En el amplio patio de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, se despliegan lienzos en los que jóvenes dibujan y trazan consignas claras: “Derecho en toma (ocupación) feminista”, “Ante una facultad encubridora #HermanaYoTeCreo”.
Las sillas abarrotadas en el frontis de la facultad, la mesa de inscripción a la entrada, las asambleas cotidianas, los espacios de discusión y talleres sobre acoso, violencia, aborto y educación no sexista, son escenas que se repiten en decenas de universidades, colegios y liceos chilenos. Es difícil dar una cifra cuando cada día se suman nuevos establecimientos estudiantiles que adhieren al llamado. Arte, ingeniería, periodismo, enfermería, medicina, pedagogía.
Las ocupaciones no son un capricho, estudiantes y académicas han visto en sus espacios de estudios la urgencia de denunciar decenas de situaciones de acoso y abuso por parte de profesores; los cientos de casos de violencia machista y violaciones por parte de compañeros en fiestas, paseos y otros encuentros universitarios.
Quizás la más conocida es una denuncia de abuso sexual en contra del profesor Carlos Carmona, ex presidente del Tribunal Constitucional y profesor de Derecho de la Universidad de Chile, una prestigiosa casa de estudios. La víctima, una alumna que trabajaba con él en su estudio privado, realizó la denuncia hace más de 8 meses y hasta ahora la universidad no ha aplicado ningún tipo de sanción, sino lo contrario: continuó asignándole cátedras, cuenta con espacios para realizar charlas y todo tipo de actividades académicas.
Las denuncias crecen cada semana. Se han realizado sumarios, protocolos, castigos, pero nada parece suficiente, porque surgen nuevos casos. Algunos recientes, otros que tardaron años en salir a la luz. Según estudios entregados por el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género de Chile, una mujer víctima de violencia de género tarda, en promedio, 7 años en hacer la denuncia. Según datos de la Red chilena contra la violencia hacia la mujer, solo en 2017, 65 mujeres fueron víctimas de feminicidios. Este año ya van 17 mujeres asesinadas por causa de la violencia machista. Por eso el tema ha tomado tanta fuerza en la casa, en la oficina, en las calles y en las salas de clases.
La Universidad Austral de Valdivia, una ciudad ubicada a unos 850 kilómetros al sur de Santiago, fue la primera en comenzar la movilización feminista el 17 de abril pasado. La facultad de Derecho de la Universidad de Chile la siguió el 27 de abril. Y de pronto la llamada “ola feminista” se expandía por todo el país porque ningún espacio parece ajeno a cargar con sus propias víctimas o experiencias relacionadas al acoso y la violencia de género. La ola de pronto no se detuvo y se convirtió en marea.
“La preocupación por parte de las autoridades porque nosotras estemos en espacios seguros, no existe. Nos ponen en riesgo con estas situaciones y eso es lo que venimos a denunciar: que la institución no se hace cargo de la violencia de género que nosotras vivimos dentro de la facultad”, dice Nelly Tapia, vocera de las bases en la asamblea de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.
En el otoño chileno, pese a las bajas temperaturas y las incomodidades, las estudiantes como Nelly Tapia han decidido permanecer en las aulas y adaptarlas como dormitorios, comedores y espacios en común. Se organizan, designan tareas, vocerías y responsabilidades.
Nelly Tapia agrega que no solo buscan terminar con los problemas que afectan a las estudiantes, “sino también a las funcionarias, en la precarización laboral; y a las profesoras, con las diferencias de sueldos con los colegas hombres, las cuotas de poder que solo se dan entre hombres”.
Otro hecho que marca un hito histórico en Chile es el apoyo de las académicas en la huelga y ocupación estudiantil. Las estudiantes han realizado un petitorio con puntos prioritarios a nivel de facultad y de universidad. Las maestras adhieren a éste. “Eso significa que esta lucha es de carácter totalmente transversal por la violencia que vivimos todas las mujeres, no sólo en el espacio donde nos educamos sino también las calles, las casas, todos los espacios y alrededor de todo el mundo”, recalca Tapia.
Este 16 de mayo, las representantes de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), de universidades regionales y privadas, y el Consejo de Rectores de Chile (Cruch), se reunirán junto a la Comisión de Educación y Cultura del Senado para analizar las demandas del movimiento feminista.
La Universidad de Santiago (Usach) también se ha sumado a la movilización. En la carrera de Historia urge una respuesta. Se acusa a 4 estudiantes y un egresado de haber violado a una compañera. Un caso tan extremo y repudiable como el de La Manada en España, en donde a la víctima se le ha dejado sola y los responsables siguen sin ser sancionados. Aunque el caso sucedió en 2016, la denuncia llegó hace apenas dos semanas. “Nosotras pedimos que se les expulse de la universidad a estos cuatro compañeros y al quinto se le quite el título”, dice a OnCuba Amanda Mitrovich, presidenta del Centro de Estudiantes de Historia y representante de la Usach en la Coordinadora Feminista Universitaria.
La Usach también ha realizado numerosas asambleas para decidir democráticamente los pasos a seguir y un petitorio con algunos puntos prioritarios. Allí los hombres pueden asistir, pero solo las mujeres tienen derecho a voz y voto.
Las participantes creen que el contexto actual, el apoyo y contención que han surgido gracias a todo el movimiento, motivará a más mujeres a denunciar todo tipo de violencias. Campañas como #MeToo, #NiUnaMenos o #TimesUp se despliegan en todo el mundo repitiendo a las mujeres que no están solas y que sus testimonios no serán puestos en duda.
El pasado viernes, una multitudinaria marcha convocada por el movimiento Ni Una Menos exigió el fin de “la cultura de la violación” en las calles de Santiago de Chile. Cientos de personas acudieron al llamado y expresaron en carteles, lienzos y gritos una advertencia: que el feminismo llegó para quedarse. Y la marea recién comienza.
Para este miércoles 16 se realizado nueva convocatoria para marchar con el lema “contra la violencia machista, educación no sexista”. Los estudiantes esperan contar con la autorización para manifestarse en la Alameda, avenida emblema de manifestaciones populares.
Estas feministas de “vanguardia” son las que se les empieza a llaman por ahí como las Femi-Nazi.
De acuerdo contigo Tony, en muchos casos forman parte de movimientos sociales de tendencia izquierdista que se radicalizan y terminan siendo manipulados ya sea por otros movimientos o partidos políticos de ultraizquierda disfrazados de demócratas.
Sus reclamos me parecen válidos, pero la presión que tienen que meter es a la olla de la justicia que es la que no funciona en muchos países y por tanto a los políticos y a los parlamentos para que cambien las leyes que tengan que ser cambiadas y que son en muchos casos demasiado blandas.
Una especial atención al tema de la Educación, sobre todo a la cívica, a la Educación formal y eso se enseña desde que somos niños, el respeto por tus compañeras, por las personas mayores y un largo etcétera.