La decisión de la Administración Trump de eliminar la exención de aranceles para envíos postales pequeños a Estados Unidos abrió una crisis internacional en el comercio postal, con 25 países suspendiendo temporalmente sus despachos hacia ese destino.
Esta medida, diseñada para frenar la competencia extranjera y supuestos abusos en el comercio electrónico, afecta a pequeñas empresas y consumidores, provocando incertidumbre y pérdidas económicas que trascienden el terreno comercial para impactar la confianza y la cooperación internacional.
¿Quién paga el precio?
El 29 de agosto de 2025, Estados Unidos pondrá fin a la exención arancelaria conocida como regla “de minimis” que permitía la importación libre de impuestos de paquetes con valor igual o inferior a 800 dólares. Esta política, vigente desde 2015, ha sido utilizada por millones de envíos anuales que hasta ahora ingresaban sin tributos al mercado estadounidense.
Originalmente, esa exoneración tenía raíces que se remontan a 1938. Buscaba simplificar la gestión aduanal para pequeños envíos, evitando largos procesos y costos gubernamentales.
Sin embargo, bajo la Administración Trump, esta regla ha sido vista como una “laguna legal” explotada especialmente por plataformas extranjeras de comercio electrónico como Shein y Temu, consideradas competidores desleales que inundaban el mercado estadounidense con productos baratos, en ocasiones ilegales o falsificados.
Para contrarrestar esos efectos, Washington decidió generalizar la eliminación de la exención a todos los países, no solo a China y Hong Kong, bajo la amenaza de aplicar aranceles de hasta 50 % y tarifas administrativas que oscilan entre 80 y 200 dólares por paquete.
Un efecto dominó postal
Frente a este abrupto cambio en las reglas, los servicios postales de 25 países, entre ellos Bélgica, Alemania, España, Francia, India, Australia y Nueva Zelanda, notificaron a la Unión Postal Universal (UPU) la suspensión inmediata de sus envíos a Estados Unidos.
La UPU, por su parte, confirmó que estas suspensiones permanecerán hasta que se aclaren la implementación y los detalles técnicos del decreto estadounidense.
La congelación de envíos refleja la incapacidad de las administraciones postales para adaptarse en plazos tan cortos a los rígidos procesos de cobro anticipado de derechos aduanales y transferencias financieras convincentes exigidas por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.
Ese entramado burocrático y administrativo ha dejado paralizada la cadena de suministro internacional para miles de pequeños paquetes, generando un colapso sin precedentes en la logística global.
Consecuencias para el comercio minorista y las pequeñas empresas
Más allá de la disputa política, las consecuencias directas sobre la economía real afectan a pequeños empresarios y consumidores estadounidenses. Negocios como Diesel y Lulu’s, una boutique de ropa femenina en Connecticut, ya vislumbran el cierre ante la imposibilidad de soportar los nuevos costos de importación que elevan notablemente sus precios y reducen su competitividad.
Por otro lado, negocios como CoverSeal, de fundas protectoras para autos en China y México, ven amenazadas sus operaciones ante la imposibilidad de trasladar las cargas arancelarias sin un incremento significativo en el precio final o la pérdida de envío gratuito.
La infrautilización de cadenas de suministro nacionales, por carencia de infraestructura especializada, dificulta establecimiento de una producción alternativa viable en Estados Unidos.
Incluso sectores especializados como la venta de equipamiento deportivo con productos importados de Europa enfrentan incrementos de hasta un 50 % en sus precios, haciendo inviable la continuidad frente a la resistencia del mercado consumidor.
Una medida polémica por su impacto global y local
Si bien el Gobierno estadounidense defiende la eliminación de la exención como una herramienta necesaria para combatir prácticas comerciales desleales, contrabando y evasión de aranceles, la generalización abrupta y el corto plazo de implementación han provocado un efecto boomerang internacional.
La medida, que inicialmente buscaba afectar solo a China, ahora impacta a un amplio abanico de socios comerciales, elevando tensiones y complicando no solo el comercio sino también las relaciones diplomáticas.
En contraste, otros países mantienen umbrales más bajos para sus exenciones, facilitando un comercio internacional más fluido y menos costoso para pequeñas importaciones, mientras Estados Unidos endurece una política que pone en jaque a las pequeñas y medianas empresas que dependen del acceso a productos importados a precios competitivos.
Búsqueda de soluciones
La UPU trabaja ahora en soluciones duraderas para reanudar los flujos postales, pero hasta el momento no hay señales claras de flexibilización por parte de las autoridades estadounidenses.
Para muchos expertos, el nuevo escenario restrictivo evidencia los riesgos de políticas punitivas de corte proteccionista aplicadas con poco diálogo multilateral, que penalizan a consumidores y actores económicos de menor escala y complican el entramado comercial global, que necesariamente debe ser fluido y permanente.
Eso opina Kristin Trainor, a quien le preocupa que el fin del de minimis también signifique el fin de Diesel y Lulu’s, la boutique que abrió hace tres años en Avon, Connecticut.
Más del 70 % de la ropa y los accesorios para damas que vende proviene de pequeñas casas de moda de Francia, Italia y España. Trainor realiza pedidos semanales de lotes pequeños que no superan los 800 dólares, relató un despacho de la agencia AP como botón de muestra de las consecuencias de la estrategia arancelaria trumpista.