El presidente Joe Biden llega este miércoles a Los Ángeles, a la Cumbre de las Américas, con una posición debilitada. Si quería unir al continente detrás de una agenda estadounidense que algunos consideran conservadora, no lo ha logrado.
Entre los aspectos más llamativos está la ausencia de la mayoría de los presidentes de Centroamérica, salvo los de Panamá y Costa Rica, aun cuando el tema migratorio, considerado clave en el área, será uno de los focos del debate en el foro. Además, esta ausencia es un duro golpe a los acuerdos ya existentes que implican la retención de posibles migrantes en esos países a la espera de un permiso de entrada a Estados Unidos a cambio de una subvención financiera.
Por demás, en estos momentos entre 2.000 y 5.000 personas caminan desde el sur de México hacia la frontera estadounidense, a pesar de que ya fueron advertidos de que no les permitirían su ingreso.
“El presidente Biden parece que no ha interiorizado que la gente desesperada no entiende de prioridades políticas y muchos de sus activistas y dirigentes han dicho que esperan presionar a la cumbre. Algo, dicho sea de paso, que es muy difícil pero pone a los gobiernos en un compromiso”, comentó el martes a la cadena MsNBC, el analista mexicano León Gutiérrez.
El experto estima que la ausencia de esos presidentes centroamericanos, más allá de responder en algún caso a la no invitación de Cuba, Nicaragua y Venezuela, tiene también otro trasfondo político: que Washington “no ofrece garantías de ingreso a nadie y tampoco ha logrado convencer a los potenciales inmigrantes a quedarse en sus países”.
El hecho de que el subsecretario de Estado, Brian Nichols, haya dicho en una entrevista que “la frontera está cerrada”, no significa gran cosa para los miles de personas que huyen de la violencia, inseguridad y pobreza. Después de todo, ninguno de los países centroamericanos puede garantizar la pacificación social de la región.
MIentras, el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, no se presentó en Los Ángeles por la ausencia de Cuba, Nicaragua y Venezuela, tal como había adelantado en más de una ocasión. AMLO, como le llaman por sus iniciales, intentó negociar las invitaciones con Biden, pero no logró nada. Quizá porque en julio tiene pautada otra reunión en la Casa Blanca en julio, envió entonces a la cumbre a su canciller, Marcelo Ebrard.
En su próximo encuentro, los presidentes de México y Estados Unidos van a tratar “temas bilaterales” que incluyen, naturalmente la situación de la frontera, según fuentes oficiales. Por cierto, el gobierno mexicano ha ofrecido a los que marchan ahora hacia la frontera un paquete de visas para que logren trabajo en el país.
Estados Unidos no invitó a Nicaragua, según argumentó, por las “serias violaciones de derechos humanos” en esa nación, que, a juicio de Washington, no cumple con los parámetros democráticos. Pero la verdad es que el presidente Daniel Ortega ya se había autoexcluido de la cumbre, aún antes de que la ausencia de su país, Cuba y Venezuela fuera un tema de discordia. El nicaragüense argumentó que el foro no iba a resolver ningún problema si, como se sospechaba hacia meses, Cuba no iba a estar presente y la Casa Blanca impondría su agenda.
Otro de los que no estará es el salvadoreño Nayid Bukele, un joven de origen libanés con un estilo de gobierno muy singular y al que sus opositores tildan de autoritario. Pero Bukele no necesita exigir mucho a la Casa Blanca una vez que su país ha sido agraciado, desde la presidencia de George W. Bush, con un “TPS”, o sea el estatuto de protección migratoria de sus ciudadanos, que es a lo que todos los países centroamericanos aspiran. Dicho sea de paso, Nicaragua ya lo tiene desde hace 20 años junto a la “Ley Nacara”, de similar propósito.
Honduras, es otro caso. La presidente Xiomara Castro, esposa del exmandatario Manuel Zelaya, tampoco quiere viajar a Los Ángeles. El argumento es el mismo que el de AMLO: la cumbre no incluye a todos los gobiernos del continente. “No vamos a estar en un reunión que excluye países de la reunión. No es una reunión de ‘las Américas’”, explicó su ministro de Exteriores, Eduardo Enrique Reina, a la radio Cinco, de Tegucigalpa.
Queda Guatemala. El presidente Alejandro Giammattei ha dicho que no viaja en respuesta a las críticas que Estados Unidos ha realizado sobre su decisión de reelegir a la fiscal general, Consuelo Porras, a la que Washington señala una supuesta de falta de compromiso en el combate a la corrupción.
“Iba a causar revuelo, especialmente en ese país, y gracias a Dios tenemos a México de por medio… Si no me van a invitar a la cumbre, de todos modos ya les mandé a decir que no voy a ir”, afirmó el presidente, curiosamente durante una recepción en la embajada norteamericana. Pero Guatemala recibió su invitación, pese a que, según ha dicho el Departamento de Estado, la fiscal de Guatemala “no está comprometida” en el enfrentamiento a la corrupción ni a colaborar en este sentido con las autoridades estadounidenses.
De esta forma, se completan las ausencias de Centroamérica en la cumbre, con las únicas excepciones de los presidentes Laurentino Cortizo, de Panamá, y Rodrigo Chaves, de Costa Rica. Pero en definitiva, como recuerda el analista mexicano León Gutiérrez, el problema de los países centroamericanos con Estados Unidos es, en el fondo, la cuestión de la pobreza. “Los (estadounidenses) no entienden que un pobre no pierde nada. Quién pierde, en este caso (con las ausencias), es el rico, el presidente Biden”, consideró.