El Senado absolvió el sábado a Donald Trump de incitar un ataque al Capitolio de Estados Unidos con resultados fatales. El fallo puso fin a un histórico juicio político que evidenció la fragilidad de las tradiciones democráticas del país y dejó a una nación dividida en cuanto a la violencia desatada por su derrota en las elecciones presidenciales.
Poco más de un mes después de la irrupción de las turbas proTrump el 6 de enero, el Senado convocó a una inusual sesión de fin de semana para emitir al veredicto en una votación llevada a cabo al tiempo que elementos de la Guardia Nacional mantenían una estrecha vigilancia en el exterior del recinto.
El juicio, el primero de la nación contra un expresidente, mostró qué tan peligrosamente cerca estuvieron los invasores de echar abajo la profunda tradición del país de una transición pacífica del poder presidencial luego de que Trump se negara a aceptar su derrota electoral.
En un acto afuera de la Casa Blanca, Trump incitó a una multitud de partidarios a “luchar como demonios” por él en el Capitolio justo cuando se esperaba que el Congreso certificara la victoria del demócrata Joe Biden en las elecciones. Al momento en que cientos de personas irrumpieron en el edificio, algunas con equipo táctico para sostener un combate con la policía, los legisladores huyeron por sus vidas. Cinco personas murieron.
El veredicto, en un voto de 57-43, seguramente no solo tendrá un impacto en el futuro político del expresidente sino también en el de los senadores asignados a brindar justicia imparcial como jurado. Siete republicanos se sumaron a todos los demócratas a favor de condenar a Trump, pero no fueron suficientes votos para alcanzar las dos terceras partes requeridos.
El resultado después de la revuelta deja sin resolver las devastadoras divisiones del país sobre el tipo de política de Trump que llevó al ataque interior más violento contra una de las tres ramas del gobierno estadounidense.
“Senadores, nos hallamos en un diálogo con la historia, una conversación con nuestro pasado, con una esperanza para nuestro futuro”, subrayó la congresista Madeleine Dean, demócrata por Pensilvania y miembro de los fiscales de la Cámara de Representantes, en sus argumentos finales. “Lo que hagamos aquí, lo que se nos ha pedido a cada uno de nosotros en este momento, será recordado”.
Trump recibió con agrado su segunda absolución en un juicio político y señaló que su movimiento “apenas empieza”. Catalogó el juicio como “otra fase más en la mayor cacería de brujas en la historia de nuestro país”.
Si bien fue absuelto, el resultado registró la mayor cantidad de senadores en la historia que han hallado culpable a un presidente de su propio partido de un cargo en un juicio político.
Entre quienes votaron a favor de considerar culpable a Trump se encuentran los senadores republicanos Richard Burr, de Carolina del Norte; Bill Cassidy, de Luisiana; Susan Collins, de Maine; Lisa Murkowski, de Alaska; Mitt Romney, de Utah; Ben Sasse, de Nebraska; y Patrick Toomey, de Pensilvania.
Pese a votar a favor de la absolución, el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, condenó las acciones del expresidente al considerarlo “responsable práctica y moralmente” de la insurrección. Trump no podría ser condenado porque ya no asumía el cargo, sostuvo McConnell.
El juicio había caído momentáneamente en el caos cuando los senadores de manera repentina quisieron considerar la posibilidad de llamar a testigos, una fase que se prolongó por horas el sábado y que detuvo abruptamente el impulso hacia la votación. Un proceso prolongado habría sido políticamente riesgoso, sobre todo para la nueva presidencia de Biden y su emergente agenda legislativa.
El proceso, que duró casi una semana, ha ofrecido una narración sombría y explícita de los disturbios del 6 de enero y de sus consecuencias para el país de una forma en que los senadores, muchos de los cuales tuvieron que salir huyendo para ponerse a salvo ese día, reconocen que siguen enfrentando.
Los fiscales de la Cámara de Representantes han alegado que Trump fue el “incitador en jefe” que avivó una campaña que duró meses, y fue quien orquestó un patrón de retórica violenta y falsas aseveraciones que ellos consideraron la “enorme mentira” que desataron a la turba. Cinco personas murieron en los incidentes, entre ellos una mujer que trataba de irrumpir al Capitolio por la fuerza al momento de ser baleada por un custodio.
Los abogados de Trump argumentaron que las palabras del expresidente no tenían la intención de incitar a la violencia y que el juicio político no era más que una “cacería de brujas” diseñada para impedir que pueda ocupar la presidencia de nuevo.
Muchos de los senadores no revelaron su voto en el juicio hasta el último momento, particularmente republicanos que representan estados en los que el expresidente sigue siendo una figura popular. La mayoría de ellos al final votaron a favor de la absolución, en medio de las dudas de si Trump era plenamente responsable o si el juicio político era la respuesta adecuada.
“Sólo miren lo que los republicanos se han visto obligados a defender”, dijo el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer. “Miren lo que los republicanos han elegido perdonar”.
Trump es el único presidente que ha pasado dos juicios políticos y es el primero que lo hace luego de dejar la Casa Blanca.
Al anunciar sus voto desde sus escaños, los senadores no solamente fueron jurados sino también testigos. Solo con ver los videos —en que los asaltantes proferían amenazas a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y al entonces vicepresidente Mike Pence, quien presidía el recuento en enero— los senadores dijeron que comenzaron a entender lo peligrosamente cerca que estuvo el país del caos.