Durante su primer discurso en una sesión conjunta del Congreso, el presidente Joe Biden declaró el miércoles por la noche que Estados Unidos estaba “emergiendo de nuevo” y en un momento vital para reconstruir la economía y transformar a lo profundo el rol del gobierno en la vida de la nación.
Biden llegó a sus primeros cien días en el cargo mientras el país trata de salir de una crisis. La transmisión televisiva a nivel nacional fue una oportunidad para venderle sus planes a los votantes de ambos partidos.
“Estados Unidos está listo para despegar. Estamos trabajando de nuevo. Soñando de nuevo. Descubriendo de nuevo. Liderando el mundo de nuevo. Puedo informarlo a la nación: Estados Unidos está en movimiento nuevamente”, dijo. “Convertir el peligro en posibilidad. La crisis en oportunidad”.
Biden se mostró optimista: “Nunca he estado más seguro o más optimista acerca de Estados Unidos. “Hemos mirado hacia un abismo de insurrección y autocracia, de pandemia y dolor”…, dijo.‘
Repetidamente insistió en que sus planes volverían a poner a los estadounidenses a trabajar, restaurando millones de puestos de trabajo perdidos por el virus.
El presidente dio a conocer su Plan de Familias Estadounidenses, de 1.8 billones de dólares, cuyo objetivo es ampliar el acceso a la educación y el cuidado infantil. Los republicanos argumentaron que una expansión tan ambiciosa de la red de seguridad social era innecesaria y advirtieron que dañaría la economía porque se pagaría revirtiendo una gran colección de recortes de impuestos que impulsaron bajo el presidente Trump.
Pero esas y otras ideas, profundamente rooseveltianas, apuntan a las debilidades puestas de relieve por la pandemia. La idea de que el crecimiento económico provendrá de gravar a los ricos para ayudar a la clase media y a los pobres sonó alto en los televisores de muchos estadounidenses, bien a favor o en contra.
Biden defendió su plan de infraestructura de 2,3 billones de dólares, una cifra que se financiará justamente con impuestos más altos a las corporaciones.
Es, dijo, “el plan de empleo más grande desde la Segunda Guerra Mundial. Crea puestos de trabajo para mejorar nuestra infraestructura de transporte. Trabajos para modernizar carreteras y puentes. Trabajos en la construcción de puertos y aeropuertos, corredores ferroviarios y líneas de tránsito. Es agua limpia”.
La estrategia del presidente consiste en esquivar la polarización y atraer directamente a los votantes. Su discurso en horario estelar subrayó varias promesas de campaña centrales: manejar la pandemia, reducir la tensión en Washington y restaurar la fe en el gobierno como una fuerza efectiva para el logro del bien común.
Su discurso también proporcionó una actualización sobre la lucha contra la COVID-19: aludió a los cientos de millones de vacunas y cheques de rescate entregados a los contribuyentes para ayudar a compensar los efectos del virus, que ha acabado con las vidas de 573 000 personas en Estados Unidos.
Por otra parte, Biden defendió la necesidad de actuar en la prevención de la violencia armada. Se espera que la Cámara apruebe dos proyectos de ley que refuercen la verificación de antecedentes de los compradores de armas y restablezcan la prohibición de las armas de asalto y de cargadores de alta capacidad.
El discurso del presidente se produjo pocas semanas después de que declarara que la violencia con armas de fuego era una “epidemia y una vergüenza internacional” cuando anunció seis acciones ejecutivas con medidas enérgicas contra el uso de las llamadas armas fantasma o armas imposibles de rastrear que se pueden construir a partir de piezas compradas en Internet. Con ello, Biden le indica al Congreso que tiene la responsabilidad de romper el estancamiento político y que la prevención de la violencia con armas de fuego sigue siendo una prioridad de la Casa Blanca.
Los demócratas se levantaron repetidamente de sus asientos y aplaudieron al presidente mientras hablaba. Los republicanos permanecieron en gran parte sentados con las manos inmóviles.
La escena de este discurso contenía un aspecto histórico: por primera vez una vicepresidenta, Kamala Harris, estaba sentada detrás del presidente. Y junto a otra mujer, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. La primera ovación se produjo cuando Biden saludó: “Señora vicepresidenta”. Añadió: “Ningún presidente ha dicho jamás esas palabras desde este podio, y ya era hora”.