Roger Stone, hombre de confianza del presidente Donald Trump, fue encausado de mentir sobre su búsqueda de los correos electrónicos que fueron hackeados por los rusos para dañar la candidatura a la presidencia de Hillary Clinton en 2016. Los fiscales alegan que altos funcionarios de la campaña presidencial de Trump buscaron sacar ventaja de la publicación del material robado para llegar a la Casa Blanca.
El autotitulado “embustero” –arrestado por el FBI antes del amanecer del viernes en su casa en Florida– rápidamente arremetió contra su proceso y dijo que este tenía móviles políticos. En una atmósfera circense fuera de los tribunales federales, en la que sus partidarios le manifestaban su apoyo y otras personas gritaban “¡Enciérrenlo!”, Stone proclamó el viernes su inocencia y afirmó que sería reivindicado.
“Como he dicho anteriormente, no hay ninguna circunstancia bajo la cual pueda dar falsos testimonios contra el presidente, ni inventaré mentiras para aminorar la presión sobre mí”, declaró Stone.
La imputación de siete cargos contra Stone –que es el primer caso penal en varios meses de la investigación del fiscal especial Robert Mueller– revela la información más detallada hasta la fecha sobre cómo los miembros de la campaña presidencial de Trump buscaron a mediados de 2016 que se divulgaran los correos electrónicos, los cuales Estados Unidos dijo que fueron hackeados por Rusia y luego proporcionados al sitio web WikiLeaks.
El acta de acusación alega que miembros de la campaña de Trump, a los que no identifica, preguntaron a Stone cuándo podrían divulgarse los correos robados.
Stone es el sexto asesor de Trump acusado por Mueller y la 34ta persona en general. La investigación de casi dos años ha expuesto múltiples contactos entre los asociados de Trump y Rusia durante la campaña y el período de transición, y ha revelado los intentos de varios de ellos para ocultar esas comunicaciones.
El acta de acusación de 24 páginas lleva la investigación mucho más cerca del círculo de asesores del presidente e indica que los funcionarios de campaña de Trump estaban ansiosos de sacar provecho de los mensajes robados para obtener una ganancia política.
Sin embargo, los fiscales no acusaron a Trump de algún acto ilícito y tampoco presentaron cargos contra Stone sobre conspirar con WikiLeaks o con los oficiales de inteligencia rusos que según Mueller hackearon los correos. Tampoco revelaron si algún socio de Trump conspiró con Rusia o tuvo conocimiento previo del hackeo.
En cambio, el proceso es similar a otros casos de Mueller sobre supuestos encubrimientos y engaños, y acusa a Stone de mentir a los legisladores sobre WikiLeaks, de manipular a los testigos y de obstruir la investigación de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes sobre si la campaña de Trump se coordinó con Rusia para inclinar las elecciones a su favor.
El abogado del mandatario, Jay Sekulow, dijo que la acusación “no alega colusión con Rusia por parte de Roger Stone o de alguien más”.
El propio Trump, en un tuit el sábado, dijo que si Stone “fue acusado de mentir al Congreso”, entonces “¿qué hay de la mentira?” por parte de las principales fuerzas de aplicación de la ley y oficiales de seguridad nacional de la era del presidente Barack Obama. Trump no ofreció ningún dato específico que apoyara su afirmación de tal “mentira”.
La cadena CNN transmitió un video de la redada en la casa de Stone en Fort Lauderdale en el que se ve a los agentes del FBI con vestimenta blindada, armas largas y equipo de visión nocturna corriendo hasta la casa y golpeando repetidamente la puerta.
“¡FBI, abra la puerta!”, grita uno. “¡FBI, orden de registro!”, agregó. Stone pudo ser visto en la entrada de la vivienda con su ropa de dormir antes de que se lo llevaran.
Aunque no es raro que el FBI realice arrestos en la madrugada de objetivos bajo investigación, es la primera ocasión que Mueller utiliza esa táctica. En documentos entregados a la corte, los fiscales escribieron que tenían inquietudes de que si Stone era notificado de la acusación, aumentaría su riesgo de fuga o de destruir la evidencia.
Horas después de su arresto, Stone compareció en la corte vestido con una camiseta de color azul y unos pantalones de mezclilla. Salió libre con una fianza por 250.000 dólares y un magistrado restringió sus viajes al sur de Florida, Washington y la ciudad de Nueva York, y le ordenó evitar tener contacto con los testigos.
“Esta mañana, al romper el alba, 29 agentes del FBI llegaron a mi casa con 17 vehículos con sus luces encendidas cuando simplemente pudieron haber contactado a mis abogados y yo habría estado más que dispuesto a entregarme de manera voluntaria”, dijo Stone afuera del tribunal.
Conocido por sus excentricidades políticas y sus duras tácticas de negociación, Stone se ha jactado de ser un cabildero desde la época del gobierno de Richard Nixon. El viernes, imitó el famoso gesto de “V” de Nixon mientras salía de la corte. También ha impulsado varias teorías de conspiración y fue uno de los primeros partidarios de la candidatura de Trump.
El acta señala que Stone discutió en repetidas ocasiones sobre WikiLeaks con los colaboradores de la campaña presidencial de Trump y detalla las conversaciones del exasesor sobre los correos electrónicos robados del director de campaña de Clinton, John Podesta, los cuales fueron publicados semanas antes de que Trump derrotara a Clinton.
El documento dice que para junio y julio de 2016, Stone había dicho a altos funcionarios de campaña de Trump que tenía información que indicaba que WikiLeaks había obtenido documentos que podrían dañar la campaña de Clinton.
Después que WikiLeaks difundió el 22 de julio de 2016 los correos hackeados al Comité Nacional Demócrata, de acuerdo con la acusación, un alto funcionario de la campaña de Trump “fue instruido” para que contactara a Stone e indagara sobre más divulgaciones y “otra información dañina” que tuviera WikiLeaks “referente a la campaña de Clinton”.
El acta no identifica a ese funcionario ni a quien dio la instrucción.