El presidente Donald Trump enfrentará una prueba crucial en la Florida, un estado donde las elecciones de medio término funcionarán, de hecho, como un referendo sobre sus políticas. Se trata del más grande y volátil swing state, expresión anglo que equivale a posiciones políticas cambiantes en un sentido u otro.
En la Florida habrá competencias electorales críticas para los demócratas. Trump la ganó en 2016 con poco más de 100,000 votos, un margen muy escaso en un estado con casi 10 millones de votantes.
El demócrata Andrew Gillum, alcalde de Tallahassee, de 39 años, está compitiendo por convertirse en el primer gobernador afro-americano de la Florida. El republicano Ron DeSantis, un ex congresista que ganó prominencia nacional debido a su frecuente presencia en Fox News, se ha aliado con el presidente y centrado una parte importante de su campaña trabajar mano a mano con esta administración.
Gillum ha centrado su discurso electoral en ampliar el Medicaid, aumentar el salario mínimo a 15 dólares la hora y restaurar los derechos de voto de los ex convictos. También ha pedido la destitución de Trump. “Donald Trump es débil”, dijo durante un debate televisado. “Y se desempeña como todos los débiles: se convierten en acosadores. El Sr. DeSantis es un acólito del presidente Trump. Está tratando de ser el aprendiz de Trump en todo momento”.
El republicano Rick Scott, el gobernador de Florida (dos mandatos) que busca derrotar al senador Bill Nelson (D-Fla.), fue de los primeros funcionarios republicanos en apoyar la candidatura presidencial de Trump. Pero lo ha mantenido a distancia durante gran parte de su carrera al Senado debido a la retórica y a la línea dura sobre inmigración y a la respuesta del gobierno a los huracanes en Puerto Rico.
Con tres mandatos en el Congreso, Nelson está considerado uno de los demócratas más vulnerables. Su intento contra Scott lo enfrenta a un republicano que no solo está dispuesto a inyectar millones de dólares de su fortuna personal en su campaña, sino que también tiene la capacidad de llegar a los votantes desde la mansión del gobernador.
Los demócratas organizaron un mitin en Orlando. El ex vicepresidente Joe Biden, al hacer campaña por Nelson y otros candidatos, definió la lucha electoral como una “batalla por el alma de Estados Unidos”. “Estados Unidos ya sabe quién es Donald Trump”, dijo. “La pregunta es: ¿quiénes somos? Piensen en lo que [Trump] ha dicho. Piensen en lo que hace. Piensen en el abuso de poder”.
Este año, dos de las carreras de la Cámara más competitivas en el estado se producen en el sur de la Florida. La retórica de Trump sobre raza e inmigración podría resultar políticamente tóxica para los republicanos.
El Distrito 26, dividido entre el condado de Miami-Dade y el condado de Monroe, constituye un desafío para el Partido Republicano. El representante Carlos Curbelo ha estado entre los pocos republicanos que han roto públicamente con Trump, sobre todo cuando se trata de inmigración. Se enfrenta a la demócrata Debbie Mucarsel-Powell, ex funcionaria de la Universidad Internacional de Florida que emigró de Ecuador durante su adolescencia.
En el 27, que abarca Miami Beach, la mayor parte del centro de Miami y sus suburbios del sur, la republicana María Elvira Salazar y la demócrata Donna Shalala se encuentran batallando por remplazar a la representante retirada Ileana Ros-Lehtinen (R).
Hillary Clinton ganó ese distrito por casi 20 puntos en 2016. Pero Salazar, un rostro demasiado familiar por su condición de presentadora de televisión, ha demostrado ser un hueso duro para Shalala.
Los demócratas necesitan obtener al menos 23 escaños en la Cámara para retomar la mayoría. Enfrentan un camino mucho más difícil en el Senado. Están defendiendo más de dos docenas de asientos este año, incluidos diez en los estados ganados por Trump en 2016. El de Nelson es uno de ellos.
Muchos republicanos expresan confianza en la capacidad de Trump para movilizar la base conservadora en noviembre. Pero algunos reconocen que su influencia también está en juego ante el hecho de que el partido se ha alineado cada vez más con el presidente.