En la primera de varias sesiones para dar a conocer los hallazgos del Comité de la Cámara de Representantes que investiga la insurrección del 6 de enero en el Capitolio, el representante Bennie Thompson, su presidente, la calificó como la “culminación de un intento de golpe de Estado”.
El 6 de enero, dijo, fue una “conspiración de varios pasos en expansión destinada a anular las elecciones, a anular los votos de millones de estadounidenses”.
También señaló a Donald Trump como el centro una conspiración armada tras la falsa idea de que le habían robado las elecciones de 2020. “Donald Trump estaba en el centro de esa conspiración. Y, en última instancia, Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, incitó a una multitud de enemigos internos de la Constitución a marchar hacia el Capitolio y subvertir la democracia estadounidense”, dijo Thompson.
El presidente del Comité también presentó la primera prueba en video a la audiencia: un clip del ex fiscal general Bill Barr diciendo que referirse a las elecciones de 2020 como robadas fue una “tontería”, lo cual le dijo personalmente a Trump.
El Comité transportó a la audiencia, de más de 20 millones de espectadores, al 6 de enero con imagenes e informacion ineditas aerca de lo que sucedió ese día. T
A Donald Trump, su equipo de campaña, los procesadores de datos y un flujo constante de abogados, investigadores y aliados de su círculo interno le dijeron lo mismo una y otra vez: no hubo fraude en las elecciones presidenciales de 2020.
Pero en las ocho semanas posteriores a la derrota ante Joe Biden, el derrotado Trump impulsó pública, privada e implacablemente sus afirmaciones falsas de unas elecciones de 2020 manipuladas e intensificó un plan para tratar de anular la victoria de Biden.
Cuando todo lo demás fracasó en su esfuerzo por permanecer en el poder, Trump llamó a miles de sus seguidores a Washington el 6 de enero de 2021, donde grupos extremistas lideraron el asedio al Capitolio.
“Durante varios meses, Donald Trump supervisó y coordinó un sofisticado plan de siete partes para anular las elecciones presidenciales y evitar la transferencia del poder presidencial”, dijo la representante Liz Cheney, republicana de Wyoming, en la audiencia de ayer por la noche. “La intención de Trump era seguir siendo presidente de los Estados Unidos”, dijo.
Fue la primera de por lo menos seis audiencias. Cuando el panel se reanude el próximo lunes, profundizará en sus hallazgos de que Trump y sus asesores sabían desde el principio que, de hecho, había perdido las elecciones, pero se involucraron en un “esfuerzo masivo” para difundir información falsa con el objetivo de convencer al público de lo contrario.
El miércoles el panel escuchará el testimonio de altos funcionarios del Departamento de Justicia de la era Trump: el fiscal general interino Jeffrey Rosen, su principal adjunto Richard Donoghue y Steven Engel, el exjefe de la Oficina de Asesoría Legal del departamento.
Se espera que el testimonio de los tres ex funcionarios del Departamento de Justicia se centre en un tramo caótico de las últimas semanas de la administración Trump, cuando el presidente sopesó abiertamente la idea de reemplazar a Rosen con un funcionario de menor rango, Jeffrey Clark, a quien consideraba más dispuesto a defender en la corte sus falsas afirmaciones sobre fraude electoral.
El jueves se centrará en los esfuerzos de Trump para presionar al vicepresidente Mike Pence a fin de que se negara a contar los votos electorales el 6 de enero, un esquema propuesto en la Casa Blanca por un abogado externo, John Eastman. Durante la insurrección, los alborotadores merodearon por los pasillos del Capitolio gritando “cuelguen a Mike Pence” cuando el vicepresidente rechazó el plan de Trump de anular las elecciones de 2020.
El Congreso no puede dictar cargos criminales, pero puede instar al Departamento de Justicia a investigar a los responsables y a utilizar las evidencias de la investigación.
Trump respondió en su sitio de redes sociales el viernes denunciando la “cacería de bujas totalmente parcializada”.