La economía seguramente será uno de los temas prioritarios en el discurso del Estado de la Unión que ofrecerá el presidente Donald Trump este martes, y si bien es cierto que la situación económica parece sólida, no ha estado a la altura de las promesas esgrimidas por el mandatario.
Nueve meses antes de las elecciones, la economía de Estados Unidos está creciendo, pero a un ritmo más bien modesto. El desempleo está en su punto mínimo en medio siglo y el gasto del consumidor, motor de la economía estadounidense, sigue robusto. El salario promedio está aumentando a un ritmo mayor a cuando Trump asumió la presidencia tres años atrás, y el porcentaje más amplio está yendo a los trabajadores de nivel bajo.
Algunos expertos estiman que esta tendencia, iniciada en el 2015 antes del ascenso de Trump, es en parte debido a que el salario mínimo a nivel estatal ha subido.
Trump: entre el juicio político, las elecciones y la economía
Sin embargo, los expertos advierten que la expansión económica estadounidense, ahora en su onceno año, enfrenta una gran cantidad de amenazas. La más urgente es el brote de un nuevo virus en China que ha paralizado los negocios con el gigante asiático, la segunda mayor economía del mundo. Starbucks y Apple han cerrado sus locales en China, varias aerolíneas han cancelado sus vuelos hacia allá y compañías como General Motors han suspendido su producción en ese país.
Esas circunstancias podrían privarle a la economía de medio punto porcentual en su crecimiento para el primer período del año, estiman economistas de Goldman Sachs, aunque calculan que ello podría ser contrarrestado por un repunte en el segundo período.
La decisión de Boeing de suspender la producción del 737 MAX también podría inhibir los índices económicos los primeros seis meses del año, dicen economistas.
El sector manufacturero estadounidenses está en aprietos, como consecuencia de las guerras comerciales iniciadas por Trump. El alto nivel de deuda corporativa ha creado desasosiego y algunos analistas temen que las ínfimas tasas de interés aprobadas por la Reserva Federal han incentivado burbujas artificiales en los mercados bursátiles y otros sectores.
Aparte de ello, varios de los aspirantes a la candidatura presidencial demócrata, como Bernie Sanders y Elizabeth Warren, han hecho campaña denunciando que la economía estadounidense está plagada de desigualdad ya que gran parte de la población apenas puede costearse la educación universitaria, la atención médica, o la compra de una vivienda.
Tonight, more than 500,000 Americans will sleep in the streets.
This year, 80% of all new rentals will be luxury apartments.
That is immoral. We will make the top 1% pay their fair share of taxes and make housing a human right. The ultra-rich can no longer have it all.
— Bernie Sanders (@SenSanders) February 3, 2020
Es muy poco probable que Trump en su discurso reconozca esas realidades. Lo más seguro es que insista en que gracias a él la economía está prosperando, el desempleo está bajando, el mercado bursátil está en alza y que lo mejor está por venir.
“Me enorgullece declarar que Estados Unidos está en medio de un auge económico jamás visto en la historia”, afirmó el mandatario el mes pasado en Davos, Suiza.
Sin embargo, lo que Trump califica como un auge inédito es en realidad no muy distinto a la sólida economía que heredó de Barack Obama. El crecimiento económico fue de 2,3% en el 2019, igual que la cifra de cuando terminó la recesión hace una década.