El pasado 24 de febrero un joven de 30 años de Los Angeles fue apuñalado en el estómago mientras paseaba a los tres perros de la cantante Lady Gaga. El objetivo del ataque era robarle al joven dos animales de raza bulldog francés.
Comenzó entonces una gran campaña mediática debido a la condición de fama de la dueña, que ofrecía una jugosa recompensa de medio millón de dólares por la devolución de las mascotas. Durante tres semanas no se hablaba de otra cosa en Los Angeles y se especulaba, debido a que el ladrón, o ladrones —todavía hay dudas sobre si era uno o varios— y los perritos no aparecían por ningún lado.
Tres días después, Koji y Gustav —así se llaman los canes en cuestión— aparecieron amarrados a un poste en medio de Koreatown, el barrio coreano de la enorme urbe californiana.
El robo de animales de raza no es muy común en Estados Unidos, quizá porque la mayoría tienen inoculados medios de localización electrónicos, lo que hace difícil el registro por dueños falsos. El registro de perros es obligatorio en Estados Unidos, y las autoridades entregan a los dueños una chapa que hay que renovar anualmente y que el animal debe portar todo el tiempo.
Sin embargo, como han señalado varios medios de prensa, en los últimos años se han incrementado los robos de animales, principalmente los de raza, como los bulldog de Lady Gaga. Los robos han llegado a tal punto que ha surgido una nueva especialidad en el mundo de los detectives privados: los investigadores concentrados en la búsqueda de perros de raza desaparecidos.
“Ha empeorado progresivamente”, dice al respecto Karin TarQwyn, una investigadora privada de Nebraska, que se especializa en mascotas desaparecidas. Las llamadas a su pequeña agencia por parte de personas que necesitan ayuda para encontrar bulldogs franceses, una raza cara y muy codiciada, han aumentado entre un 60 % y un 70 % en los últimos 18 meses, con un promedio de entre tres y cinco solicitudes por semana, según relató la investigadora a la revista Time.
Los bulldog franceses, además de codiciados, pueden costar en el mercado negro hasta 10.000 dólares. Pero, ¿quién paga esa fortuna por un animal de compañía? Pues, además de las celebridades, ha aparecido un cliente de nuevo tipo. Son aquellas personas con dinero suficiente para asumir ese gasto, que viven solas refugiadas en casa durante esta pandemia de la COVID-19. Gente que se siente sola o tiene miedo al contacto con los seres humanos y, al vivir aislados, pueden ocultar el robo con más facilidad, teniendo dinero para contratar también a veterinarios inescrupulosos que, aún sabiendo que se trata de un animalito robado, aceptan tratarlo.
Esto llevó a la organización sin fines de lucro Adopt a Pet a emitir una “alerta de emergencia” el pasado 3 de marzo, advirtiendo de un aumento en los robos de mascotas por parte de ladrones “descarados”. “Los delincuentes definitivamente se están volviendo mucho más audaces ahora”, dice TarQwyn. Esto se debe en parte a que la pandemia ha aumentado el nivel de desempleo y muchos afectados por ello se prestan a esta nueva profesión, además de dinero fácil cuando se tienen las conexiones correctas.
“Esto se ha salido de control”, afirma a Time Ben Brazeman, un detective privado tradicional, que trabaja en casos de animales desaparecidos de forma gratuita. Brazeman ingresó al mundo de los detectives de mascotas hace un año y medio, cuando unos ladrones irrumpieron en una clínica veterinaria local en Atlanta y robaron dos bulldog franceses. Ambos fueron recuperados. Otro elemento a tener en cuenta también en el aumento de los robos es que los delincuentes se dan cuenta de que es probable que las sanciones judiciales sen mínimas, agrega Brazeman.
Esta nueva ola de robos tampoco es exclusividad de Estados Unidos ni se restringe a los perros de gran valor. En el Reino Unido, por ejemplo, el robo de mascotas aumentó 170 % entre 2019 y 2020, según reporta la organización local Dog Lost. En lo que va del año por lo menos 106 perros han sido robados en el Reino Unido, contrastando con los 55 del año anterior, informó la policía a la revista estadounidense Time.
En el sur de Florida, aunque sí hay dueños de animales de alcurnia canina, no se destacan en términos cuantitativos. Pero eso no significa que Miami esté libre del robo de mascotas. Según explicó a OnCuba el portavoz policial Manuel Espinosa, en la ciudad no hay una cifra exacta de perritos desaparecidos por robo. “No tenemos un departamento o sección dedicada a eso, imaginará que Miami tiene problemas más serios. Pero ha habido denuncias. Sin embargo no puedo precisar cuántas”.
Aunque en Florida maltratar un perro es un delito serio, la sanción, cuanto mucho, rebasa los 10.000 dólares o seis meses de cárcel. Eso por matar un animal, no robarlo.
Aún así, un pequeño e informal sondeo en clínicas veterinarias del sur de Florida arrojó que —no necesariamente por la situación creada por la pandemia— los médicos han creado un listado de animales desaparecidos. Por norma, los veterinarios serios desarrollan una base de datos de sus “pacientes caninos”, que incluye el número de chapa, el código del chip de localización y una foto del animalito que es renovada continuamente.
“En mi clínica siempre que aparece un cliente nuevo, el animalito pasa por un chequeo para ver si estuvo registrado por otra persona. Si es positivo, llamamos a las autoridades y contactamos a los dueños originales. Pero no te preocupes, que Paco está limpio”, me dijo Luis Álvarez, el vet de mi perrito Paco, que por todo esto está siendo sometido a una vigilancia implacable digna de un jefe de Estado.