El presidente Biden y el expresidente Donald Trump se encaminan hacia una revancha de las elecciones de noviembre después de sus victorias primarias del martes por la noche.
Trump será el candidato de su partido en 2024 después de su victoria en Washington, acumulando los 1 125 delegados necesarios para hacerse con la nominación republicana. También ganó las primarias del día en Georgia y Mississippi.
En un vídeo publicado en las redes sociales por la campaña de Trump, este lo llamó un “gran día de victoria”, pero dijo: “no vamos a tomarnos el tiempo para celebrar. Lo celebraremos dentro de ocho meses, cuando terminen las elecciones”.
Biden consiguió la nominación del Partido Demócrata el martes temprano. Con sus victorias en Washington, Georgia y Mississippi.
Quedan 238 días hasta el 5 de noviembre, día de las elecciones presidenciales. “Hace cuatro años, me postulé para presidente porque creía que estábamos en una batalla por el alma de esta nación”, dijo Biden en un comunicado emitido por su campaña. “Gracias al pueblo estadounidense ganamos esa batalla, y ahora me siento honrado de que la amplia coalición de votantes que representan la rica diversidad del Partido Demócrata en todo el país hayan puesto su fe en mí una vez más para liderar nuestro partido y nuestro país en un momento en el que la amenaza que plantea Trump es mayor que nunca”.
El camino de Trump hacia la nominación ha sido poco convencional. Es el primer expresidente de la historia acusado de cargos penales. Mantuvo una ventaja dominante en las encuestas sobre todos sus rivales de las primarias desde que lanzó su campaña de reelección en noviembre de 2022. Y esas encuestas ni siquiera estaban reñidas: el gobernador de Florida, Ron DeSantis, logró acercarse a una diferencia de 15 puntos con Trump.
Trump fue acusado en cuatro procesos penales separados, enfrentando un total de 91 cargos por delitos graves. Con cada acusación, vio un aumento en sus cifras de encuestas primarias y pudo recaudar millones. Con una mayor reserva de dinero en efectivo y una ventaja asertiva en las encuestas, Trump se animó a ignorar a sus rivales en las primarias, declarando que las primarias habían terminado antes de que comenzaran efectivamente. Se negó a participar en ninguno de los debates autorizados por el Comité Nacional Republicano ni a firmar un compromiso de apoyo al eventual candidato del partido. Trump también rara vez apareció en la campaña electoral.
La ex embajadora ante la ONU, Nikki Haley, la última republicana que se enfrentó a Trump antes de retirarse el día después del Súper Martes, solo ganó dos primarias republicanas, en Vermont y Washington, D.C. Ahora, Trump oficialmente centra su atención en Biden, quien derrotó a Trump en 2020 al cambiar los estados clave en el campo de batalla: Michigan, Pensilvania, Wisconsin, Georgia y Arizona.
Para Biden, lograr la nominación demócrata fue más bien una formalidad. El presidente en ejercicio se enfrentó a dos rivales improbables: el representante Dean Phillips de Minnesota y la autora Marianne Williamson, pero hasta ha ganado abrumadoramente todas las primarias y caucus demócratas (excepto en Samoa estadounidense, donde dividió delegados con Jason Palmer, aunque este ganó más de los 91 votos emitidos).
Un movimiento para votar “no comprometido” en algunas papeletas estatales ideado para protestar por la respuesta de Biden a la guerra entre Israel y Hamas ha sido el segundo con mayor votación en algunos estados (Michigan, Minnesota, Carolina del Norte, Hawaii), aunque con una amplia diferencia entre el presidente y esta opción.
El camino de Biden hacia los 1 968 delegados también comenzó con un calendario ajustado. En Carolina del Sur ocupó el primer lugar, seguida por Nevada y Michigan. New Hampshire fue técnicamente el primer estado en celebrar una contienda por la nominación demócrata. Si bien el nombre del presidente no estaba en la boleta y no se otorgaron delegados debido a que el estado violó las nuevas reglas del Comité Nacional Demócrata, Biden ganó de todos modos con un voto a mano alzada.