Frustrado por el hecho de que unos 80 millones de estadunideses todavía no se han vacunado contra la COVID-19, este jueves, en un discurso a la nación, el presidente Joe Biden se comprometió a recurrir a todo el poder de su cargo para ampliar la cifra de vacunados.
Piensa comenzar instituyendo la obligatoriedad de que todos los empleados federales se vacunen, incluso sin someterse a una prueba de detección previa. El plan contempla, además, a por lo menos dos tercios de la fuerza laboral, incluyendo la privada. Los trabajadores federales que no lo acaten, incluso los contratistas, pudieran ser sometidos a medidas disciplinarias.
Estas acciones radicales anunciadas por el presidente son las más expansivas que ha tomado para controlar la pandemia desde que asumió la presidencia en enero, y afectarán a casi todos los aspectos de la sociedad estadounidense. También reflejan la profunda frustración de Biden con los aproximadamente 80 millones de estadounidenses elegibles para vacunarse, pero que no lo han hecho, detalle en el que insistió por lo menos en tres ocasiones durante un discurso de alrededor de 30 minutos.
“Vamos a proteger a los trabajadores vacunados de los compañeros de trabajo no vacunados. Vamos a reducir la propagación de la COVID-19 aumentando la proporción de la fuerza laboral que está vacunada en empresas de todo Estados Unidos”, enfatizó.
Es más, afianzó: “Podemos cambiar y cambiaremos el rumbo de la COVID-19”.
Un cambio en el abordaje
Inicialmente reacio a decretar la obligatoriedad de la vacunación, Biden ahora se está moviendo de manera más agresiva que cualquier presidente en la historia moderna para exigirla, comentaron varios expertos tras el discurso.
También anunció que usaría la Ley de Producción de Defensa para aumentar la producción de kits de pruebas rápidas y que trabajaría con corporaciones como Amazon y Walmart para expandir su disponibilidad. Dijo que la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA, por sus siglas en inglés) duplicaría las multas, de 50 000 dólares, a los pasajeros que se nieguen a usar nasobucos en los vuelos. Durante los últimos meses han aumentado los incidentes en los aviones entre tripulaciones y pasajeros que se niegan a volar con una mascarilla puesta. Algunos han sido violentos.
“Si infringe las reglas, esté preparado para pagar y, por cierto, muestre algo de respeto”, dijo Biden con cara de pocos amigos, dirigiéndose a los pasajeros indisciplinados.
Biden piensa lograr su plan mediante una combinación de órdenes ejecutivas y nuevas reglas federales. De acuerdo con su propuesta, las empresas del sector privado que tienen cien o más empleados deberán exigir la vacunación o pruebas semanales obligatorias para sus trabajadores después de que ordenara a la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional diseñar una nueva regla.
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Aproximadamente 17 millones de trabajadores de la salud empleados por hospitales y otras instituciones que aceptan reembolsos de Medicare y Medicaid también enfrentarán nuevos requisitos de vacunación, al igual que trabajadores y contratistas federales.
Algo más de la mitad de los estadounidenses, el 53%, están ahora completamente vacunados. Si bien el número de personas que buscan vacunarse aumentó considerablemente en agosto, ya que la variante Delta provocó que la contaminación se disparara, la tasa de vacunación aún tiene que ayudar a la nación a cruzar el umbral de la inmunidad colectiva, el punto de inflexión que ocurre cuando la vacunación generalizada, junto con la inmunidad natural, retarda la propagación de un virus. Si continúa propagándose, los expertos temen que se convierta en otra variante aún más peligrosa que evade las vacunas.
“Cuando tienes entre 75 y 80 millones de personas elegibles para ser vacunadas, y que no se vacunan, vas a tener una dinámica de propagación continua y latente de la infección”, dijo el principal asesor médico de Biden para la pandemia de coronavirus, el doctor Anthony S. Fauci, en una entrevista con The New York Times. “Es muy frustrante porque tenemos los medios a nuestro alcance…”, agregó.