Durante el mandato de Donald Trump, los obispos estadounidenses no se manifestaron sobre el comportamiento y opiniones criticables sobre el sexo y las relaciones humanas por parte del expresidente republicano. Pero este fin de semana lanzaron al ruedo la pretensión de excomulgar al actual mandatario, Joe Biden, por ser favorable al aborto.
De momento, la amenaza comienza con la negación de la Eucaristía al que es el segundo presidente católico en la historia del país. El primero fue el también demócrata John F. Kennedy.
La Conferencia de Obispos Católicos nunca se metió mucho en política. Pero en los últimos años, principalmente durante el mandato de Trump, el colectivo de obispos dio un giro hacia la derecha y el conservadurismo, aunque el Papa Francisco ha dado instrucciones de que la interrupción del embarazo, aunque sigue siendo condenable teológicamente, ya no constituye un problema para la Iglesia en el sentido estricto, sino que es un problema de conciencia.
“La muerte no es un problema religioso, ojo: es un problema humano, pre religioso, es un problema de ética humana. Las religiones se ocupan de ello, pero es un problema que hasta un ateo debe resolver en su conciencia”, declaró el Sumo Pontífice en enero pasado, tras la aprobación del aborto en su país natal, Argentina.
“Todos tienen que hacerse preguntas, como ¿es correcto cancelar una vida humana para resolver un problema, cualquier problema? No, eso no es justo. ¿Está bien contratar a un sicario para resolver un problema? ¿Uno que mata la vida humana? Este es el problema del aborto. Científica y humanamente. No interfiere con las religiones que vienen después, pero no se puede perder la conciencia humana”, añadió entonces Francisco.
La negación de la Eucaristía a Biden fue aprobada este fin de semana por el Consejo de los Obispos, realizado virtualmente, en el que los prelados esgrimieron los más fuertes argumentos. Incluso manejaron la posibilidad de llegar a la excomulgar al mandatario.
“Esa los obispos la tienen muy difícil. Hacer eso el Papa no lo va a tolerar”, dijo un laico del Arzobispado de Miami quien, además de no querer revelar su nombre, también se negó a indicar como votó sobre el asunto el Arzobispo de Miami, Thomas Wenski.
Ahora, al votar abrumadoramente a favor de un nuevo borrador de las directrices de la Eucaristía con estrictas prohibiciones contra quien se desvía de los preceptos católicos allí dibujados, los obispos indirectamente hicieron valer que el Papa Francisco ya no controla el trabajo de la Iglesia en Estados Unidos.
“Aquellos que están en el liderazgo tienen una obligación especial debido a su visibilidad pública”, justificó el obispo Kevin C. Rhoades, quien dirige la diócesis de Ft. Wayne-South Bend, en Indiana, después de la votación.
Este es el ejemplo más dramático del alcance del movimiento católico conservador desde que Biden fue elegido. Se trata de un contingente que venía ganando fuerza a lo largo de la era Trump, y chocando con el Vaticano al arrebatar la influencia de los principales representantes del Papa Francisco en Estados Unidos y polarizando aún más a los fieles en el proceso.
Ahora, los católicos estadounidenses se enfrentan a una guerra interna por uno de los rituales más sagrados de la iglesia, la Eucaristía, que representa el cuerpo y la sangre de Cristo.
“Los analistas, e incluso muchos católicos laicos, no comprenden el profundo carácter sagrado de la Eucaristía en la enseñanza y la tradición de la iglesia, dijo Mary Hallan FioRito, abogada y comentarista católica en Chicago.
Y añadió: “Para los católicos, la Eucaristía no es un símbolo, es el mismo Cristo”. Por lo cual, enfatizó, Biden debería saber que no debe intentar recibir la comunión dada su posición sobre el aborto.
Este lunes una fuente de la Casa Blanca dijo que el presidente prefiere guardar silencio sobre la controversia y seguirá manteniendo un diálogo con “su religión”.
A su vez, durante el proceso de votación, los principales aliados estadounidenses del Papa Francisco, incluido el cardenal Blase Cupich, de Chicago; el cardenal Joseph W. Tobin, de Newark; y el cardenal Wilton Gregory, de Washington, apoyaron la advertencia del Vaticano de no proceder a votar el documento eucarístico, pero finalmente fueron derrotados.
La medida fue aprobada con el apoyo del 73% y el rechazo del 24% de los obispos.
No en balde este 73% se opone a las políticas del Papa Francisco en temas como la inmigración, la pobreza y el cambio climático. Aunque la iglesia tiene una estructura jerárquica, los obispos tienen una autonomía significativa en sus propias diócesis.
Uno de ellos, el obispo Rhoades, quien preside el comité de obispos sobre doctrina, es un viejo crítico de Biden. En 2016, criticó la decisión de la Universidad de Notre Dame, de orientación católica, de honrar al mandatario, entonces vicepresidente, citando su apoyo al derecho al aborto y al matrimonio homosexual, en violación de las enseñanzas de la iglesia.
“No estoy de acuerdo con premiar a alguien por ‘un servicio sobresaliente a la Iglesia y la sociedad’ que no ha sido fiel a esta obligación”, dijo en ese momento.
El giro conservador de la curia se produce cuando los movimientos conservadores están aumentando en el cristianismo, rechazando el creciente secularismo y el declive general del cristianismo, tanto protestante como católico. La crisis de los abusos sexuales por parte de sacerdotes también ha alejado a muchos feligreses de la iglesia.
Además, los católicos blancos son cada vez más republicanos: aproximadamente seis de cada 10 votantes católicos blancos registrados son ahora republicanos, en comparación con cuatro de cada 10 en 2008, según el Centro de Investigación Pew. En contraste, alrededor de dos tercios de los votantes católicos hispanos se mantuvieron demócratas durante la última década.