevó al presidente a Maldivas con la aprobación del Ministerio de Defensa, y aclaró que se cumplieron todas las leyes de inmigración y aduanas.
Se desconoce el paradero de otros miembros de la familia que habían servido en el gobierno, incluidos varios que renunciaron a sus cargos en los últimos meses.
Suponiendo que el presidente exiliado renuncie, los legisladores de Sri Lanka acordaron elegir un nuevo presidente el 20 de julio que cumplirá el resto del mandato de Rajapaksa, que finaliza en 2024. Esa persona podría potencialmente nombrar un nuevo primer ministro, que tendría que ser aprobado por el Parlamento.