Estados Unidos sufre en estos momentos una grave crisis de comida para bebés. La situación ha llegado al punto de que el gobierno federal ha ordenado una importación de emergencia, mayormente de Europa, para suplir las necesidades de esa población infantil.
La escasez es fácil de constatar si se visita cualquier supermercado o farmacia. Los empleados de esos lugares explican que hace semanas no entran nuevos cargamentos y las existencias prácticamente se agotaron la semana pasada.
Ya el fin de semana pasado el presidente Joe Biden había dado la autorización de las importaciones de urgencia, y este martes y miércoles han arribado los primeros cargamentos a bordo de aviones militares que, según el mandatario, serán entregados a hospitales y círculos infantiles. Se espera que los mercados nacionales comiencen a ser surtidos para el fin de semana en la medida que vayan llegando las cargas importadas.
Pero se trata de una tarea gigantesca, porque la necesidad es grande.
“Hay que decir dos cosas: que esta crisis nos atrapó por sorpresa y que es una consecuencia del mercado laboral actual”, explicó este miércoles a OnCuba una asistente social, Margarita López, del condado Miami-Dade.
“Como la comida para bebés tiene un plazo de caducidad más corto que otros productos parecidos, tiene que ser constantemente abastecida. También los bebés van creciendo y aumenta la cantidad de raciones. Además, hay muchos padres que siguen alimentando a sus hijos más allá del período necesario y no hacen tan rápidamente el cambio hacia la comida sólida. Se mantienen con esas fórmulas de varios sabores”, explica.
Y enfatiza, “antes nuestras madres y abuelas hacían los purés en casa pero eso se acabó. Los padres modernos han perdido esas tradiciones y es más fácil comprar el alimento ya hecho”.
Además, la industria de la comida para bebés, como el mercado laboral en general, está sufriendo los embates de la falta de trabajadores. Parte importante de la fuerza laboral quedó desempleada por la crisis causada por la pandemia y comenzó a sobrevivir con los subsidios estatales, cuya vertiente “negra” es que la gente ha perdido el estímulo para volver a buscar trabajo. Muchos prefieren hacerlo, si pueden, “por la izquierda” y han puesto rumbo a otras áreas laborales.
Otro factor de la actual crisis es la salida del mercado en febrero del principal fabricante de comida para bebés, Abbott Laboratories, y el cierre de su fábrica en Sturgis, Michigan, durante una investigación realizada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). Todo lo anterior ha creado una de las mayores carencias de comida para bebés en la historia reciente de los Estados Unidos.
La importación urgente de Europa “es un paso importante, pero de ninguna manera es el único paso que debe darse. Continuaremos trabajando, como el presidente nos ha instruido, para buscar cada oportunidad para aumentar la oferta”, comentó el secretario de Agricultura, Tom Vilsack, al recibir el primer vuelo el martes.
Según el secretario, las primeras importaciones están orientadas hacia un porcentaje muy pequeño de niños. Son “aproximadamente 17.000 niños en el país que necesitan esta fórmula en particular”, dijo. En Estados Unidos a estos alimentos para bebés se les llama “fórmula”.
La administración Biden busca abastecer los estantes vacíos con 1.5 millones de envases de comida para bebés. El presidente usó un mecanismo de la era de la Guerra Fría, la Ley de Producción de Defensa, para agilizar las importaciones.
Por su parte, el alcalde de la ciudad de Nueva York, Eric Adams, declaró el domingo el estado de emergencia para evitar el aumento de precios de la fórmula para bebés. “Esta orden ejecutiva de emergencia nos ayudará a tomar medidas enérgicas contra cualquier minorista que busque capitalizar la crisis aumentando los precios de este bien esencial”, señaló.