El senador Rand Paul, en su momento uno de los pilares del Tea Party y paradigma de los libertarios, publicó en Fox News que para los Estados Unidos era “hora de repensar la relación con el Reino Saudí”.
“El destino de Khashoggi”, opinó, “puede ser un shock para muchos estadounidenses, pero no es nada nuevo. Un informe de la ONU revela que más de 3,000 denuncias de tortura fueron formalmente registradas contra Arabia Saudita entre 2009 y 2015”, y que por ello no se había procesado ni a un solo funcionario.
Sostuvo que una nueva política hacia Arabia Saudita podría empezar cortando la ayuda militar y la venta de armas. “El asesinato del periodista disidente saudí Jamal Khashoggi es muchas cosas, incluso una acción brutal y aterradora para quienes informan sobre los saudíes”, dijo. “Lo que también debería ser es un punto de inflexión en nuestra relación, ese donde nosotros, como estadounidenses, nos detenemos y nos preguntamos qué los hemos estado apoyando”.
Paul criticó a Trump y a quienes están de acuerdo con la actual política: “Otros en el gobierno de los Estados Unidos lo saben, pero no lo admitirán ni intentarán dejarlo a un lado. El Reino de Arabia Saudita es el mayor patrocinador del islam radical en el planeta, y ninguna otra nación está ni siquiera cerca”.
Y abundó: “Desde la década del 80 se han gastado más de 100 000 millones de dólares en la exportación del wahabismo, la vertiente del islam que controla Arabia Saudita. De acuerdo con la revista Foreign Policy, un estimado de 10 a 15 por ciento de las escuelas religiosas están afiliadas a grupos religiosos o políticos extremistas”, mientras que han aumentado en lugares como Pakistán y la India”.
Según Paul, durante la administración Obama el Departamento de Estado señaló que Arabia Saudita era la fuente de financiamiento más importante para los grupos terroristas sunitas en todo el mundo, y que Qatar y ese país estaban brindando apoyo financiero y logístico clandestino a grupos radicales sunitas.
En ese sentido, dijo: “los saudíes han exportado su ideología radical a todo el mundo y cometido crímenes de guerra en Yemen. Esta guerra en Yemen, hecha con armas estadounidenses y apoyo logístico, ha matado decenas de miles de personas y dejado a ocho millones más al borde de la hambruna”.
En materia de derechos humanos, señaló que Arabia Saudita tenía un expediente adverso, en especial en lo referido a las mujeres. Citando a Human Rights Watch, anotó que de alrededor de 5,000 detenidos, más de 3,300 han sido retenidos por más de seis meses sin una condena. Y subrayó: “Existe amplia evidencia de encarcelamiento en masa, detención indefinida, tortura y una completa falta del estado de Derecho y el debido proceso dentro de Arabia Saudita. Esto es antitético respecto a los ideales estadounidenses”.
Finalmente, se preguntó; “¿Y ahora qué? ¿Qué hacemos con este país políticamente importante que no está actuando en el mejor interés de los Estados Unidos o de sus propios ciudadanos? No debemos enviar un centavo más, un soldado más, un consejero más, o un negocio de armas más al reino”.
“Hay quienes miran esta opción y dicen: bueno, ¿qué pasa con nuestros trabajos?, y ¿alguien más no venderá las armas a los saudíes? Permítanme comenzar diciendo que no es una razón lo suficientemente buena como para sostener el mal absoluto perpetrado por los saudíes. Pero incluso aceptándola, es ridículo pensar que el reino, que ha dependido y entrenado durante mucho tiempo con el equipo militar estadounidense, puede cambiar repentinamente de rumbo.
“Los saudíes necesitan nuestra ayuda y nuestras armas. Y debemos asegurarnos de que esta necesidad provoque un cambio en su comportamiento.
“No es suficiente hablar duro y luego darles a los saudíes lo que quieren. Tenemos que forzarlos a hacer reformas reales, internamente y en el extranjero”, concluyó.