Por segunda vez consecutiva, después de las elecciones de medio término de 2022, los derechos reproductivos son parte central de unas elecciones en Estados Unidos.
A simple vista, responde a la limitación del derecho al aborto desde la anulación, por parte de la Corte Suprema de Justicia, del fallo conocido como Roe vs. Wade, que databa de 1973 y garantizaba el derecho a la práctica a nivel federal. Pero la decisión del máximo tribunal, tomada el 24 de junio de 2022, es solo una parte de un panorama más complejo: al tiempo que desató una batalla entre los poderes estatales y el poder federal, abrió un debate sobre una serie de procedimientos más allá del aborto; por ejemplo, la fertilización in vitro.
A medida que se acercan las elecciones de noviembre, estos temas ocupan un lugar de importancia creciente en la agenda y se espera que impacten en la decisión de los estadounidenses a la hora de ir a las urnas.
Los candidatos presidenciales Donald Trump y Kamala Harris han jugado roles destacados en este debate. Durante su presidencia (2017-2021) Trump tuvo la oportunidad de nominar a tres de los miembros del máximo tribunal de Justicia y sus elegidos —Neil M. Gorsuch, Brett M. Kavanaugh y Amy Coney Barrett— colaboraron con la conformación de una mayoría conservadora que más tarde derogó Row vs. Wade. Harris, por su parte, ha sido durante su mandato como vicepresidenta de Joe Biden, la principal vocera de la campaña demócrata en defensa de los derechos reproductivos, e incluso ha adoptado posiciones más progresistas que las del presidente en la campaña de 2020; por ejemplo, criticando la enmienda Hyde, una medida que bloquea el uso de fondos federales para la mayoría de los abortos.
¿Qué piensan los estadounidenses?
La anulación de Roe vs. Wade creó un panorama complejo en Estados Unidos respecto al derecho a la interrupción voluntaria del embarazo. Su acceso quedó en manos de cada estado, que tomó decisiones en base a su color político. Esto, en algunos casos, ha obligado a las mujeres de los estados en los que está prohibido a trasladarse a otro lugar con una legislación más favorable, con el desgaste físico, emocional y económico que esto supone.
En ese contexto, y dos años después, una mayoría de los estadounidenses aún se muestran favorables al libre acceso a este derecho. De acuerdo con una encuesta de Pew Research Center realizada en abril de 2024, aproximadamente 6 de cada 10 personas (63 %) dicen que el aborto debería ser legal en todos o en la mayoría de los casos. Esta proporción ha aumentado 4 puntos porcentuales desde 2021, el año anterior a la anulación de Roe vs. Wade.
Eso demuestra que la revocación de la legalidad del aborto, e incluso el debate que se abrió antes de que sucediera, inclinó la balanza social a favor de la legalización. La misma encuesta confirma que ambos partidos han visto un modesto aumento en el porcentaje de quienes dicen que el aborto debería ser legal.
Una encuesta reciente de la Universidad de Quinnipiac reveló que el 55 % de los votantes cree que la vicepresidenta Kamala Harris está mejor preparada para abordar este tema, frente al 38 % que opina a favor de Trump.
Trump, encerrado en su propio laberinto
Aunque en más de una oportunidad Trump se ha jactado de haber conformado la mayoría de la Corte que derogó el derecho al aborto, en abril de este año dijo que no firmaría una prohibición federal. En mayo, Trump también dijo que no apoyaba la prohibición de los métodos anticonceptivos, tras decir que estaba “analizándolo” cuando se le preguntó si apoyaba las restricciones a los anticonceptivos.
Es que las opiniones sobre salud reproductiva del expresidente han sido cambiantes en el último tiempo, posiblemente debido a la presión de las encuestas, por un lado, y de los sectores más conservadores del Partido Repúblicano, por el otro.
En agosto, el presidente tuvo un cruce con los sectores religiosos al intentar eludir preguntas sobre un referéndum en Florida que decidirá el futuro del acceso al aborto. Su equipo de campaña rápidamente aclaró en un comunicado que Trump no había tomado partido.
Otro ejemplo de estas tensiones fue su promesa a las mujeres en un mitin de Michigan de que contarían con cobertura universal para los procedimientos de fecundación in vitro si él resulta elegido. Sin embargo, a mediados de este año los senadores de su propio partido, incluido su compañero de fórmula, J. D. Vance, rechazaron un proyecto de ley con una disposición similar.
Más allá de comentarios aislados, lo cierto es que la nueva plataforma republicana respalda leyes estatales que otorgan protecciones de la 14ª Enmienda a la vida desde la concepción, y que podrían complicar los procedimientos de fecundación in vitro en varios estados.
Harris y el peligro de una promesa que puede no depender de ella
Kamala Harris ha prometido que, si es elegida presidenta, restaurará el derecho al aborto a nivel federal. Sin embargo, hay dudas sobre cómo y cuándo podría cumplir su promesa.
Harris podría firmar un proyecto para que el aborto se convierta en ley, pero su aprobación sería improbable a menos que el Partido Demócrata obtenga la mayoría en ambas cámaras del Congreso.
Por su parte, si espera que suceda por el lado de la Corte Suprema, buscando un fallo que reedite Row vs. Wade, podría resultar decepcionada. Para que algo así ocurra, debería cambiar la composición del máximo tribunal, algo que, aunque no imposible, a la distancia resulta improbable.
Harris sí podría intentar algunas protecciones federales para facilitar el acceso a la práctica, a través de órdenes ejecutivas y normas, que de cualquier manera podrían encontrar obstáculos en el Congreso y en la Corte.
¿Qué dijeron los candidatos en el último debate?
A diferencia de lo ocurrido en junio en el debate entre Biden y Trump, Kamala Harris sí supo sacar provecho de los temas en los que, en principio, podría tener una ventaja ante el candidato republicano.
Trump, quien defendió la anulación de Row vs. Wade, también reivindicó que ahora sea jurisprudencia de cada estado. “Ahora no está atado al gobierno federal”, dijo. “Hice un gran servicio al hacerlo. Se necesitó coraje para hacerlo”.
Trump repitió varios de los argumentos del debate de junio con Biden. Sostuvo que “todo el mundo” quería que el asunto volviera a los estados, y argumentó —falsamente— que un exgobernador de West Virginia había dicho que bebés nacidos podían “ser ejecutados”, en referencia a los comentarios que hizo el exgobernador demócrata Ralph Northam —de Virginia, y no de West Virginia—, un médico, sobre la atención a los nacimientos después de embarazos no viables.
Por último, Trump volvió a decir que algunos estados permiten que se realicen abortos después de que nazca un bebé, lo que hizo que uno de los conductores lo interrumpiera: “No hay ningún estado en este país donde sea legal matar a un bebé después de que nace”, dijo el moderador Linsey Davis, de ABC News.
Harris respondió destacando casos en los que las mujeres no han podido abortar después de ser víctimas de violación o casos en los que han tenido dificultades para obtener atención médica tras sufrir un aborto espontáneo.
“¿Esto es lo que la gente quería?”, lo interpeló Harris. “Hay mujeres embarazadas que quieren llevar a término un embarazo, que sufren un aborto espontáneo, que se les niega la atención en una sala de emergencias porque los proveedores de atención médica tienen miedo de ir a la cárcel, y se desangran en un estacionamiento. Ellas no querían eso”.