El líder de los Proud Boys, el cubanoamericano Enrique Tarrío y otros tres miembros de ese grupo de extrema derecha fueron hallados culpables este jueves de planificar y participar en el asalto al Capitolio de Estados Unidos en enero de 2021, un intento desesperado por mantener al entonces presidente Donald Trump en el poder luego de haber perdido las elecciones de 2020 ante Joe Biden. Un quinto miembro del grupo también fue acusado, pero el juez decidió decidir sobre su suerte próximamente para poder estudiar otros documentos.
Un jurado de Washington DC los encontró culpables de “conspiración sediciosa” luego de escuchar a gran cantidad de testigos durante más de tres meses. Fue uno de los casos más serios derivados del asalto al Capitolio, que interrumpió las labores de las dos cámaras y obligó a senadores y congresistas a buscar refugio en lugares seguros.
Este caso y su desenlace constituyen un hito importante para el Departamento de Justicia, que ha obtenido condenas por “conspiración sediciosa” contra los líderes de dos importantes grupos extremistas, acusados de impedir que Biden asumiera la presidencia. Enfrentan una pena de hasta 20 años de prisión.
Encarcelado desde su arresto, en marzo de 2022, Tarrío no mostró emoción alguna en el momento en que se dio a conocer el veredicto. Abrazó a uno de sus abogados y estrechó la mano del otro antes de salir del tribunal.
El veredicto sobreviene luego de un juicio que duró más del doble de lo que se anticipaba, y que estuvo plagado de disputas, pedidos de anulación y reportes de que había informantes del Gobierno en el grupo.
El fallo contra Tarrío, un activista de ultraderecha que no estuvo presente durante el asalto, pero que se comunicó con sus correligionarios durante el ataque, podría alentar al Departamento de Justicia en momentos en que un fiscal especial investiga a Trump.
En semanas recientes, el fiscal especial Jack Smith ha tratado de obtener el testimonio de varias personas cercanas a Trump. Entre ellas está el exvicepresidente Mike Pence, quien testificó la semana pasada ante un jurado de instrucción, probablemente dándole a los investigadores un relato personal sobre conversaciones con el presidente y sobre los eventos previos a la insurrección.
Tarrío era uno de los objetivos principales de lo que ha llegado a ser una de las mayores investigaciones del Departamento de Justicia. Lideraba el grupo neofascista, notorio por sus peleas callejeras contra activistas de organizaciones de izquierda.