Getting your Trinity Audio player ready...
|
I
En 2005, la policía de Palm Beach comenzó a investigar al multimillonario neoyorquino Jeffrey Epstein después de que una madre denunciara que este había abusado sexualmente de su hija de 14 años. Aparecieron entonces varias menores de edad, y no pocas, a las que el personaje, todo un big shot, pagaba por darle “masajes” —en realidad, por tener sexo—.
En 2006 el FBI abrió una investigación. Dos años más tarde el implicado llegó a un acuerdo con la fiscalía. Se declaró culpable de dos cargos menores: solicitación de prostitución y solicitación de una menor para prostitución. Recibió una condena leve dado el peso de los delitos: 18 meses en una cárcel de Palm Beach. Y fue liberado a los 13 meses.
Pero en julio de 2019 lo arrestaron de nuevo en Nueva York por tráfico sexual de menores. Se le acusó de haber operado una red de abuso sexual entre 2002 y 2005, que involucraba a niñas de Florida y Nueva York. Se declaró no culpable, pero le negaron salir bajo fianza.
Un mes después, Jeffrey Epstein fue encontrado muerto en su celda en una cárcel de Nueva York mientras esperaba juicio. La autopsia determinó que se había suicidado por ahorcamiento.
II
Este es el origen de las teorías conspirativas sobre su supuesto asesinato, junto a sus relaciones con personalidades de la hora, no solo de políticos, sino también del jet set; entre ellos, el príncipe Andrés, Bill Clinton, Donald Trump, Michael Jackson, David Copperfield…
En 2024 y 2025 se desclasificaron documentos sobre el caso debido a una demanda de difamación presentada por Virginia Giuffre, una de las víctimas.
En julio de 2025 el Departamento de Justicia y el FBI concluyeron que no existía evidencia alguna de una “lista de clientes” incriminatoria, ni de chantaje por parte de Epstein. Y ratificaron que se había suicidado.
Pero la narrativa fue contradictoria. La fiscal general de la Administración Trump, Pam Bondi, había afirmado en una entrevista con Fox News, en febrero, que tenía en su escritorio una “lista de clientes” de Epstein.
Fue como echar fuego sobre una pradera seca, en especial (pero no solo) entre los seguidores de MAGA.
III
No es para nada un desatino escribir que las teorías conspirativas están instaladas a lo profundo en el disco duro de MAGA, del famoso Pizzagate a las formulaciones delirantes de QAnon.
En el caso Epstein, muchos de sus miembros han venido difundiendo la idea de que no se suicidó, sino que fue asesinado para proteger del castigo a toda esa élite. Los mueve la creencia de que la lista de clientes incriminaría a figuras destacadas de la política, en especial, a políticos liberales.
El propio Donald Trump contribuyó a alimentar esa idea. Durante la campaña electoral de 2024, él y JD Vance prometieron desclasificar archivos relacionados con Epstein. Sin embargo, los documentos entregados después, llamados The Epstein Files: Phase 1, contenían poca información relevante. No era lo que esperaban los MAGA.
En otro de sus giros, Trump calificó entonces el caso como “un engaño fraguado por los demócratas”. Y llamó “estúpidos” y “débiles” a los seguidores suyos que insistían en liberar más documentos.
Esta declaración no pudo sino provocar picazón en zonas del movimiento, que acusaron a la Administración de estar encubriendo la verdad. Portavoces como Laura Loomer, Steve Bannon y Tucker Carlson, entre los más conocidos, expresaron inconformidad y descontento. Algunos de sus miembros llegaron a quemar sus gorras rojas públicamente.
En ese contexto, el ex vicepresidente Mike Pence y el republicano Mike Johnson se sumaron a quienes pedían revelar más documentos. Ante esas circunstancias, el pasado 17 de julio Trump dio otro giro, al anunciar que le había pedido a Bondi liberar el testimonio del Gran Jurado del caso Epstein, un intento de calmar a su base, al margen de que el alcance de estos documentos podría ser limitado, como los anteriores, y no cubrir las expectativas.
Recientemente The Wall Street Journal publicó un artículo sobre una carta enviada por Trump a Epstein en su cumpleaños 50 (2003). Según el reportaje, incluía el dibujo de una mujer desnuda. Ahí se dice que Trump le escribió, entre otras líneas enigmáticas: “Feliz cumpleaños, y que cada día sea otro maravilloso secreto”.
El presidente reaccionó de inmediato demandando a The Wall Street Journal, a su dueño Rupert Murdoch y a los periodistas.
Alega que lo difamaron. Y que al presentarla “como un hecho”, los periodistas y el propio Murdoch estarían en problemas por publicarla sabiendo de antemano que era una noticia falsa.
IV

Todo lo anterior, y más, viene marcado por la relación personal entre Trump y Epstein, quienes durante años, como buenos integrantes de la “crema” neoyorquina, socializaron en los mismos círculos, tanto en Manhattan como en Palm Beach. Fueron fotografiados juntos en eventos sociales, desde cenas en la mansión de Epstein, en la Gran Manzana, hasta fastuosas fiestas en Mar-a-Lago, muchas veces rodeados de mujeres y celebridades.
Por las dudas, en 2022 Trump lo describió como un “tipo estupendo” y comentó que ambos compartían el gusto por mujeres “bastante jóvenes”. Sin embargo, más tarde afirmó haberse distanciado de Epstein y negó tener conocimiento de sus actividades. Finalmente, afirmó haberlo expulsado de Mar-a-Lago “por comportamiento inapropiado”.
En 2025, en medio de un distanciamiento entre ambos bastante ruidoso, Elon Musk afirmó que el nombre de Trump “estaba en los archivos Epstein”, sugiriendo que esto explicaba por qué los documentos no se habían publicado por completo. Pero no dio pruebas y acabó borrando la publicación.
Por último, durante un encuentro con el presidente filipino Ferdinando Marcos, Jr., Trump describió la controversia sobre Epstein con una de sus expresiones favoritas, utilizada muchas veces, ya se sabe para qué: una “cacería de brujas”.
Y afirmó que el Departamento de Justicia y otros actores sociales deberían centrarse en una supuesta conspiración del expresidente Obama para manipular la inteligencia relacionada con la interferencia rusa en las elecciones de 2016: la clásica bomba de humo para tratar de mover el foco hacia otra parte.
Una de las preguntas clave es en qué medida la mención de varios nombres que tuvieron acceso al círculo de Epstein implica culpabilidad o conocimiento de su conducta. Otra, si la amistad personal que hubo entre ambos personajes —Epstein y Trump— arrastra necesariamente participación de este último en los comportamientos y prácticas sexuales de un individuo tóxico y aberrado.
En una sociedad polarizada, las respuestas se dan en un sentido u otro en dependencia de la colocación en el espectro.
Tribunal federal de apelaciones confirma veredicto contra Trump en caso de abuso sexual
Como colofón, el hermano de Jeffrey Epstein acaba de declarar que este fue asesinado. De acuerdo con su testimonio, dos patólogos forenses salieron de la sala de autopsia diciendo que no podían considerarlo suicidio “porque se parecía demasiado a un homicidio”.
El caso seguirá generando tensión entre Trump y sus bases, al margen de las medidas de “control de daños” anunciadas por el mandatario. Y el mismo efecto tiene el afán del presidente de la Cámara de Representantes, el antes mencionado Mike Johnson, por evitar una votación sobre si divulgar o no nuevos materiales sobre Epstein. Para “evadir juegos políticos”, acaba de alterar el cronograma legislativo decretando unas vacaciones de verano anticipadas.

Aunque pueden no acusar directamente a su presidente, muchos miembros del culto MAGA siguen viendo el manejo del problema como una traición a las promesas de transparencia y lucha contra el llamado Estado Profundo.