“Alguien tiene que lanzarse”, dijo este fin de semana el todavía senador por Arizona Jeff Flake, al anunciar su intención de disputar en las primarias republicanas el 2020 la presidencia a Donald Trump.
Flake también sugirió que otros posibles retadores republicanos pudieran ser el senador por Nevada, Ben Sasse o el gobernador por Ohio y ex precandidato presidencial, John Kasich, indicó en una entrevista al sitio web Politico. Del lado demócrata, se está perfilando ya el senador por Ohio, Sherrod Brown.
El senador republicano no se ha presentado a reelección después que el año pasado Trump y sus aliados en el partido republicano anunciaron que iban a dedicar todos los esfuerzos, políticos y financieros, para sacarlo del senado. En los últimos años su base de apoyo ha mermado sensiblemente y él no se sintió fortalecido. Su mandato termina a inicios de enero.
“No lo he rechazado (lanzarse a la presidencia). De ningún modo he rechazado eso, alguien tiene que lanzarse del lado republicano”, afirmó el senador, quien en las últimas semana ha visitado New Hampshire, un estado donde usualmente se disputan las primeras primarias que suelen aportar una idea sobre la popularidad de los candidatos.
Según una entrevista concedida a Politico, Flake piensa que la popularidad de Trump está perjudicando el futuro de los republicanos y estos necesitan una contundente derrota del mandatario para levantar cabeza. “Espero que alguien se postule apenas para recordar a los republicanos lo que significa ser un conservador y lo que significa ser una persona decente. Tenemos que recuperar eso, hay que recuperar la base por un ciclo o dos, porque el enfado y el resentimiento no pueden ser una filosofía de gobierno”, enfatizó Flake, admitiendo que él mismo pudiera postularse. “Hay que llegar a la gente con educación (universitaria) y a las mujeres”.
Tras las elecciones de medio término del pasado 6 de noviembre Flake publicó una columna en el Washington Post haciendo duras críticas a su partido:
“si tuviera 18 años hoy y tuviera que decir en qué creen ahora los conservadores, y mi única evidencia fuera la campaña que concluyó, tendría que decir que el partido conservador en los Estados Unidos parece ser el partido que lo asusta a usted para que lo respalde. Debería decir que es el partido alimentado por la ira, los resentimientos raciales y culturales, las extravagantes teorías de conspiración y lo que solo puede describirse como un miedo irracional a los inmigrantes.”
Una carrera
Jeffry Lane Flake, de 55 años, fue electo senador por Arizona el 2012. Hasta entonces, sirvió como miembro de la Cámara de Representantes a partir del 2001. Ha sido un fuerte defensor de la reforma migratoria y aunque es considerado un opositor a Trump muchos también lo califican como un republicano moderado, porque ha aprobado la mayoría de las políticas del Presidente. Excepto en Cuba, salud e inmigración.
La salida del Senado priva al cuerpo legislativo de una de sus voces más activas en el mejoría de relaciones con Cuba, después que Trump decidió dar marcha atrás en el ambiente de distensión y deshielo iniciado por el presidente Barack Obama, tras el restablecimiento de relaciones a nivel de embajador en 2015.
Lo de la moderación viene por la forma como ve las relaciones entre los dos países. Flake comenzó a aproximarse del asunto a partir de mediados del 2002 cuando estableció relaciones con líderes de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), tras la muerte de su fundador, Jorge Mas Canosa. El senador comenzó a abogar por un diálogo y eventual intercambio comercial, algo que no fue del todo del agrado de la FNCA, pero esperaban ver en él un fuerte aliado.
Aunque la FNCA fue un sólido apoyo suyo en el sur de Florida y Washington, el senador terminó apartándose por no estar de acuerdo con lo que llamó “la inflexibilidad” de los cubanos, en referencia a los exiliados de línea dura. “La cosa no iba a ir lejos. Íbamos a terminar por separarnos. Aunque, muy esporádicamente, tenemos contactos”, dijo a OnCuba, un dirigente de la entidad. El embargo económico fue la gran fractura.
Buscando alternativas
En la medida que se fue empapando de los detalles de las relaciones entre los dos países, Flake comenzó a darse cuenta de que la existencia del embargo económico a la isla era contraproducente. No favorecía a ninguno de los pueblos y el Gobierno federal estaba gastando una fortuna en una política que consideraba “fracasada”.
“Tenemos toda una industria en Miami que se mueve alrededor de esta política. Gastamos entre 50 o 60 millones al año en el sur de Florida, Radio y TV Martí, becas, dinero para organizaciones no lucrativas para enviar comida. Es una industria que se alimenta a si misma”, afirmó Flake en una entrevista televisiva el año 2008 en Washington.
El senador fue ampliando horizontes y, además del fin del embargo, comenzó a viajar a Cuba integrado en delegaciones del Capitolio, estableciendo contactos con autoridades locales, personas comunes y hasta miembros de grupos de oposición.
No tuvo mucho éxito mientras George W. Bush estuvo en la Casa Blanca. Incluso tuvo que enfrentar presiones de su propio partido, no solo de senadores y congresistas cubano-americanos. Dentro del Senado y la Cámara no había unanimidad hacia la normalización. Fue con la llegada a la presidencia de Barack Obama que las cosas comenzaron a cambiar.
Flake, junto a otros senadores, comenzó a abogar por la normalización de relaciones, la liberación de los viajes y el envío de remesas y, sobretodo, la comunicación directa entre los dos pueblos. No fue una tarea fácil. En La Habana fue recibido con desconfianza, recordaba en una entrevista a CNN el 17 de diciembre del 2014, al regreso a Washington con la delegación que llevó a La Habana a tres cubanos presos en Estados Unidos y volvió con un contratista de USAID, Alan Gross y un cubano que espió para Washington y estuvo 20 años preso, Rolando Sarraff Trujillo.
Negociaciones
Aunque Flake nunca estuvo al tanto de las negociaciones de La Habana con Washington que condujeron al deshielo, sin embargo jugó un rol paralelo, cabildeando con sus pares la normalización y la ampliación de los contactos. “Estamos demasiado cerca. Es una tontería no tener más contactos. La economía cubana y estadounidenses tienen un gran campo de cooperación. Es un beneficio mutuo”, alcanzó a decir en la entrevista televisiva.
El senador siempre tuvo claro la naturaleza política de la sociedad cubana, o la retórica política bilateral de más de 50 años. Pero, “nuestra política no ha dado resultados. Llegó el momento de intentar otro tipo de aproximación”, ha dicho siempre.
Flake no ha sido el único senador estadounidense proactivo en relación a Cuba. Pero si uno de los más trabajadores. Se volvió el “americano simpático”.