Más de un millón de electores en 43 de los 52 estados se han pasado Partido Republicano en el último año, según un estudio de la agencia Associated Press.
Estas cifras reflejan un fenómeno que se registra en casi todo el país desde que Joe Biden reemplazó a Donald Trump en la presidencia. Pero el hecho es más pronunciado y peligroso para los demócratas en los suburbios, donde votantes con estudios universitarios que le dieron la espalda al Partido Republicano en la era de Trump parecen estar regresando al partido del elefante.
En el último año, mucha más gente se ha pasado el Partido Republicano desde Denver hasta Atlanta, Pittsburgh y Cleveland. Los republicanos también están ganando terreno en ciudades medianas como Harrisburg (Pensilvania), Raleigh (Carolina del Norte), Augusta (Georgia) y Des Moines (Iowa).
Ben Smith, quien vive en el suburbio de Larimer County, al norte de Denver, dijo a AP que, con cierta reticencia, se pasó al Partido Republicano este año, molesto con la insistencia de los demócratas en obligar a vacunarse contra la COVID-19, su inoperancia para contener la delincuencia y “su énfasis en la justicia racial”.
“Es más bien un rechazo a la izquierda que un giro a la derecha”, dijo Smith, un consejero profesional de 37 años que empezó a decepcionarse con los demócratas hace seis años registrándose como “libertario”.
AP examinó casi 1.7 millones de electores que habrían cambiado su filiación partidaria de acuerdo con L2, una firma que recopila información electoral estadística.
De esos 1.7 millones de electores que cambiaron de filiación partidaria, la mayoría se pasaron al Partido Republicano. En total, más de un millón de personas se hicieron republicanos y 630 000 se afiliaron a los demócratas.
Pero estas cifras no garantizan que los republicanos tendrán buenos resultados en las elecciones de noviembre.
Los demócratas, por otro lado, confían en que la decisión de la Corte Suprema de desconocer el derecho constitucional al aborto movilizará a sus partidarios.
Aun así, estos datos acerca de los cambios de filiación representan una señal de alerta para los demócratas, que a cuatro meses de las elecciones no tienen una estrategia clara para combatir la pérdida de popularidad de Biden y la sensación generalizada de que el país avanza en la dirección equivocada.
Si bien los republicanos no ofrecen soluciones a los problemas actuales, han estado explotando efectivamente el malestar con el estado de cosas, dijo AP.
Por ejemplo, sacaron provecho de la frustración de los padres con los cierres de escuelas por la pandemia del coronavirus. Y ahora explotan la creciente inflación.
Asimismo, han estado registrando votantes en estados indecisos como Arizona, Michigan, Nevada y Pensilvania, responsabilizando al gobierno por los altos precios de la gasolina. Atribuyen al gobierno la reciente crisis de escasez de comida procesada para bebés.
La presidenta del Comité Nacional Republicano, Ronna McDaniel, dijo a la AP que “los demócratas no tienen idea de lo que piensa la gente y están huyendo espantados y afiliándose al Partido Republicano”.
Pronosticó que “los suburbios votarán por los republicanos en los próximos ciclos” electorales debido “al aumento en los precios de la gasolina, la crisis asociada con la apertura de la frontera, la escasez de comida procesada para bebés y el crecimiento de la delincuencia”.
El desplazamiento de votantes hacia el Partido Republicano se produjo después de que Trump dejó la presidencia. Pero no parece haber un desencadenante claro.
Algunos de los que se pasaron a los republicanos son en realidad demócratas que decidieron votar contra los candidatos de Trump en las primarias republicanas y que seguramente votarán por los demócratas en noviembre.
Pero la magnitud de los cambios de filiación parece ser parte de un fenómeno mucho más grande que se da a nivel nacional, incluso en estados donde no hay primarias republicanas de relieve.
La AP comprobó que en el último año los republicanos salieron beneficiados del realineamiento de lealtades partidarias en 168 de los 235 condados suburbanos que examinó, o en el 72% de los casos, comparado con los últimos años de la era de Trump.
Algunos líderes conservadores temen que estos avances serán limitados si los republicanos no explican mejor sus propuestas y siguen enfocándose en las cosas a las que se oponen.
Emily Seidel, de la organización Americans for Prosperity, dice que la gente toma distancia de las “posturas extremas” de los demócratas, pero que “eso no quiere decir que van a votar en contra de ellos”.
“En realidad, no confían demasiado en ninguna de las dos opciones que tienen”, agregó. “La enseñanza que deja esto es que los candidatos tienen que hacer propuestas, darle a la gente la oportunidad de votar por algo, no en contra de algo”.