Wendy Sherman, una veterana de la política exterior estadounidense, fue nominada ayer sábado por Joe Biden como la número dos del Departamento de Estado.
No es ajena a muchos cubanos. Pieza clave del acuerdo nuclear de 2015 con Irán, Sherman fue una figura importante en el proceso del restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos, cuyas negociaciones secretas encabezara el hijo de Raúl Castro, el coronel Alejandro Castro Espín.
Con una larga hoja de visitas a La Habana, la funcionaria fue una de las gestoras de la llamada “diplomacia del béisbol”, que en 1999 involucró a Cuba y a los Orioles de Baltimore de las Grandes Ligas. La histórica serie fue de dos partidos, uno en cada país. Primera vez que un club de Grandes Ligas actuaba en la Isla en cuarenta años. Sherman es oriunda de Baltimore.
Cuando se estaba preparando el trato con los Orioles, la diplomática andaba por Beijing coordinando políticas hacia Corea del Norte. Debido al cambio de horario, dijo, “me despertaban cada dos horas, discutiendo, tratando de cerrar esto”. En ese entonces era asesora de Madeleine K. Albright después de que esta sucediera a Warren Christopher como secretario de Estado.
Sherman desempeñó un papel importante en las negociaciones para el regreso del niño Elián González a Cuba en junio de 2000. Viajó con frecuencia la Isla en tiempos en que la administración Clinton estuvo tratando de expandir los contactos de pueblo a pueblo y encabezó reuniones de funcionarios estadounidenses con sus homólogos cubanos para discutir el caso de Alan Gross, el contratista estadounidense encarcelado en la Isla.
En la actualidad es directora del Centro de Liderazgo Público de la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard y miembro principal del Centro Belfer de Ciencias y Asuntos Internacionales de esa institución.
El presidente Barack Obama la condecoró con la Medalla de la Seguridad Nacional por sus logros diplomáticos en diferentes regiones del mundo.