El presidente Biden dijo ayer viernes que la nueva ley de antiaborto de Texas era “casi antiestadounidense” y que crea un “sistema de vigilantes” en virtud del cual los ciudadanos privados están autorizados a hacer cumplir la prohibición.
En un comunicado de la Casa Blanca, Biden dijo que estaba instruyendo al Departamento de Salud y Servicios Humanos y al Departamento de Justicia a fin de ver “ver qué medidas puede tomar el Gobierno Federal para garantizar que en Texas las mujeres tengan acceso a abortos seguros y legales, protegidos por el fallo Roe vs Wade, y qué herramientas legales tenemos para aislar a las mujeres y proveedores del impacto del extraño esquema de Texas de hacer cumplir la ley”.
La ley contra el aborto entró en vigencia en Texas la medianoche del pasado miércoles, luego de que la Corte Suprema no resolviera una petición de emergencia para bloquearla.
Esa ley prohíbe los abortos después de que se detecta un latido fetal, lo cual generalmente ocurre durante las seis semanas de embarazo. En este momento, muchas mujeres aún no saben que están embarazadas. La ley no prevé excepciones en casos de violación o incesto.
El gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, promulgó el proyecto de ley “Latido del Corazón” en mayo para que entrara en vigencia el 1 de septiembre. La ley es una de las prohibiciones de aborto más restrictivas de Estados Unidos y sigue a una serie de restricciones al aborto impuestas en muchas legislaturas estatales dominadas por el Partido Republicano.
La ley de Texas pide a los ciudadanos privados, en vez de a los funcionarios estatales, hacer cumplir la prohibición. Eso significa las personas ordinarias pueden denunciar y demandar a cualquier un proveedor de servicios de aborto o a cualquier persona que ayude a una paciente a abortar en ese estado.
Desde el miércoles, la administración Biden ha venido criticando repetidamente la ley, calificándola de una violación de los derechos constitucionales de la mujer