El Premio Nobel de la Paz de 2018 fue otorgado este viernes al médico de la República Democrática del Congo, Denis Mukwege y la activista yazidi irakí, Nadia Murad, que con tan solo 25 años, es la segunda más joven en recibir el galardón.
El comité noruego del Nobel aseguró que a Denis Mukwege se lo premió por su labor en el terrero: pasó décadas cuidando a las víctimas de agresión sexual. Y a Nadia Murad, autora del libro Yo seré la última. Historia de mi cautiverio y mi lucha contra el Estado Islámico (2017), por la “valentía de utilizar su propia historia para dar a conocer los abusos de los derechos humanos”.
Ambos, según la argumentación del comité, han “puesto en riesgo su propia seguridad personal al combatir valientemente los crímenes de guerra y asegurar la justicia para las víctimas”.
Hasta ahora, los organizadores no han podido contactarse oficialmente con ninguno de los ganadores.
Este premio es menos controvertido que el otorgado al expresidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en 2009 después de menos de un año en el cargo y menos polémico que el que ganó la Unión Europea en 2012. En 2016 le fue otorgado a Juan Manuel Santos, presidente de Colombia. El ganador del año pasado fue la Campaña Internacional para abolir las Armas Nucleares.
“Ambos galardonados han hecho una contribución crucial para centrar la atención en los crímenes de guerra y combatirlos. Denis Mukwege es el ayudante que ha dedicado su vida a defender a estas víctimas. Nadia Murad es la testigo que habla de los abusos perpetrados por el terrorismo” comentó el comité del premio. “Cada uno de ellos a su manera ha ayudado a dar mayor visibilidad a la violencia sexual en tiempos de guerra, para que los perpetradores puedan ser responsabilizados por sus acciones”.
Mukwege, un ginecólogo de 63 años, fundó y mantiene el hospital Panzi en Bukavu, al este de la República Democrática del Congo, donde ha atendido a decenas de miles de mujeres que sufrieron agresiones sexuales en el conflicto civil recurrente del país. Se ha convertido en “el principal experto del mundo en la forma de reparar el daño físico interno causado por la violación en grupo”.
Crítico abierto de las autoridades que no protegen a los civiles, Mukwege sobrevivió a un intento de asesinato en 2012, pero continuó su trabajo. Ha sido, para ganar el Nobel, “el símbolo más importante y más unificador a nivel nacional e internacional de la lucha para poner fin a la violencia sexual en la guerra y el conflicto armado”. La revista 5W había publicó un muy buen perfil de Mukwege: “La primera vez que Mukwege recibe a una mujer en su consulta, la deja hablar. Él escucha, pregunta algún detalle y mira a los ojos. Es un gesto, el de mirarlas a los ojos, intencional: no quiere tratarlas como víctimas, sino como supervivientes”.
Murad, por su parte, fue secuestrada junto a otras mujeres yazidi en agosto de 2014 cuando su aldea natal, Kocho, en Sinjar, en el norte de Irak, fue atacada por ISIS. Capturada junto a sus hermanas, perdió a seis hermanos varones y a su madre cuando los extremistas mataron a los hombres de la aldea y a las mujeres consideradas demasiado viejas para ser explotadas sexualmente. Ella misma fue víctima de violaciones y abusos sexuales entre otras vejaciones.
En una entrevista al diario El País, confesó estar cansada de dar conferencias y hablar de su experiencia: “Yo no quiero ser activista para siempre. No quiero tener que contar mi historia una y otra vez. Quiero tener mi propia vida”. Sin embargo, afirmó que sigue luchando para evitar que otra mujer deba reformular su vida tras los abusos sexuales. El año pasado fue nombrada “Embajadora de buena voluntad para la dignidad de los supervivientes de trata de personas de las Naciones Unidas” y se reunió con el Papa Francisco. Es el segundo premio Nobel de la paz más joven después de Malala Yousafzai, quien tenía 17 años cuando ganó en 2014.
Este año, 216 personas y 115 organizaciones fueron nominadas para el premio. Entre ellos se encontraban el grupo de ayuda civil sirio los Cascos Blancos, el periódico ruso Novaya Gazeta, las Abuelas de Plaza de Mayo argentinas, el informante estadounidense Edward Snowden y la ACNUR (el Alto Comisionado de la ONU Para los Refugiados).
El premio, además del reconocimiento global, otorga 1 millón de dólares en 2018.