El jefe del Comando Sur de Estados Unidos, el almirante Alvin Holsey, renunció abruptamente tras menos de un año en el cargo, una duración inusualmente corta para ese puesto, que suele extenderse por varios años.
Aunque oficialmente el Pentágono solo agradeció sus 37 años de servicio y mencionó su próxima jubilación, reportes de medios estadounidenses como The New York Times y declaraciones de funcionarios bajo anonimato señalan que Holsey habría manifestado reservas sobre la legalidad, el enfoque y la intensidad de las operaciones militares dirigidas por EE.UU. en el Caribe, particularmente los bombardeos contra embarcaciones sospechosas de narcotráfico y la campaña militar frente a Venezuela.
“Antes de Trump, no se me ocurre ningún comandante jefe que haya abandonado su puesto antes de tiempo”, dijo Adam Smith, congresista por Washington, el demócrata de mayor rango en el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, citado por el diario neoyorquino.
Algunas otras fuentes indican que Holsey expresó dudas sobre la misión y su legitimidad, así como sobre los esfuerzos estadounidenses para forzar un cambio de régimen en Venezuela.
Sin embargo, ni Holsey ni el secretario de Defensa han dado explicaciones públicas sobre la causa y han mantenido la renuncia en un tono protocolario en sus comunicados oficiales.
El senador Jack Reed, el demócrata de mayor rango en el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado, ha transmitido una declaración sobre el tema: “En un momento en que las fuerzas estadounidenses se están reforzando en todo el Caribe y las tensiones con Venezuela están en su punto álgido, la salida de nuestro principal comandante militar en la región envía una alarmante señal de inestabilidad en la cadena de mando”.
“La renuncia del almirante Holsey solo acentúa mi preocupación de que esta Administración esté ignorando las lecciones aprendidas con tanto esfuerzo en campañas militares estadounidenses anteriores y el consejo de nuestros combatientes más experimentados”, ha aseverado en un mensaje en el que ha tachado de “imprudente y peligrosa” la posibilidad de ejecutar “cualquier operación para intervenir militarmente en Venezuela, especialmente sin la autorización del Congreso”.
The President’s authorities under Article II are limited to responding to an armed attack or the threat of an imminent armed attack and do not apply here.
These continued strikes — 27 killed to date — risk getting the U.S. into a full fledged war.@SenTimKaine and I forced a… pic.twitter.com/oURa5NMf9f
— Adam Schiff (@SenAdamSchiff) October 14, 2025
Operaciones en el Caribe
La administración de Trump ha llevado a cabo una serie de operaciones militares directas contra embarcaciones supuestamente sospechosas de narcotráfico, conocidas como “narcolanchas”, principalmente en el Caribe, desde septiembre de 2025.
Hasta el momento, se han contabilizado seis bombardeos ejecutados por medios navales y aéreos estadounidenses, bajo el argumento de combatir el narcotráfico y el “narcoterrorismo” vinculado a organizaciones como el Tren de Aragua y el denominado Cártel de los Soles.
En todos los casos, el propio presidente Trump ha reivindicado públicamente cada ataque, difundiendo videos de las operaciones en su red Truth Social.
En estas operaciones han muerto al menos 27 personas que las fuentes oficiales de EE.UU. califican como “narcoterroristas”, aunque medios independientes y organizaciones humanitarias han identificado víctimas civiles, incluidos pescadores venezolanos, colombianos y trinitenses. Al mismo tiempo, no se han reportado bajas estadounidenses en esos ataques.