Los tres estudiantes que desarmaron a un agresor en la escuela de Colorado donde se produjo un tiroteo saltaron de sus asientos sin decir palabra y sin pensar en su propia seguridad al ver el arma, narró uno de ellos.
Embistieron al adolescente que portaba el arma –era su compañero de clase– y trataron de sujetarlo, pero éste pudo disparar. Kendrick Castillo, quien encabezó la carga contra el agresor, cayó al suelo.
Otro tiroteo en una escuela en EEUU: 1 muerto y ocho heridos
Su amigo Brendan Bialy arrebató el arma y gritó el nombre de Castillo. No hubo respuesta, dijo Bialy a una sala atestada de periodistas el miércoles al evocar los sucesos del día anterior en la escuela secundaria de Highlands Ranch.
“Kendrick cayó como un héroe”, dijo Bialy. “Estaba a unos 30 centímetros del agresor y en lugar de correr en dirección contraria, corrió hacia él”.
Según las autoridades, las acciones de Castillo, Bialy y Joshua Jones minimizaron el derramamiento de sangre en el ataque del martes en la escuela al sur de Denver que dejó como saldo ocho estudiantes heridos y la muerte de Castillo, de 18 años.
Uno de los heridos fue Jones, quien recibió dos balazos, según un comunicado de su familia.
Bialy reconoció que tuvo miedo, pero que no iba a amedrentarse ante unos agresores a los que calificó reiteradamente de cobardes.
“Perdieron”, dijo. “Perdieron total y absolutamente frente a la buena gente”.
La policía identificó a los agresores como Devon Erickson, de 18 años, y una persona de 16 años identificada por los fiscales como Maya McKinney, cuyo abogado dijo que usa pronombres masculinos y se hace llamar Alec. Ambos ingresaron a la escuela por una puerta que no tiene detectores de metales y abrieron fuego en dos aulas.
Dado que el ataque sucedió a escasos kilómetros de la secundaria Columbine y semanas después del 20mo aniversario de la masacre en esa escuela, rápidamente se sospechó que ésta pudo servir de inspiración a los agresores. Pero las pesquisas no mencionaron de inmediato cuál pudo ser el motivo.
Miembro del club de robótica de la escuela y armador incansable de toda clase de artefactos, Castillo tenía una sonrisa contagiosa y un amable sentido del humor, según sus amigos. Trabajaba de tiempo parcial en una fábrica local que le había ofrecido el puesto después de una pasantía por ser un empleado tan eficiente.
“Descubrir que cayó como un héroe no me sorprende. Así era Kendrick”, dijo Rachel Short, presidenta de la empresa.
Cecilia Bedard, de 19 años, quien conocía a Castillo desde la escuela primaria, dijo que siempre se mostraba cordial, modesto y ávido de ayudar a los demás. Siempre iba con su padre a las reuniones de los Caballeros de Colón, una organización católica de caridad.
Erickson compareció por primera vez en la corte el miércoles y mantuvo la cabeza gacha. Su pelo negro con mechones teñidos de púrpura le cubría la cara al asentir en respuesta a la mayoría de las preguntas de la jueza Theresa Slade. Cuando la jueza le pidió que respondiera de viva voz si tenía alguna duda sobre el proceso, Erickson dijo simplemente “no”.
McKinney, de cabello castaño corto, miró a la jueza a la cara y respondió con voz clara y suave a las preguntas, “sí, su señoría”, y “no, su señoría”.
El fiscal George Brauchler dijo que no ha resuelto si acusarlos como adultos, pero que McKinney tiene la edad suficiente sin someter la decisión a la revisión de un juez.
La presentación formal de cargos está prevista para el viernes.